Las sensaciones sociales predominantes son encontradas, incluso contrastantes. Aun cuando de manera permanente se nos repite desde la oficialidad que las cosas se han transformado y que se avanza viento en popa y muchos mexicanos así lo manifiestan, para muchos otros ámbitos sociales es palpable que día con día los problemas no solo no se han resuelto, sino que continúan igual o los problemas se han profundizado.
Sirve de ejemplo que prácticamente todas las encuestas muestran al presidente López Obrador por arriba del 55 % de aceptación y reconocimiento positivo, lo cual contrasta cuando la misma encuesta pregunta sobre el ejercicio de su gobierno y allí las cosas comienzan a mostrarse diferentes, obteniéndose resultados adversos prácticamente en todos los aspecto de las distintas áreas de gobierno.
Se traducen en críticas fuertes, con registros por arriba de la media para el mal manejo de la seguridad, las condiciones económicas, el combate a la corrupción, la oportunidad y calidad de los servicios de salud, por decir los más sensibles y que muestran lo que en estos casi cuatro años se puede entender como que el bono de legitimidad y respaldo empieza a ser cuestionado de cara a vivencias cotidianas personales, diferentes a la buena imagen que mantiene el presidente.
El tema se muestra con mayor claridad y crudeza, si se revisan los resultados de los gobernadores de cualquier color, en especial los del mismo signo del presidente, que parecen naufragar en océanos turbulentos de señalamientos de incompetencia, corrupción y malos manejos.
A muchos los ha cubierto hasta ahora el manto del presidente, pero las sensaciones de insatisfacción y molestia social se muestran explícitamente con los porcentajes de las mismas encuestas; visibles quiebres de aceptación a comportamientos y resultados muy lejanos de los ofrecidos, más parecidos o cercanos de lo que decían confrontar.
Una sensación de desencanto camina derribando ilusiones; el ambiente generado sobre las expectativas de encontrar asideros en la idea de experimentar nuevas formas de entender la vida pública y su relación con la sociedad, sin duda ha topado con sucesos que cuestionan los dichos. Hoy nos enfrentamos tristemente a
la reproducción de prácticas que pensábamos rebasadas, que nos recuerdan los más cuestionables comportamientos de los que echamos del poder por sus malos resultados. Asistimos a la reedición de las mismas malas prácticas que fueron criticadas y señaladas hace años por los que ahora ejercen el poder, pero que supuestamente ahora son buenas.
Malas decisiones que minan y derrumban los cimientos de una construcción transformadora ofrecida y que provocan la sensación de incumplimiento, porque muy poco se puede reconocer en las actuales circunstancias.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
¿Y cuando se declarará asunto de seguridad nacional la protección del medio ambiente? |
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