“Lo dicho: los mexicanos sois de acero”. Esa es la expresión de hace unos días, de un querido amigo español como respuesta ante las notas sobre la violencia bárbara que padecemos en nuestro país. Las imágenes, los videos, las lecturas que ha recibido del México que vivimos, al que me consta que conoce y quiere, lo han llevado a muchas otras expresiones del caló español que reclaman sorpresa e indignación.
Sí, sin duda vivimos tiempos de oprobio que se han vuelto asquerosamente normales por la frecuencia con la que suceden, que muchas veces se prefiere no comentar, por el terror que genera su proximidad, pero que todos sabemos que nos rondan y acechan cotidianamente. Lacerantes los niveles de resistencia en los que nos hemos forjado, de resiliencia en los que nos hemos ido acomodando para existir, aunque esto no necesariamente sea vivir, como diría Jack London.
La zozobra diaria en las vidas de millones de mexicanos, relacionada directamente a la inseguridad, flagela y daña su vida y patrimonio, por los pesares y tragedias, por el silencio obligado respecto de la arbitrariedad y la impunidad que rodea a los quehaceres delictivos, a las formas de los comportamientos de funcionarios e instituciones que, o son incapaces de enfrentar a los delincuentes o son cómplices, mala cualquiera de las dos opciones.
Al final se gesta un ambiente nacional ligado ahora mismo a una visión que asume el humanismo para argumentar la pasividad, la inacción, la connivencia con quienes pueden hacer realmente lo que les plazca, incluido un estado paralelo con todas sus funciones.
Abrazos no balazos, los de las bandas son también seres humanos, ataquemos las causas y quitemos posibilidades al reclutamiento de jóvenes. Frases o ideas discutibles, que podrían verse como ingenuas o necesarias si no fuesen tan ofensivas ante lo que viven diariamente millones de mexicanos directamente y otros millones más indirectamente. De Fox a la fecha se registran más de 420 mil homicidios de los que más de 120 mil se han realizado en la presente administración.
La inseguridad no solo es muerte, también es extorsión, es tráfico de humanos y estupefacientes, es secuestro y muchas más formas de afectar una vida cotidiana que debe asumir la normalización del terror, de la barbarie.
No sé si mi amigo español pueda tener razón sobre la fortaleza de una sociedad como la nuestra, lo que es cierto es que vivir en estas condiciones, es una realidad que nadie merece, una realidad que duele, que inhibe la paz social y el desarrollo, que cancela oportunidades de calidad de vida, que socava la democracia y abre el espacio a controles políticos autoritarios. La oscura era que en muchos de sus escritos Hannah Arendt planteaba que llegaría, está aquí, recordándonos sus reflexiones y el camino que debe de seguirse para salir de ella.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Altas y muy altas temperaturas para Veracruz en esta semana, el año más seco en 41 años. ¿Que estamos haciendo frente al cambio climático? |
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