Hay nuevos gobiernos en México y también en Veracruz, no solo porque corresponde al calendario electoral, sino que también lo son en el sentido de su origen partidario, orientación programática, ofertas de campaña contra el status quo.
Estas últimas originaron buena parte de los votos emitidos a su favor y organizan las esperanzas de millones que reclaman romper las aciagas condiciones de vida que los laceran, que construyen sus infiernos, que quitaron vidas, que llevaron al hartazgo y miedo social al límite del desfiladero.
La legitimidad lograda en las urnas de los gobiernos ahora en funciones, les otorga un bono de respaldo democrático nunca antes visto. Los apoyos sociales que ahora tienen provienen de una sociedad que dio mayorías de representación pero no cheques en blanco. Las expectativas generadas en amplios sectores sociales merecen ser consideradas en las formas y decisiones en que realicen sus ejercicios públicos y, obviamente, para que sus actos administrativos den los resultados que se comprometieron.
Es claro que los complejos problemas que enfrentamos requerirán de mayores plazos para solucionarse, porque por ejemplo, la reconstrucción de las instituciones existentes o la generación de nuevas no será una tarea fácil. Dar soluciones a esos problemas sensibles que las mayorías señalan, implica un alto nivel de capacidad humana y sistémica, para procesar las demandas ciudadanas, la reorganización administrativa y la eficiencia presupuestal que garanticen actuar responsable y oportunamente, dando un puntual seguimiento y evaluación de las acciones para ofrecer los mejores resultados.
La capacidad y experiencia que se requiere para este cometido, deberán ser piedra angular para hacer trascender la voluntad política manifestada por las nuevas autoridades, para lograr las sumas por un México y un Veracruz distintos.
Superar nuestras problemáticas pasa indefectiblemente por nuevas formas en el ejercicio de los integrantes de las instituciones, mostrando comportamientos que expresen su vocación de servicio y honestidad, demostrando que se pueden romper las simulaciones, que se cierra el paso a la corrupción y que se puede ser eficiente con firmeza y claros objetivos sociales.
Tantas veces traicionadas, las esperanzas no deben volverse a trastocar. Los nuevos gobiernos tienen ante sí el compromiso de asumir con prestancia y alto sentido de responsabilidad que, el depósito social conferido, les reclama construir ese ejercicio publico democrático, tolerante, eficiente, con gobernantes y servidores públicos que realmente se ocupan de sus ciudadanos, decididos a enfrentar la pobreza y la corrupción, a generar empleos, a ofrecer servicios de educación y salud de calidad, en donde la inseguridad se combate con políticas inteligentes, con acciones apegadas a derecho.
Las esperanzas están allí a flor de piel en millones de mexicanos; el reto es lograr incidir como protagonista de esas transformaciones institucionales y de comportamientos sociales que den paso a un México y un Veracruz en paz, donde la justica social derive en oportunidades para una vida mejor. Pensar y comprometernos en asumir todos la parte de responsabilidad que nos toca para cambiar nuestras vidas, será un buen principio para acompañar los nuevos tiempos.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Por el bien de Veracruz, elevemos el nivel de la discusión política. |
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