Martín Quitano Martínez
mquim1962@hotmail.com
twitter: @mquim1962
Nada puede ir bien en un sistema político en el que las palabras contradicen los hechos.
Napoleón Bonaparte
En diciembre los 212 alcaldes de nuestra entidad entregan cuentas de sus
quehaceres, en eventos donde la simulación es la actitud que, más allá de las
poses individuales, se asume colectivamente por los cabildos mayoritariamente
disfuncionales, en donde los acuerdos internos se basan en la contraprestación de
regalías a cambio de disminuir o nulificar su presencia real en la influencia que
deberían tener en la toma de decisiones del ayuntamiento.
Se acerca el día de presentar el informe anual de actividades del segundo año, de
la mitad del ejercicio para el que fueron electos ofreciendo cambiar, mejorar su
municipio; están en la mitad de una actividad administrativa y de representación
política que, en la mayoría de los casos, poco o nada han hecho que pueda ser
reconocido por buena parte de sus conciudadanos.
Salvo contadas excepciones, en los cabildos y en las áreas administrativas es
común encontrar funcionarios de bajo perfil, también personajes sin vocación de
servicio o con una idea errónea de sus responsabilidades. El resultado es una
dinámica desaseada o insustancial en la gestión pública municipal, empezando
por la comodina posición de los ediles, incluyendo los presidentes municipales,
ejemplos de malas prácticas y de incapacidad administrativa y política, con huellas
de inoperancia u opacidad cuestionables por los daños derivados de la falta de
respuesta a los problemas que deberían atender.
Muy pocos alcaldes y cabildos podrán estar satisfechos; los pendientes, el
abandono de sus ciudadanos y territorios pueden observarse a simple vista. Sólo
los cínicos y las cofradías administrativas que endulzan sus oídos para resguardar
sus espacios de poder presumirán sus logros, ahítos de soberbia y patanería. Los
persiguen sus verdaderos rostros, más allá de las caras sonrientes que enseñaron
en campaña, ofreciendo un imaginario de voluntad y posibilidades que en los
hechos demostró estar muy lejos de lo que ahora podemos observar y vivir.
La ineficiencia administrativa, la ausencia de planeación estratégica, la ignorancia
de los deberes del ejercicio público, la lejanía hacia sus gobernados, y la
protección de intereses facciosos y privados, han sido moneda corriente en dos
años de trabajo que no acusa diferencia respecto de ejercicios anteriores.
Pareciera que los ayuntamientos siguen sin entender ni dar acuse de recibo de los
mensajes sociales, de comprender que en este primer piso de gobierno nuestros
problemas requieren mucho más que lo hasta ahora han mostrado.
Han quedado muy lejos de entregar buenas cuentas la mayor parte de los
ayuntamientos veracruzanos. Sólo tratarán de esconder sus pésimos resultados
desde discursos reiterativos de mentiras, acompañados de fieles aplaudidores por
intereses mezquinos. Queda claro que como sociedad nos falta mucho para
mejorar la calidad de nuestros representantes, para ello es necesario vigilarles y
exigirles más, señalando y castigando en las urnas sus yerros. Pero eso también
demanda un mayor involucramiento en los asuntos públicos para trascender el
papel jugado hasta ahora y convertirnos en protagonistas de los cambios que
necesitamos.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
¿Se darán cuenta que el acarreo, obligatorio o no, en el acto del Zócalo los hace
idénticos a los que critican? Cada vez menos diferentes, que pena. |
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