Dentro de todos los frentes de asedio del presidente, toca su turno al Instituto Nacional Electoral. Se acerca el proclamado desmonte del INE y el cobro de facturas a la institución bajo la que llegó al poder, pero que ahora la señala como conservadora, promotora de fraudes electorales y de la corrupción por excelencia. Los ataques al INE, su asedio, parecen desdeñar las luchas ciudadanas ocurridas para construir este entramado institucional, forjado con mucha tenacidad, en muchas ocasiones a tirones, en un largo proceso de transición democrática, el cual es hoy por hoy denostado, olvidando los esfuerzos realizados durante años, por millones de mexicanos.
Si bien es cierto que cualquier institución siempre es mejorable en su desempeño, en especial el de fortalecer y hacer más eficientes los controles de transparencia y rendición de cuentas, las consignas desde el poder, dominan un debate contaminado por el fanatismo, que banalizan el trabajo desarrollado hasta ahora, con propuestas que suponen un retroceso a la discrecionalidad, la improvisación y el manejo gubernamental.
Es difícil y complejo desarrollar un debate necesario cuando solo se toman posiciones desde la irreductibilidad, desde las “líneas” que se definen como verdades inamovibles que se asumen prácticamente sin chistar, para sumarse al asedio al INE. Sirven de ejemplo, dos componentes que enmarcan los ataques que sin mayor razonamiento son repetidos, uno relativo a que es un organismo fraudulento y el otro relativo a que gasta mucho dinero. Sobre estas “verdades” nada puede justificarse salvo su desaparición, como lo han dicho en diferentes momentos varios representantes del grupo en el poder.
En medio de esta circunstancia, se presentan datos de cómo se mira desde la sociedad mexicana esta democracia, en la que pese a que existe una valoración alta del régimen democrático, ello no cancela el señalamiento crítico de su funcionamiento, haciéndose evidente con un resulta de insatisfacción.
Es lo que muestran los datos presentados por el Informe País 2020 que presenta el INE con base en la Encuesta Nacional de Cultura Cívica (ENCUCI) 2020 del INEGI. Múltiples datos se presentan agrupados en 6 apartados, Intereses y conocimientos sobre asuntos públicos y democracia, Creencias, valores y actitudes, Relaciones con individuos, asociaciones y poder público, Participación, Delitos electorales y Representación.
En el informe encontramos una sociedad descontenta en la percepción de la legalidad donde sobre el respeto a las leyes por parte de los gobernantes, indica que mucho y algo el 34% y poco o nada el 66%; sobre que tanto cree que se respetan las leyes en México, responde mucho y algo el 38% y poco o nada el 31%. Respecto de los problemas más sentidos el Informe dice, “Entre los problemas que la ciudadanía percibe como los más apremiantes destacan: la corrupción (55%), la pobreza (53%), la inseguridad y delincuencia (50%), el desempleo (50%) y el mal desempeño gubernamental (25 %)”.
Sobre la confianza en las instituciones y grupos sociales, los cinco primeros son, Las Universidades Públicas con un 70%, Ejército y Marina con un 64%, La Guardia Nacional con un 61% y el Instituto Nacional Electoral con un 60% y en quinto lugar el Presidente con un 53%. A contramano, los últimos 5 son los sindicatos con un 31%, la policía con un 28%, senadores y diputados federales 23%, diputados locales también 23% y al final los partidos políticos con un 22%.
Pese a esos datos, atisbos de la ENCUC 2020 y del informe País del INE, que sin duda recomiendo consultar por los muchísimos más datos que ahora no comento y que resultan aleccionadores de nuestra condición de Cultura Cívica, alientan el asidero de un cierto nivel de optimismo cuando se responde sobre frases preferibles para gobernar como: “Da lo mismo un régimen democrático que uno no democrático” sólo el 15 % aprobó; la siguiente: “En algunas circunstancias, un gobierno no democrático puede ser mejor”, sólo el 16 % respaldó y la última: “La democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno”, el 65% la respalda.
El apoyo a un régimen democrático es mayor pese a los bajos niveles de satisfacción con la democracia. “El 53% de las personas encuestadas que señalan saber qué es la democracia, están algo o muy satisfechas con su funcionamiento en el país. Entre estas personas, solamente un 12% declara estar “muy satisfecha” con la democracia, frente al 16% que señala estar “nada satisfecha”.
Como cualquier construcción social humana, mejorar nuestra democracia obliga a la argumentación y el reconocimiento de lo construido hasta ahora, exige resguardar los logros y perfeccionar los procesos que lo requieran. La postura de arrasar lo existente sobre la base de prejuicios o verdades absolutas debe estar fuera de cualquier planteamiento que se asuma parte de un debate democrático. Por ello la discusión del futuro del INE es un eje que definirá el rumbo de nuestra nación.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Titulares de SEDENA y MARINA no comparecerán para rendir cuentas. Y eso que ya no hay privilegios.
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