Dos apuntes sobre la mezquindad política de la mayor actualidad, aunque sin duda hay otros memorables.
La encontrada en el partido gobernante y al parecer triunfador absoluto de las pasadas elecciones. Esto es que, teniendo y manteniendo todo el poder y ostentando una cobertura de acción y decisión sin contrapesos, parecen insatisfechos, continúan comportándose a la ofensiva, lastimando y criticando a los opositores, a los vencidos. Queda claro de qué están hechos los ganadores, cuando no saben del dicho popular que reza: “grandeza en la derrota y humildad en la victoria”.
Han obtenido todo el poder y por eso actúan como si les estuviera permitido hacer lo que quieran, sin respetar la ley, ni los procedimientos. Avasallantes, sordos y ciegos ante las opiniones contrarias, contra los que piensan distinto. Imaginan que el país les pertenece, al punto de ignorar que hay millones de personas que no les votaron, que no les son afines, que no les aplauden, pero que también son mexicanos, ciudadanos a los que se les debe respeto y consideración política aunque sean grupos minoritarios.
Existen voces distintas que en su visión autoritaria deben ser silenciadas. Las oposiciones consustanciales a una democracia, a una sociedad como la mexicana, que abriga pluralidad pero que los vencedores fustigan porque ganaron para imponerse a cualquier precio, y harán su segundo piso transformador sin escuchar a nadie que no este de su lado.
En el gobierno cuatrotero de partido hegemónico ha desaparecido la ética política, se han violentado las normas de moral política y de legalidad, como es el caso de la pretendida sobrerrepresentación, la destrucción Suprema Corte de Justicia o de todo el PJF y la captura o desaparición de los organismos autónomos para ya no tener freno alguno del INAI, el INE o el TEPJF. Ellos, los que lucharon tantos años contra el PRI como partido hegemónico, ahora reviven sus peores pesadillas y lastres democráticos. Ver para creer.
El segundo apunte es precisamente para el PRI
La historia político postrevolucionaria de la nación mexicana no se entendería sin la existencia del PRI, el partido hegemónico del siglo pasado, con una balanza en equilibrio de logros y fracasos durante décadas. Un imperio gubernamental que formó y deformó a millones de ciudadanos, que impuso la cultura del comportamiento político bueno y malo, y mucho más, apoyado en una estructura territorial y estatal y un poder omnipresente de alcance nacional.
Ese instituto político lleno de glorias, también se convirtió en el epítome, en el sumun de las malas prácticas, de la corrupción y la ambición destacadamente, Y como todos los imperios se pudrió desde dentro, sin un atisbo de autocrítica, de reflexión y perspectiva de entorno, cayendo una y otra vez, en peores condiciones en cada elección. La más lamentable fue la del 2 de junio y nadie se hace cargo.
El tamaño de la mezquindad interna se evidencia este 7 de julio, al realizar su Asamblea Nacional, momento propicio para hacer un balance general, un rediseño institucional, un ajuste programático, incluso una remodelación total que de respuesta y haga frente a sus nuevas circunstancias. Pues no. Nada de cambiar. Lo único que cambiaron fueron sus estatutos para que el dirigente que ha encabezado la debacle, pueda reelegirse y seguir manejando el esqueleto de partido. Increíble, pero cierto.
Una luz en el horizonte.
En medio de estos escenarios complejos, este fin de semana se llevó a cabo el Encuentro Nacional Ciudadano convocado por el Frente Cívico Nacional y otras organizaciones sociales formadas al calor de luchas varias en los últimos años, que acudieron con ánimos para la construcción de una ruta que reconozca y dé cauce a las participaciones concretas y acciones alternativas de ciudadanos que no encuentran referencia en las fuerzas políticas partidarias ahora existentes y que se oponen a la evidente construcción autoritaria en marcha.
Se realizó además, el balance del proceso electoral de este año, debatiendo las acciones que se pudieran implementar para luchar contra la sobrerrepresentación de Morena, la reforma del PJF y la desaparición de los organismos autónomos. Se estableció la necesidad de una reflexión y consulta nacional para, con realidad y cercanía, establecer una nueva fuerza política que refiera sustentos y esencias distintas de las estructuras partidarias existentes dadas los evidentes rechazos a las formas tradicionales de dirección, integración y operación así como su nulo compromiso para con las necesidades y los reclamos de amplios sectores y luchas que no encuentran espacios de representación.
En este Encuentro Nacional Ciudadano se asume que la decisión final sobre el rumbo y la forma que se resuelva para una nueva construcción política, estará en función del reconocimiento de las voces que acudan a esta consulta nacional y que deberá ser sobre bases de incorporación de las razones, de causas, de los sentimientos y las emociones que se presenten para consolidar o no, un nuevo espacio político que sea referente de las aspiraciones de esa ciudadanía que busca defender la convivencia en una democracia que permita resolver los problemas nacionales con justicia, tolerancia, libertad y con el reconocimiento y la inclusión de todos.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Totalco, silencio de todos, la herida que se desdeña y que no cierra.
Martín Quitano Martínez
mquim1962@hotmail.com
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