Hasta hace unos años, la construcción de la tolerancia como eje democrático, no venía siendo fácil en una sociedad como la nuestra, heredera de siete décadas de partido hegemónico. A tropezones de sangre, incertidumbre y mucha tenacidad, nuestra travesía democrática avanzaba con pasos lentos pero notorios, muestra de ello es la llegada del actual gobierno.
Por eso es tan paradójico y contradictorio que ahora, lo alcanzado por todas las fuerzas políticas y sociales, lo avanzado y establecido, peligre. Estamos frente a los pendientes de una difícil travesía democrática azolada por ejercicios públicos y de gobierno ruines, arbitrarios y corruptos, que varias veces y durante muchos años hemos logrado superar cuando pusieron en duda la trascendencia y el valor de vivir en democracia.
Por ello es menester discutir la política de intransigencia dicotómica, autoritaria, que desde el poder público y otros espacios políticos y sociales se nos impone, del conmigo o contra mí, de la elaboración de listas de uno y otro lado, de tan solo blancos o negros. Ante eso es vital generar frentes permanentes de cuestionamiento público que establezcan y reconozcan la multiplicidad de puntos de vista existentes y construir un contexto de coincidencias, tal vez mínimas, para atender nuestros problemas, no profundicemos en nuestras diferencias, pues es una ruta perniciosa de visión y acción pública que no aporta a nuestro momento histórico y que si, por el contrario, ayuda al desmonte de una democracia que pese a sus claroscuros debe ser cuidada y fortalecida ante los vientos autoritarios que la amenazan.
En su Informe 2021, Latinobarómetro registra que en México existe un porcentaje muy alto (22%) de apoyo a un régimen autoritario, situándonos junto a Paraguay, país que encabeza esa lista con 24%. La democracia sentida y vivida, cuestionada por muchos por considerarla un ineficiente mecanismo para responder a los problemas, nos conduce a un preocupante escenario de endurecimiento social, pues según el Latinobarómetro2021, un gobierno no democrático podría llegar al poder con el apoyo del 52% de los encuestados, de percibirse que resolvería los problemas actuales.
Entramos a una etapa de mayor riesgo para nuestro sistema democrático, impulsado paso a paso en la gradualidad de ir atajando las formas autoritarias y arbitrarias de partido único de la posrevolución de 1910 y su herencia, en una larga transición que implicó reconocer los valores que significaban y daban trascendencia a las luchas por esa construcción democrática, que aspiraba a alcanzar una condición política de libertades, derechos y justicia.
Los logros democráticos pueden y deben ser discutidos en su trascendencia, en sus pendientes, en sus niveles de valoración y realizar las modificaciones para mejorarlos y lograr ejercicios y gobiernos democráticos eficientes, trasparentes y que rindan cuentas, que se apeguen a las leyes y garanticen los derechos de todos.
Las actuales tentaciones autoritarias, no sólo en nuestro país, pueden y deben enfrentarse en debates serios, amplios, que garanticen reconocimiento a la pluralidad existente, que cierren el paso a los fascismos e intransigencias vengan de donde vengan y que desgraciadamente, cada vez se hacen más presentes en sus extremos, utilizando el espacio democrático para argumentar en su favor y contra los valores de la misma democracia que parecen despreciar.
LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Embarazo infantil, menores de entre 10 y 14 años, 32 diarias en parto, cifras catastróficas. |
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