EL ASESINATO de John Fitzgerald Kennedy el 22 de noviembre de 1963 en Dallas, Texas, marcó un antes y un después en los crímenes políticos que se cometían en Estados Unidos y México. Y es que tras los hechos que conmovieron al mundo de aquellos tiempos, y cuando todo indicaba que se conocería el nombre del o los autores intelectuales de tan horrendo acontecimiento, Lee Harvey Oswald, arrestado en el lugar de los hechos, fue asesinado dos días después cuando era trasladado hacia la corte por Jack Ruby, un empresario nocturno y figura secundaria del hampa estadounidense, lo que impidió que se supiera quien o quienes habían ordenado el atentado contra el trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos. Por lo hechos, un jurado encontró culpable a Ruby por el asesinato de Oswald, siendo sentenciado a muerte, pero estando convicto presentó más tarde una apelación en donde le garantizaron un nuevo juicio. Entre tanto, enfermó estando en prisión, murió de embolismo pulmonar por el cáncer de pulmón el 3 de enero de 1967, cuatro años después del crimen llevándose a la tumba muchos secretos. Y es que, como en el caso de Luis Donaldo Colosio Murrieta y su presunto asesino solitario, Mario Aburto Martínez –aun preso por ese magnicidio-, la Comisión Warren concluyó que Oswald había actuado solo. Sin embargo, el Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos estimó en 1979 que pudo existir una conspiración en la que participaron varias personas. El tema ha sido muy debatido y existen múltiples teorías sin que ninguna tenga sustento suficiente. Era el cuarto presidente en funciones en ser asesinado: Abraham Lincoln, James A. Garfield y William McKinley sus antecesores ultimados.
EL CASO Luis Donaldo Colosio fue casi igual, con la diferencia de que Mario Aburto Martínez no fue asesinado, pero estuvo a punto de ser linchado. En este caso, hubo un confinamiento severo por más de 20 años, sin tener contactos con nadie en el penal de máxima seguridad de Almoloya de Juárez, un sitio para enloquecer a cualquiera. Otro detalle es que, tras la muerte de Luis Donaldo varias personas fueron asesinadas, y más de tres tenían un parecido con Aburto, por lo que queda en tela de duda si realmente el que está detenido fue el autor material o algunos de los liquidados o, incluso, Jorge Antonio Sánchez Ortega nacido en Sinaloa, y quien, al ser detenido, trabajaba en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional de la Secretaria de Gobernación (CISEN). El intervenido fue apresado a 15 metros del lugar donde cayó herido Luis Donaldo Colosio cuando parecía darse a la fuga. Su chamarra blanca tenía sangre: por eso fue trasladado por agentes a las oficinas de la PGR.
EN SU declaración rendida aseguró que fue asignado por la dependencia para asistir al evento e informar oportunamente sobre el acto político de Colosio. Sánchez Ortega aseguró que no vio el momento del asesinato de Luis Donaldo Colosio y reconoció desde la primera declaración que la sangre en su chamarra sí era del candidato pero que esto ocurrió porque alguien que iba cargando el cuerpo de Colosio lo manchó en la manga izquierda (vaya salida). La participación de Sánchez Ortega fue analizada por la Fiscalía Especial para el Caso Colosio, que llegó a la conclusión que los hechos sí sucedieron como los narró el agente del CISEN. Incluso se consignó que Sánchez Ortega sí tenía plomo en las manos, sin embargo, se descartó su participación en el caso. Sánchez Ortega primero aseguró que no iba armado el día del magnicidio, ya que dentro del trabajo que realizaba no se le permitía portar armas de fuego, pero estudios químicos completos de la prueba de Harrison Gilroy, conocida como Rodizonato de Sodio que se le realizó arrojó los siguientes resultados: “Palmar derecho positivo; dorsal derecho positivo; palmar izquierdo negativo; dorsal izquierdo positivo”. Es decir, el dictamen firmado por cuatro peritos químicos concluyó que en las manos de Jorge Antonio Sánchez Ortega existía la presencia de plomo y bario, lo que indicaba que había disparado recientemente, pero ahí quedaron las cosas.
Y LOS temas vienen a colación por el atentado que el sábado sufriera el candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, en Pensilvania, hechos en los que resultó herido en una oreja por un rozón de arma de fuego, pero el resultado pudo ser peor, pues al parecer, le apuntaron a la cabeza para asesinarlo. Lo que llama la atención es que, el presunto criminal fue abatido en el lugar de los hechos, por lo que, difícilmente, podrá saber que ocurrió realmente, quienes son los autores intelectuales del brutal acontecimiento, algo que no debería suceder, pero son atentados políticos y quienes los ejecutan saben que va en juego sus vidas. El caso Trump podría prestarse, por parte de sus enemigos, a versiones encontradas, incluso, a suponer que fue un auto atentado para ganar mayor popularidad, pero como se ven las cosas, el rozón en la oreja derecha es real, la balacera existió y el ex Presidente resultó realmente herido mientras que su agresor fue abatido, lo que desató la condena de jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo, situación que, sin duda, acrecienta sus posibilidades de triunfo.
EN MEXICO se asesinó al Presidente electo, Álvaro Obregón Salido el 17 de julio de 1928 en el restaurante La Bombilla de San Ángel, y como autor material del magnicidio fue detenido José de León Toral. El crimen marcó un punto de inflexión importante en la política mexicana del siglo XX, dando comienzo a la etapa histórica conocida como Maximato. El general Obregón fue el último presidente de México que buscó su reelección y su magnicidio el único caso entre los mandatarios electos del país, pues Luis Donaldo Colosio apenas era candidato del PRI. Por el asesinato de Obregón se detuvo, también, a la religiosa Concepción Acevedo de la Llata, conocida como “La Madre Conchita”, de quien se dijo que tuvo contacto en 1928 con José de León Toral. Ambos fueron juzgados durante los siguientes meses, siendo fiscal acusador el Licenciado Ezequiel Padilla Peñaloza, determinando pena de muerte para Toral y sentencia por 20 años a la Madre Conchita.
PERO EL pueblo, que siempre tiene otros datos fue contundente. Y es que inmediatamente después de la muerte de Obregón surgieron sospechas sobre el autor intelectual del asesinato. El grupo obregonista acusó abiertamente al líder obrero Luis N. Morones y en algunas ocasiones al presidente Plutarco Elías Calles de ser los instigadores del magnicidio. Esta hipótesis pareció adquirir fuerza a partir de la reacción de Calles al ver el cadáver de Obregón, insultándolo irónicamente con la expresión: “¿Querías ser presidente? Tal por cual, pues no llegaste”, y por ser el principal beneficiado de su fallecimiento. La instauración del Maximato permitió a Calles controlar a tres presidentes y dominar la política nacional durante seis años. En fin, esos como el caso Donald Trump son asuntos donde la verdad se oculta, y no faltarán las especulaciones que culpen al propio Trump de ser su propio autor intelectual, o incluso al Presidente Joe Biden, descartando al fanatismo que ambos han despertado o los intereses que han tocado o podrían hacerlo. Así las cosas. OPINA carjesus30@hotmail.com
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