66 Personas fueron “levantadas” en una jornada terrible en Sinaloa. Muchos de ellos infantes, varios conformando familias enteras que fueron literalmente sacados de sus casas. Ante ello, la estulticia, la desvergonzada réplica de un comportamiento forjado a la luz de discursos mañaneros donde la falta de empatía, de solidaridad del humanismo mexicano, es la muestra palpable de su vacuidad.
Este gobierno que termina desnuda sin pudor su sencilla y procaz regla de trabajo. Mientras menos se involucren, mejor. El patriarca dice que ellos tienen la verdad y dice también de lo inédito de sus quehaceres de representación política y administrativa, lo que significa que todo lo pasado es corrupto o no sirve. También sentirse orgulloso de que desde diciembre del 2018 el país se transformó y los males han acabado, por lo que la vida es feliz y peor para aquellos que lo duden.
Por lo anterior, con sucesos como los de Sinaloa, la estrategia es minimizarlos, declararlo inexistente o señalar a los del pasado que son sus enemigos y buscan como dañarlos. Esta cantaleta la hemos escuchado 5 años, en el gobierno federal y en los ecos de gobiernos estales y municipales, incluida ahora su candidata presidencial. Repiten que en realidad no hay problemas, son tan solo “cosas que lamentablemente ocurren” pero “no hay que tener miedo”.
Eso dicen, pero en su recorrido por Tamaulipas, resguardaban a Sheinbaum tres camionetas pick up artilladas, un vehículo tipo rinoceronte, tres camionetas pick up de la Guardia Nacional, dos de la Guardia Estatal y una ambulancia de la SEDENA. Un austero escudo de seguridad porque no tiene miedo.
Y eso que dicen que siempre se está trabajando, teniendo mesas y mesas de seguridad diariamente encabezadas por el presidente, que se replican con gobernadores, para garantizar que estemos en paz y se goce de seguridad, “nunca un gobierno había trabajado desde tan temprano”. Evidente que madrugar todos los días no nos ha dado paz y seguridad. Su discurso se trata de la negación de una realidad vivida diariamente en un país dolorosamente ensangrentado.
En consecuencia, se descalifica cualquier dato que suene a una realidad que ellos no aceptan, cualquier reclamo fundado les suena a crítica dolosa, por ello desvían sus respuestas o de plano las evaden señalando otros temas. Como Sheimbaum que se dedica a repetir de manera mimética el guión del presidente, con puntos y comas, lo que resulta ofensivo pero que, calcula, es provechoso para sus intereses de la continuidad.
Los datos, las imágenes, las historias diarias de la violencia y la inseguridad, de las afectaciones a vidas y patrimonios, deberían significar un sentido mínimo de cercanía de quienes gobiernan, pero no. Excusas, todas. Desde la investidura que puede ser lastimada hasta la abolladura de las campañas, impiden cualquier reconocimiento al sufrimiento de todos los días. Que se queden con la pala en la mano o la deje por allí. Que no tengan miedo, que no conspiren, que dejen de lastimar a la gesta de la transformación, pero principalmente que dejen de lastimar al presidente más atacado de la historia. Qué poca vergüenza.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Incendios en Veracruz, otra muestra de la incompetencia y el abandono presupuestal y humano.
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