“Los tiempos del señor” son perfectos: Adán Augusto dixit. Son estos tiempos los que marcan calendarios políticos más allá de la ley y las instituciones; los que adelantan procesos, definen quehaceres y acentúan las dificultades de responsabilidades de gobierno y administrativos. Son los que desatan los cálculos y aspiraciones de los competidores que él acepta como tales, a los que cariñosamente les llama “sus corcholatas”.
Revive con inaceptable fortaleza la ignominiosa tradición priísta del “tapado” en su versión barriobajera de las corcholatas. Continuidad de una tradición que parecía rebasada respecto de quienes podrían aspirar a ser los beneficiados del gran dedo elector del jefe político y máximo del todopoderoso grupo gobernante que desprecia las reglas y los límites legales.
Observar a los personajes designados tan despreciativamente, sonreír emocionados, implica que están dispuestos a asumir que la calificación, es un gesto favorable del juego político impuesto por el que toma las decisiones. Así que, si se quiere jugar para ganar la presidencia, habrá de agradecerse el insulto, porque es una forma de inclusión, además de mostrar total obsecuencia en alabar al jefe máximo y garantizar la continuidad de su legado. No se necesitan luces propias, ni proyectos nuevos, solo obediencia ciega.
Sin rubor, acatando los tiempos del señor, las corcholatas parten a los caminos para predicar sus bondades sin más recato que la voluntad misma. Vulneran los marcos legales, las reglas que para esas acciones se han definido, pero no importa porque son las corcholatas del poderoso. La legalidad electoral tendrá que esperar las interpretaciones que en su momento se escojan para saltar los obstáculos, porque esas normas solo son unas camisas de fuerza que no aplican para quienes encarnan las voluntades populares y están muy lejanos de las ortodoxias terrenales. ¿O me van a salir con que la ley es la ley?
De los muchos apóstoles, a tres les han abierto el camino para placearse, sin importar que aún falte mucho tiempo para las precampañas, pasando por alto los problemas en los que nos encontramos como nación. El fuertemente cuestionado desempeño gubernamental y la vida política serán sometidos a un esfuerzo y
distractor adicional de cara a la sucesión nacional. Para un amplísimo número de funcionarios y políticos del actual régimen se deberá encontrar el cómo y con qué se promueven los aspirantes que han sido envestidos como corcholatas oficiales, enmedio de las pujas internas de los grupos, las zancadillas, los golpes o las traiciones que surgirán mucho antes de lo planeado.
Todo es prematuro. adelantado. Los preparativos de la sucesión dos años antes. El ruido, el caos de las lealtades, los gastos adicionales, los dineros opacos, los posibles usos de recursos públicos, los ánimos exacerbados, las movilizaciones, ocurriendo cuando aún no es la hora.
Los complejos momentos que vivimos adquieren en muchos apartados carácter de tragedia y es difícil entender cómo se privilegia una discusión que tendría que correr en otras condiciones y tiempos en lugar de atender mejoras urgentes de la convivencia social, de concilios necesarios y soluciones ante las crisis.
Lo que queda claro es que nada es más importante que los tiempos del señor.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Las metas de México para contribuir a la reducción de emisiones contra el calentamiento global no se cumplirán, pero no importa, ya andamos en campaña. |
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