Tenemos una condición de dolor en nuestro país que dista mucho de los imaginarios de felicidad que oficialmente se reconocen y que sin pizca de autocrítica se presentan. La crudeza de nuestra situación se muestra día a día en hechos y datos que se van conociendo mucho más allá de medios o redes, ya que la cercanía de la desgracia se observa tocando las puertas de todos.
Hace unos días acaba de pasar la fecha establecida para conmemorar contra la violencia hacia la mujer. Independientemente de la “buena voluntad” de algunos eventos desde los espacios institucionales, los actos mostrados hacen patente la ausencia o ineficacia de una estrategia que arroje impactos positivos y sin embargo hay acciones que se identifican como efectivamente negativas.
O cómo podríamos llamar a la evidente lejanía hacia los reclamos que nuevamente se hicieron sentir el 25 de noviembre pasado de parte de ese conjunto de personas que con razón se indignan contra el abandono institucional que se demuestra frente a los registros y estadísticas oficiales respecto de la violencia de género, en los que los feminicidios se incrementan y las agresiones y violaciones continúan sin dique alguno.
Cómo alejarse de las condiciones que se viven en nuestro país y observar sin horror la “normalización” que representa el incremento en las desapariciones. Crímenes que se ostentan como incontenibles, registran un dato de terror: en lo que va del 2022, las desapariciones alcanzan a 16 644 personas, de las que 8,447 siguen sin ser localizadas (68.17% hombres y 31.76% mujeres). Con datos de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), en los últimos cuatro años hay 37 mil desapariciones. Solo en 2021 se cerró con 8,820 personas desaparecidas que aún se desconoce su paradero, cifra prácticamente igualada en este año. Las entidades con mayor número de personas desaparecidas son CDMX con 1,213 casos, EDOMEX con 907, Veracruz con 556, Nuevo León con 474 y Zacatecas con 403.
En una entrevista para el Universal, (04/12/2022), el activista Michael Chamberlin plantea que “Una de las principales recomendaciones del Comité de Naciones Unidas sobre Desapariciones es generar un plan nacional de prevención” y por otra parte comenta que se ha normalizado la violencia de las desapariciones ya que, “ya nadie se espanta de que haya 26 desaparecidos diarios. Esta cifra es escalofriante y muy desesperanzadora”.
Según Chamberlin, el perfil de las desapariciones se ha ido moviendo, ya que si en el pasado inmediato existía una proporción mayor de hombres que de mujeres entre 18 y 35 años, “Esta proporción ha ido disminuyendo con el tiempo y ha ido en aumento. En este sexenio han crecido las desapariciones de mujeres y de niños. Estamos en 25% o 30% de mujeres y niños desaparecidos. Esto es verdaderamente espantoso”.
Ciertamente que el fenómeno de la violencia en nuestro país es complejo, difícil de enfrentar y encontrar positivos resultados inmediatos. La interrogante es ¿cómo se está procesando el problema?, porque los datos nos enfrentan a cuestionar si se están aplicando estrategias que permitan frenar y disminuir los hechos, porque más allá de los discursos complacientes, debe haber una real preocupación de las instituciones y de quienes las encabezan, para que se atienda este flagelo.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Se superan a sí mismos. La solicitud de declarar a Messi persona non grata, oportunista y banal, ¿no tienen ningún otro asunto más importante?
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