Pobre Veracruz, con malos o buenos gobernantes va en decadencia, dar una vuelta por el centro de la ciudad, es para llorar, ante lo que se ve, los antiguos prósperos negocios, cerrados, la mayoría con el anuncio: “Se vende” o “se renta” anuncios que eventualmente son atendidos, no por comerciantes, solo entran a la puja, los revendedores de bienes raíces, ofrecen una bicoca a los dueños, esperando mejores días y vender precio elevado.
Alguien debe hacer algo, en la misma forma que ayudamos a pueblos en desgracia como Haití, ahora Afganistán, se debe poner atención a lo que se sufre en este pueblo damnificado, todo mugroso, semi abandonado y por causa de la pandemia, limitado el funcionamiento de los cafés, que antes eran causa seductora para los vagos veracruzanos, diariamente se pasaban tres o cuatro horas degustando un café y chismorreando, hoy vemos con tristeza como uno de lo más popular y concurrido, el Café de la Merced, cerró sus puertas, se acabó el disfrute de reunirnos con los amigos y degustar un café.
Un fenómeno de actuar de la delincuencia que jamás se había dado, el robo de las tapas de los drenajes, lo roban y dejan un hoyo en el que han caído algunas personas por descuido, lo que vale una de esas tapas no tiene precio para el cuidado de una ciudad, la bronca es que en tanto las autoridades responsables actúan, el agujero está latente y peligroso, algún genio ya propuso que las tapas se repongan haciéndolas de madera, pobre tonto, también las de madera se las birlaran, roban por un impulso joderativo.
Sugiero, suplico a la autoridad responsable se de una vuelta por la avenida Carranza entre Juan Enríquez y Mina, podrán constatar que Veracruz es un pueblo damnificado, los alambres transmisoras de energía eléctrica, cruzan las calles en forma tan desordenada que semejan una telaraña, lo peor es que muchos de esos cables pasan a través de los árboles y en caso de un viento fuerte del norte, con seguridad los cables se desprenderán, dejando sin energía a la población, estamos peor que Haití, nosotros sin terremoto.
En una ocasión sugerí que se colocaran los cables en forma subterránea, los usuarios de los cables pagarían el importe de un gran proyecto concebido con pequeñas aportaciones de la ciudadanía. ¡NADA! Estamos como estamos, por que nos hemos acostumbrado a la mala vida, la mugre, el desorden y la negativa de pagar un solo centavo, si no es para directo beneficio de quien desembolsa, es urgente resolver el problema y solo queda hacerlo por la fuerza, establecer un impuesto por el empleo subterráneo de las líneas de transmisión eléctrica.
Definitivamente, somos un pueblo damnificado, diariamente escuchamos por el radio el anuncio, ¿amenaza? de que la empresa, que mal presta el servicio de agua potable, suspenderá el servicio para reparar el pozo con el cual se suministra el agua. Absurdo, en cualquier pequeña empresa donde se requiere el agua, para operar un pozo tienen dos motores instalados, si uno falla, entra en operación el otro. ¡AGUAS!
Agosto 21 de 2021 lmwolf1932 gmail.com |
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