Rechazamos categóricamente la calumnia, dice molesta e inflamada de nacionalismo la presidenta Sheinbaum, respondiendo el comunicado presidencial estadounidense que señala como causa del incremento de aranceles a productos mexicanos, las “intolerables relaciones del gobierno mexicano con el crimen organizado”, cumpliendo la medida ofrecida en campaña por Trump, y que el gobierno mexicano desdeñó como posibilidad desde el año pasado.
Dijo que las medidas arancelarias tomadas por el gobierno estadounidense tendrían respuesta, para ello se tenían los planes México, A y B, y otros más, porque tiene, dice, la cabeza fría y mucha mucha serenidad y paciencia como el clásico Kalimán. Es decir que no hay porqué alarmarse, pues ya dispuso abrazar a los paisanos que devuelvan deportados. Además, nuestra economía es fuerte y los vecinos se darán cuenta rápidamente que, con sus medidas, en el pecado llevarán la penitencia, porque en realidad se están dando un tiro en el pie.
En lo que se dio el acuerdo con Trump de pausar un mes la implementación de los aranceles y en su momento valorar el cumplimiento de las condiciones exigidas, el gobierno va llamando a la unidad nacional y a entonar el himno nacional, porque para eso son ellos la encarnación del pueblo. ¡Todos a mí! convocan, haciendo valer el precepto nacionalpopulista, el patriotismo que ahora reclaman como guardianes de la soberanía nacional, mientras continúan demoliendo el país con el Plan C, dejado como herencia magnánima del gran timonel que exige desde su casa la continuidad de su cuarta transformación, destruyendo la democracia, la república y la constitución a través de calumnias, descalificaciones y persecuciones de quienes piensen o sean distintos. Igual como actúa el gobernante del norte.
Las medidas tomadas por Trump, sus discursos y acciones, y todas sus ideas anunciadas desde hace meses, podrían ser miradas como una visión remaxterizada de nuestros gobernantes de la trasformación, pues se conducen con la misma soberbia pero en inglés. Por ejemplo, ignora a los otros, reclama para sí la identidad nacional, el nacionalismo, desprecia el diálogo, rompe instituciones y leyes, desprecia y hace pedazos a los diferentes. Son solo ellos la razón de la historia pasada, presente y futura. Como aquí, se asumen del lado correcto de su historia y nos están ordenando la misma receta. De uno y otro lado de la frontera se sienten razón, vida y destino, vaya, el maná, la solución a todos los problemas. Entre populismos nos veamos y vivamos.
Por un lado, las políticas estadounidenses nos lastiman amplia y profundamente, por el otro, también lo hace el pasmo e incompetencia de nuestros gobiernos y clases políticas hegemónicas, hacia el exterior y más hacia el interior, pues independientemente de lo que suceda con el vecino, ellos siguen la construcción autocrática. Aquí y ahora, igual que los criticados vecinos, quienes nos gobiernan ni ven ni oyen a los opositores, pues la diferencia a sus deseos son traiciones a la patria, las criticas u opiniones distintas les justifican a vociferar y calumniarlos, respuestas que no han cambiado, implantadas en 6 años de otros datos, de burlas y polarización.
Requerimos sí unidad nacional, requerimos sí, mesas amplias donde quepamos y hablemos todos; la República, México, lo reclama. Pero para ello hace falta mucho más que la arenga patriotera. Hace falta humildad, apertura y voluntad política que hoy por hoy ha sido abandonada por la soberbia, la intransigencia y la cerrazón para entender la dimensión de un México democrático, plural, diverso, que no solo puede encorchetarse en las visiones y verdades únicas. Por más mayorías que hayan negociado e impuesto tan cuestionablemente.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
En Austria la ultraderecha, en México la “izquierda”, ambas se posesionadas de “la encarnación del pueblo”. Allá el nuevo canciller del pueblo, aquí la ministra del pueblo, las coincidencias de los populismos.
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