Con profunda pena y consternación en la entrega de ayer martes, comentábamos el tema de los tres periodistas muertos en lo que va del año.
Sí, a escasos ochos días de que enero nos diga adiós, son tres los compañeros que han perdido la vida en extrañas circunstancias y de lo cual, seguramente, como siempre, la impunidad habrá de avasallar.
Lo que sí es toda una realidad es la matraca de las autoridades con sus ya clásicas y bastante gastadas frases como “daremos con los culpables”, “no habrá impunidad” llegaremos hasta las últimas consecuencias” “vamos a llevar a cabo toda la investigación” y así podríamos llenar cuartillas tras cuartilla con las mismas promesas, pero de resultados positivos, nada.
Lo cierto es que en esta tercia de atentados el dueño de “La Chingada”, fiel a su estilo y su costumbre, asume la postura del avestruz, esconde la cabeza, pero muestra todas las posaderas.
De entrada, aquí en la entidad veracruzana al solterón, imitando el modo de su inventor, el tal señor López, le vale madre ese tema.
El hijo de Atanasio es un cero a la izquierda en cuestiones de llevar las riendas de un estado tan polémico y extenso como es Veracruz.
Vaya para acabar pronto, y a medio tramo de su mandato, ni idea tiene de la responsabilidad conferida en las urnas, el vástago del profe se ha dedicado a chacotear, en su enclenque espinazo no descansa la alta investidura que le otorgaron los veracruzanos a mediados del 2018. Sus cercanos aseguran que es un siniestro personaje quien realmente dirige y administra los destinos de nuestro querido Veracruz. Aseguran que dicho sujeto es perverso y traicionero.
Usted les cree, nosotros también.
El marco de seguridad y paz social, que tanto se presumen, solo existe en la mentecita del hijo de Atanasio, ya que los más de seis millones de veracruzanos viven en medio de la incertidumbre, con temor de ya no regresar a sus hogares.
La inseguridad es galopante, así de sencillo.
La epidermis tan delicada que tienen los “servidores públicos” de la 4T, se siente amenazada cada vez que un reportero realiza su trabajo de investigación, ven en el periodista a su peor enemigo, de allí el origen a las agresiones y los obstáculos que interponen a su labor informativa.
La mediocridad con que los funcionarios públicos hacen su trabajo les causa temor de ser exhibidos, de mostrar la incapacidad que poseen para llevar a cabo su responsabilidad.
Varios de los titulares de despacho que acompañan el hijo de en esta difícil tarea de gobernar, les ha valido madre que los señalen de corruptos, por eso se tapan con la misma cobija, otros han despuntado por su intransigencia, han resultado ser unos expertos en eso de la torpeza para la entrega buenos resultados.
Miles de veracruzanos están ciertos que lo anterior es consecuencia de la ausencia de un estado garante que aprueba la ilegalidad.
Es común escuchar entre gremio periodístico la desconfianza con que desarrollan su trabajo, a diario resaltan la represión por parte de las autoridades, de los cuerpos de seguridad, y muchos coinciden en que ya se han rebasado los límites permitidos, tal parece que la orden precisa es agredir al gremio reporteril.
Ese es el rostro de la violencia que se vive en Veracruz para los periodistas.
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