Inician funciones los nuevos ayuntamientos de Veracruz enfrentando en muchos casos, problemas y dificultades generados por las administraciones a las cuales sustituyen y contra las que se podrían fincar responsabilidades.
La corrupción, ineficiencia, opacidad y en ocasiones la ignorancia, fueron algunos de los elementos que caracterizaron a muchas de las recién salidas comunas que salvo honrosas excepciones, con evidente cinismo dijeron adiós sin pena ni gloria, dejando pendientes financieros, administrativos y sociales.
El quehacer público como actividad social se encuentra bajo el asedio de una desconfianza social que tiene suficiente evidencia y sustento en la inocultable y desvergonzada actitud de representantes y funcionarios para presentarse con razón y fuerza. Un desaseo e indolencia en el ejercicio público que a golpes de sucia y maloliente actividad abollan o destruyen las oportunidades de recomponerse y generar confianza.
Resulta común conocer de ediles y funcionarios municipales que concluyeron su encargo dejando evidencia de su ambición y falta de ética, de compromiso y de responsabilidad hasta el último día de su gestión, como puede observarse en el caso de la administración coatepecana que, habiendo desarrollado una gestión anodina y sin resultados favorables, se comportó hasta el final con ruindad y cinismo.
En varios municipios estatales se tuvo noticia en los últimos días del 2017, de empleados que no recibieron el pago de sus quincenas, como sucedió en el municipio de Coatepec, caso en que el comportamiento de la comuna saliente y sus responsables administrativos hicieron gala de arbitrariedad e irresponsabilidad administrativa y social al pagarse jugosos salarios y mejores aguinaldos y bonos con el recurso disponible, sacrificando la última quincena del año y prestaciones de cientos de trabajadores.
Esto sucede bajo el mando de un presidente municipal de muy bajo perfil y nula capacidad con una comuna cómplice de la arbitrariedad, que solapa esa bajeza,
apostando que no tendrían consecuencias si los ayuntamientos entrantes no quisieran “barrer para atrás”.
Los nuevos ayuntamientos deben esforzarse hacia su ciudadanía, pues llegan ofreciendo expectativas sobre un ejercicio que enfrente los fantasmas de su pasado inmediato, pero más aún deben conciliar el arribo y la convivencia de grupos políticos y personas de distinto origen y perspectiva que pueden desorientar un trabajo efectivo que promueva la confianza social que hayan podido generar. Por otra parte, la mayoría de los ediles recién llegados se enfrentan al desconocimiento de sus nuevas responsabilidades y en ocasiones a las luchas de los acomodos en las conformaciones y comisiones.
Los trabajos y gestiones que deberán desarrollar las nuevas administraciones municipales tienen un periodo muy corto para mostrar resultados, han tenido 6 meses para preparar su llegada, para planear su gestión; se supone que cuentan con diagnósticos serios y el conocimientos del territorio que gobernarán, debiendo demostrar que realmente prepararon sus gobiernos, lo que espero por el bien de todos que así sea.
Debemos anhelar y exigir para tener gobiernos locales eficientes, que desarrollen todas sus funciones correctamente, de forma transparente y abierta, que rindan cuentas, que cuenten con capacidad para tomar decisiones conforme a derecho, para que desde sus ámbitos de acción y siendo la instancia de gobierno más cercana, resuelvan muchos de los problemas cotidianos que sin lugar a dudas está en sus manos poder solucionar.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Que a pesar de nuestra realidad, somos el cuarto país más feliz del mundo. |
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