No, no será fácil, pero tampoco imposible.
Actuar para atender la necesidad de fortalecer las instituciones, para detener su desmoronamiento, no puede ser un espacio retórico o el lugar común de los discursos que tratan el tema desde la banalización de problemas profundos sin respuestas, que solo ofrecen palabras.
Los graves problemas que aquejan al país cuestionan las capacidades existentes desde los actuales entramados institucionales para dar soluciones. En muchos casos con justa razón, se generaliza la idea de que nada sirve desde los espacios públicos, porque así como funcionan, son lugares donde se entrelazan y reproducen los vicios que limitan el cumplimiento de la ley y el mejor ordenamiento social.
La realidad muestra, como en casi todo, que aseveraciones como las anteriores tienen claroscuros. Cierto que existe una crisis de credibilidad más que justificada de las instituciones, pero aún tenemos oportunidad de recomponer las rutas hasta ahora seguidas y erradicar sus vicios, mejorarlas, limpiarlas para que cumplan su real cometido, velando por el interés general, por el beneficio colectivo.
Nuestro país anda, y a no dudarlo aún tiene optimismo para sobreponer los destinos manifiestos de vacíos a los cuales acudimos inexorablemente. Existen espacios que reclaman ser saneados, recompuestos y muchos otros que pueden ser vanguardia de los cambios que nos merecemos.
En la educación y en la salud o en la ciencia y la academia por ejemplo, existen áreas fuertes que son ejemplo de buenos comportamientos institucionales; gestiones que dan la nota de responsabilidad y compromiso más allá de situaciones de indolencia y corrupción.
Los hartazgos puestos sobre la mesa en las pasadas elecciones, los presentes y activos movimientos que reivindican en múltiples quehaceres la exigencia de acciones y comportamientos nuevos, muestran que si bien es cierto hay mucho por hacer, también es cierto que se cuenta con nichos de oportunidad para tener logros a pesar de nuestras circunstancias.
El trabajo, el esfuerzo no será menor. Se requiere firmeza y perseverancia, voluntad férrea para trascender escenarios llenos de minas, de malas reacciones e incomodidad de los que temen a los cambios y peor aún, de los poderosos que se oponen a ellos, de los beneficiarios del status quo que han conculcado las posibilidades de mejoría y desarrollo.
Los espacios capturados, los presupuestos manejados, las formas asumidas por quienes sin duda buscarán mantener las condiciones de privilegio tienen que ser enfrentados en el marco de la ley. Será también con diseños de políticas públicas e institucionales que abran y rompan esas redes de componendas oprobiosas para millones de mexicanos. No, no será fácil, pero tampoco imposible.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Los arrecifes de Veracruz, patrimonio natural que no puede estar en entredicho. |
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