Cierto que desde antes, pero con toda claridad desde hace 6 meses, Veracruz sigue atrapado en una lógica de permanente confrontación interinstitucional. Y la discusión no es si es verdad o mentira la información que se intercambian a bofetadas mediáticas sobre la inseguridad y la procuración de justicia, sino que detrás de los cuestionamientos a una fiscalía con problemas de credibilidad se descubre un gobierno estatal que encuentra en los señalamientos reiterados, una forma fácil de desmarcarse de sus responsabilidades, cancelando prácticamente cualquier nivel de urgente coordinación con ésta, para enfrentar las profundas debilidades de la seguridad en la entidad.
Al anterior escenario político, se suma otro problema de confrontación cotidiana, ubicado al interior de las dependencias y entidades del poder ejecutivo desde la llegada de los leales sexenales a los puestos de dirección y mando del servicio público. Hay una amplia percepción sobre las malas consideraciones y prejuicios de muchos de los que ahora gobiernan y administran la gestión estatal, lo que resulta en un desprecio permanente hacia lo anterior, señalando y sospechando de todo, desde lo alto de sus estaturas pseudo morales. La soberbia pareciera ser una característica que identifica al nuevo grupo gobernante.
La soberbia suele ser una mala compañera del trabajo en equipo, pues es muy mala consejera cuando se observa una grave fragilidad en el quehacer gubernamental a causa de una peligrosa combinación de inexperiencia, ignorancia y altanería. Las anécdotas van y vienen, y dejan la sensación de que es urgente modificar actitudes y reconocer que es necesario integrar, sumar el conocimiento y la voluntad del personal que ahora desprecian, pues de lo contrario, están quebrantando los principios mismos que discursivamente los hicieron llegar a donde están.
Es indispensable hacer realidad la humildad pregonada y la capacidad de mostrarse como representantes de todos; las posibilidades para mejores y más eficientes comportamientos que decían tener deben ser mostradas y con ello ser más que las palabras que se manifiesten en las arengas. El ejercicio político y administrativo ofrecido obliga a que en algún momento se haga un alto en el camino para que con razón y respeto se valore como está siendo el actuar.
Las esperanzas recogidas en las urnas, manifestación contundente de los agotamientos de formas y modelos administrativos y políticos que se basaron en la corrupción, la arbitrariedad, la impunidad y la ineficiencia, que socavaron los cimientos de las instituciones y pusieron en jaque la credibilidad del estado de derecho, deben ser atendidas y comprendidas como el respaldo por la transformación que nos es urgente y no como el cheque en blanco para establecer simulaciones que reediten aquello que tanto daño ha hecho.
La arrogancia y la prepotencia que en muchas dependencias queda manifiesta y peor aún la falta de voluntad para asumir que en los esfuerzos por cambiar nuestras condiciones se requiere que se muestren capacidades para dirigir las responsabilidades contraídas. Es urgente que los liderazgos que se deben de tener en los ejercicios públicos permitan clarificar la ruta y avanzar con la convocatoria de todos los involucrados, porque el primer semestre está por concluir y se requiere mucho más para mostrar que vamos por el camino correcto para la transformación ofrecida.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Aguas con el parteaguas en Veracruz, porque abriré el mar para descubrir a los que están conmigo o contra mí. Ya lo dije para todos, escucharon bien?? |
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