Por favor, su presencia en el congreso local, la mañana de ayer lunes, no fue para otra cosa que no sea la de repartir deslices. Fiel a su estilo y su costumbre, de nueva cuenta culpó las administraciones pasadas.
Eso ya está más que cantado, de eso ya están hasta la madre los veracruzanos, lo que demandan los más de siete millones de paisanos es obra social, seguridad, certeza laboral e infraestructura educativa y hospitalaria.
Pero todo lo anterior al hijo de Atanasio le importa un cacahuate.
Cínico como es, prefiere aventar la piedra y evadir su responsabilidad.
Por enésima ocasión fue cómplice de las corruptelas y omisiones de sus titulares de despacho.
Al hijo de Atanasio le falto honestidad para reconocer los abusos de su secretario de Seguridad Publica, sí, del regiomontano ese que se ha distinguido por sus excesos, por sus arbitrariedades y por su inicuo desempeño.
Sobra decir que, con su presencia en el congreso local, el hijo de Atanasio encubrió al responsable de salud en la entidad veracruzana, al Dr. Besitos, el tal Roberto Ramos Alor, el mismo que nada ha hecho por sacar adelante el tema de desabasto de medicamentos.
Ya son una constante las manifestaciones de los padres de familia demandando los fármacos esenciales en el tratamiento de sus hijos, de igual forma ya no sorprende la inconformidad de familiares de los pacientes internados en los distintos nosocomios de la entidad veracruzana, donde no hay ni lo indispensable para curar una herida, para llevar a cabo una sutura. Los familiares deben salir a comprar los medicamentos recetados por el médico en turno.
Y qué decir del sector educativo, allí donde el bailarín exótico hace y deshace a su antojo, un tal Zenyazen Escobar G.
Sí, en la oficina principal del kilómetro cuatro y medio, donde despacha el ex porro magisterial. Allí donde, dicen los que saben, gusta de presumir de manera muy seguida sus aptitudes donjuanescas, esas aventuras hormonales con las becarias que tiene a su disposición, mismas que a comentar de sus cercanos, están incrustadas en la nómina percibiendo una mesada envidiable. Una cantidad que difícilmente volverán a recaudar en su vida.
Se comenta que en dicha dependencia “los moches” están a la orden del día, el 20 por ciento del total de la obra, o el quince cuando menos, eso sí, nada de dejar la entrega de “la mochila” para lo último, eso es lo primero que debe hacer el constructor. Espacios Educativos es la mejor y más ilustrativa muestra.
O que acaso el hijo de Atanasio no se da cuenta del exceso de valemadrismo de la tal Xóchitl Arbesú Lago, una insípida servidora pública que nada ha hecho por promover las bellezas naturales de la entidad veracruzana.
Allí están las constantes quejas de los hoteleros, de los prestadores de servicios turísticos, de los restauranteros y de todo el sector que ya no sabe qué hacer para medio levantar sus negocios.
Culpando a la pandemia, esta dependencia se ha tirado en la hamaca, el pretexto fue bastante bien aprovechado, lo curioso es que esta situación de indiferencia se ha venido dando desde el inicio de la actual administración.
La licenciada en Ciencias Políticas se preocupa, y ocupa más, por su apariencia personal que por sacar adelante su responsabilidad oficial.
Y ya ni mencionar al tal Elio Hernández Gutiérrez, un inexpresivo personaje que no ata ni desata, el único responsable del pésimo estado de las carretas veracruzanas.
Presumiendo de la protección del hijo de Atanasio, gracias a su parentela, el titular de la SIOP, ha venido a perjudicar a millones de veracruzanos, su actitud irresponsable solo daños ha originado a los agricultores veracruzanos, ya que debido al deplorable atado de las carreteras y de los caminos vecinales, los hombres que hacen producir la tierra no han podido sacar al mercado sus productos, teniendo solo dos alternativas, o pierden la cosecha o la malbaratan ante los coyotes.
Estos últimos son los que se llevan la gran tajada y todo gracias a la irresponsabilidad del cuñado de la titular de Trabajo y Productividad, Dorheny García Cayetano.
Chulada, eso es cinismo no chingaderas.
Y a los demás titulares de despacho ni mencionarlos, son iguales o peores de neófitos que los
antes mencionados.
Lo que sí resalta de todos ellos es su soberbia, ese sobrado egocentrismo y, claro, sin mencionar el dilatado valemadrismo que ya a la mitad del camino los enaltece. ¿Verdad Iván Joseph? Ha pa´nombrecito.
Como bien lo señalan miles de veracruzanos, el hijo de Atanasio, en esto de gobernar, sólo vino a resultar un parche mal pegado.
Pobre Veracruz.
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