La onda de calor por la que atravesamos muestra los estragos que hemos ido generando como espacie a nuestro planeta. Desde hace varias décadas se ha alertado sobre las nefastas consecuencias del agresivo modelo de crecimiento económico predominante. Circunstancias críticas, eventos donde todos al final perderíamos, unos antes que otros pero al final sería tan solo cuestión de instantes que darían paso a una crisis planetaria de proporciones fatales que pondrá en riego la sobrevivencia de nuestra especie y arrollaría a muchas más.
El desenfreno de los consumos en favor de las ganancias económicas, del “disfrute de las sociedades” sin más límite que la capacidad para comprar pasaba por la degradación de nuestros hábitats, por la saña sobre seres vivos que los habitaban y por la pérdida paulatina pero permanente de los servicios ambientales que nos prestaban, alejados de los rendimientos económicos pero vitales para nuestra existencia y la de esos seres vivos que han pagado con su vida, y lo seguirán haciendo, la incapacidad de oponerse a la mente y acción “superior” de la humanidad.
Vemos y vivimos las alteraciones que significan la contaminación de nuestro aire, tierra y agua. Acusamos la pérdida de nuestro vital líquido y padecemos temperaturas cada vez mayores en la modificación climática de regiones que ahora sufren las consecuencias del abandono institucional, empresarial y de sociedades que miraban muy lejanos los tiempos de la crisis; todos como los grandes pateadores de los botes que ya sonaban desde hace muchos años.
Hace unos días, se publica en la revista NATURE un trabajo de un grupo de científicos conocido como Comisión de la Tierra, como una iniciativa organizada por Tierra futura con financiamiento de la UNESCO, el PNUD para el medio ambiente y el Consejo Científico Internacional, “el estudio revisa específicamente el clima, la contaminación del aire, la contaminación del agua por fósforo y nitrógeno (por el uso excesivo de fertilizantes), las reservas de agua subterránea, el nivel del agua dulce superficial, el entorno ambiental sin construcciones y el hábitat natural en general y el que ha sido construido por el ser humano. Sólo la contaminación del aire no se encuentra en un nivel peligroso a nivel mundial, pero va camino de serlo”*.
La compleja circunstancia en la que nos encontramos es reflejada con una visión crítica demoledora, pues se visualizan elementos sociales respecto de los momentos en los que estaremos siendo afectados en caso de no contener lo que para muchos es irreversible “Las contribuciones al cambio del sistema terrestre y las consecuencias de sus impactos varían mucho entre grupos sociales y países. Dadas estas interdependencias entre el desarrollo humano inclusivo y un sistema terrestre estable y resiliente, se requiere una evaluación de límites seguros y justos que dé cuenta de la resiliencia del sistema terrestre y el bienestar humano en un marco integrado**”
Los cambios que hemos sufrido como planeta a decir del estudio “socavan los sistemas críticos de soporte vital con impactos sociales significativos que ya se sienten y podrían desencadenar puntos de inflexión que desestabilicen irreversiblemente el sistema de la Tierra***”.
En la siguiente entrega se comentarán más datos que se presentan en el estudio.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
La fractura del Estado de Derecho debe ser un asunto preocupante para todos, incluidos todos, porque un país sin ley es entrar a la barbarie.
*Sin Embargo MX Redacción 11/06/2023
** Sin Embargo MX Redacción 11/06/2023
*** Sin Embargo MX Redacción 11/06/2023
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