Es siempre una razón de vida esperar que ante situaciones complicadas las cosas puedan mejorar en algún momento. Así pasa cuando individual o familiarmente alguien enferma, cuando la economía es frágil, cuando se pierde el trabajo o cuando cambian los gobernantes y los que se van incumplieron las expectativas o promesas generadas.
La esperanza pues, rodea nuestras vida en una cotidianeidad que puede ser o no adversa o difícil, pero alienta la vida diaria al imaginar que pueden venir cosas nuevas y buenas que, en el caso de nuestro país, señalan los cambios de gobierno federal y en muchos estados incluyendo Veracruz, dando paso a que puedan plantearse buenos ojos a pesar de los nubarrones que han sido forjados por promesas incumplidas, ejercicios públicos negativos o mensajes de futuro poco halagüeños.
Si lo oscuro de muchos escenarios cancela las esperanzas, el reto es mantener el aliento de que las cosas pueden y deben cambiar, los ánimos que en muchas ocasiones son disminuidos por la dura realidad, deben convertirse en acicates para empeñar los esfuerzos.
Caer presas del pesimismo es fácil, por eso el mayor reto es rescatar las aspiraciones en momentos difíciles, buscando las rutas que permitan salir adelante y hacer las cosas diferentes. El mal tiempo no puede mirarse como el fin, porque es una oportunidad para mirar la batalla con otra perspectiva. En lo individual y en lo colectivo, vale recordar que la historia nos enseña y orienta a resistir, porque nada permanece ni es eterno, sea bueno o malo, preparándonos para momentos distintos.
Los tiempos de cambio de administraciones en lo puntual, son de esos momentos donde las esperanzas apuntalan el camino cuesta arriba. Así ha sido antes y esa premisa debe ser considerada por quienes ahora llegan. Para los desesperanzados debe ser un acicate para no pasar a la indiferencia, sino por el contrario, sean éstos los tiempos para hacer presencia y asegurar que sus voces sean escuchadas con propuestas, con posiciones que busquen cobijen la pluralidad y los valores democráticos de tolerancia y respeto. Dejar hacer y dejar pasar nunca deberá ser una alternativa. Es menester mantener las utopías, pues ellas sirven para caminar.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
El ¡fuera whatsapp de Venezuela! nos recuerda que los dislates de los gobernantes no sólo suceden en nuestro país.
mquim1962@hotmail.com
X: @mquim1962
La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos,
ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.
¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, para caminar.
Fernando Birri |
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