NO HAY nada peor para un candidato o candidata a Gobernador, que sus colaboradores se asuman como los más cercanos al abanderado, y a partir de ese momento comiencen a elucubrar sueños jactanciosos, creyéndose ya, cuando ni siquiera han iniciado campañas formales, secretarios de Gobierno, de Educación o de turismo, por solo citar algunos, y en ese tenor comiencen a colocar piedras en el camino a quienes desinteresadamente suman esfuerzos enfocados en un solo objetivo: que se gane la elección, y que sea triunfador o triunfadora quien decida sin presiones quienes son los hombres o mujeres más idóneos para ocupar tal o cual cargo. Y en eso deben tener cuidado tanto Rocío Nahle García como José Francisco “Pepe” Yunes Zorrilla, porque en ambos equipos ya se respira cierta tensión provocada por aquellos que ya se miran en puestos claves, y sin importar la unidad sino sus propios intereses, meten zancadilla a sus propios compañeros tratando de hacerlos quedar mal ante los ojos del aspirante, sin darse cuenta que, directa o indirectamente, a los únicos que perjudican son, precisamente, a los abanderados. Por ello, sin duda, es necesario la prudencia, que los, todavía, precandidatos o candidatos, como se asuman, den un manotazo en la mesa y metan orden a sus respectivos equipos antes que los rencores internos se desborden y den pauta a renuncias o cambios de estafeta, o incluso al ingreso de infiltrados que solo buscan información para negociarla con el contrario. Tal vez muchos acelerados que ya se ven en puestos relumbrantes, deben saber que no siempre los que acompañan en la campaña a los candidatos son llamados a posiciones importantes, porque, precisamente, en la etapa de precampaña o campaña, aunque no parezca, el aspirante va estudiando el comportamiento del equipo, lo que le permite ir descartando a aquellos que por ambición desmedida terminan por enseñar el cobre.
POR ESTA vez no diremos nombres, pero ya en círculos políticos se hacen apuestas en torno a quienes podrían ser los futuros secretarios de Gobierno, de Educación y Cultura, de Finanzas y Planeación y hasta de Infraestructura y Obras Públicas, y que decir de la coordinación de comunicación social, lo que demuestra que precampañas y campañas se han convertido en verdaderos galgódromos, escenarios donde los perros corren tras una liebre mecánica, ni siquiera viva o existente, pero ellos dejan la vida por alcanzarla. En política bien podría llamarse el “síndrome de demasiadas ganas de ser alguien”, es decir, demasiadas ganas de tener poder, lo que suele relajar las limitaciones morales de quién lo sufre, dando margen de maniobra a la ambición desmedida pero, sobre todo, a la ambición que reconoce que todo vale por lograr poder pero, también, prepara otra consecuencia indeseable para todos: quien sufre del síndrome de demasiadas ganas de tener poder supone que, si logra su objetivo, se “ganó” ese poder, que es suyo para hacer y deshacer, para satisfacción de sus deseos y excesos y de los suyos. Y es que a los que sufren el síndrome no les pasa por la cabeza que un cargo público sea una responsabilidad delegada para velar por el bien común, sino que es un botín, y los botines se saquean, también es poder sin límites, y de ese tipo de poder, se abusa.
POR ELLO se está a tiempo de que los aspirantes a la Gubernatura metan orden en sus respectivos equipos, y depuren todo aquello que más que una ayuda representa una carga, sobre todo por el pasado que cargan sobre sus espaldas, lo que les convierte en non gratos para buena parte de la sociedad, porque bien decían nuestros viejos que perro que come huevo ni a palos deja la maña, ni aunque le quemen el chipo. Por ello la importancia de la depuración, pues no hacerlo les restará votos y simpatías. Es indiscutible que los líderes políticos corruptos (muchos de ellos incrustados en ambas coaliciones) disfrutan los frutos de sus saqueos, y su principal ambición es el poder sobre otros y los elementos de “prestigio” que implica esa posición. Por ello la embriaguez que pueden producir estos cargos no es tanto un asunto del beneficio económico, aunque lo incluya, es la potestad que estas personas asumen como el principal botín: el poder de hacer los que les dé la gana, sobre todo, si pueden hacerlo mientras les dicen “doctor”, “maestro” o, simplemente “licenciado”, y se mueven con chofer oficial y escolta. Es el poder por el poder y por los símbolos de poder. El bien común, la justificación de “su” poder transitorio, poco ocupa su cabeza.
POR ELLO ahora que terminaron las precampañas es el momento de la reflexión, de ver que se hizo mal y que bien, quienes fallaron y quienes acertaron y asumir medidas que permitan remontar donde hubo tropiezos; son dos meses de campaña, y deberán ser determinantes para quienes quieran realmente el triunfo para servir y no para servirse. Tal vez como en los tiempos de nuestros antepasados, sea necesario formar un consejo de ancianos que, junto el Directorio y el Consejo de los Quinientos (Cámara baja), fue instituida por la Constitución Francesa del año III, adoptada por la Convención termidoriana en agosto de 1795 y efectiva a partir del 23 de septiembre de 1795, el cual tenía como función ocuparse de las cosas más que de las personas. En la antigua Tenochtitlán, el Consejo de Ancianos era el encargado de dirigir los destinos del pueblo, confiando su buena administración por la experiencia que la vida les daba, pero en los candidatos debe ser una especie de consejería, integrado por hombres y mujeres que no tengan en mente, como prioridad, un cargo público o de elección popular, sino el bien común de la sociedad, y de quien aspira a gobernar.
PRONOSTICAR A estas alturas quien será el ganador o la ganadora de la elección resulta occiso, por más que los personeros ya den el triunfo a uno u otro. La verdadera contienda será de 60 días, y anticipar pronósticos si bien induce a votantes, en ocasiones suele ser en contra, pues a partir del triunfalismo de uno, el otro toma previsiones y mejora lo que va mal para remontar el paso. En fin, son tantas cosas las que deben hacer los aspirantes, pero sobre todo escuchar, pues de ello depende tener el pulso real de los escenarios, sobre todo cuando el consejo proviene de los que no tienen ambición de poder, y si de un destino mejor para el Estado o región que se aspire a Gobernar. Pepe y Nahle o viceversa, deben saber que es lo que conviene a Veracruz, y los días de reflexión que iniciaron este domingo serán propicios para ello. Quienes se pierdan en la ambición sin medida o los pierdan sus colaboradores, seguramente serán los derrotados. OPINA carjesus30@hotmail.com
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