La voz sindemia es un neologismo que se documenta para aludir a una situación en la que varias epidemias coexisten en el tiempo y se potencian mutuamente.
Sí, estamos sin duda en un México bárbaro, Los pensamientos, los anhelados escenarios de que la pandemia modificara comportamientos sociales e individuales, que nos sensibilizara y humanizara como conjunto social, se han desvanecido. La reproducción de sucesos que convocan al espanto, hacen reflexionar sobre cuán lejos parecemos estar de actuar como una sociedad que cuida y resguarda a sus integrantes, quedando el sinsabor de presentarnos como una sociedad que se carcome y sufre procesos de descomposición muy fuertes.
Ante tanto dolor, es patética la falsa salida de los gobiernos de todos los colores, de utilizar el escondrijo fácil de escupir para atrás o de echar culpas para todos lados, y en ambos casos, mostrar una evidente incapacidad para generar propuestas serias, frente a datos escalofriantes respecto de una condición humana, que nos rodea, lejana de respetos, responsabilidades y solidaridades.
Conocer información sobre lo que está afectando a nuestros niños y jóvenes, y particularmente en nuestras niñas, ofende, duele e indigna, más aun ante el pasmo, por no decir abandono, de las acciones públicas y obviamente de una mayoría de la sociedad que mira indiferente o con miedo lo que nos está pasando.
Tania Ramírez, Directora de la Red por los derechos de la infancia (REDIM), a partir del Balance Anual de la Red que ofrece datos sobre cifras oficiales de la SESNSP nos informa que con respecto al 2020, los homicidios en menores de edad se incrementaron en un 2.7% pasando de 2,187 a 2,240 de los cuales 994 fueron dolosos y 1,246 culposos; en 728 de los homicidios, perdieron la vida por arma de fuego. De los 994 homicidios dolosos 841 fueron hombres y 153 mujeres y de los culposos 906 hombres y 340 mujeres.
En el balance, REDIM plantea que “Niñas y niños viven en México todas las formas conocidas de violencia ocasionadas por la guerra y también mueren por ellas. Pareciera no haber espacio público o privado en el que puedan verse libres
de las expresiones más extremas y deshumanizadas de la violencia armada y el adultocentrismo” y añade “la sindemia generalizada por la pandemia del COVID-19 y las inequidades sociales agravó las tensiones desde los hogares y paradójicamente fortaleciendo al crimen organizado que alcanzó todos los otros espacios posibles de su desarrollo y convivencia”.1
En el caso de la violencia contra las niñas o adolescentes, los datos son crudos. Ser niña o adolescente es difícil, se ha invisibilizado el flagelo contra ellas a decir de ONGs y especialistas que dan seguimiento a feminicidios, homicidios, abusos sexuales y desapariciones, “según cifras del SESNSP, durante los últimos tres años han sido víctimas de feminicidio 300 menores de 0 a 17 años. Además, una de cada cuatro niñas sufren violación antes de cumplir la mayoría de edad”2
“Según la REDIM, del 1 de enero al 20 de diciembre de 2021 se registraron 942 mujeres de 0 a 17 años, desaparecidas o no localizadas. Esto significa que cada día desaparecen 2.6 niñas y adolescentes que no han sido halladas.3
Saskia Niño de Rivera de la ONG Reinserta dijo al Universal que el abuso sexual contra niñas y adolescentes es el que menos se denuncia, con 99% de los casos no denunciados, debido a que en el 73% de los casos de abuso infantil el agresor es un familiar o una persona cercana a la víctima.
Los datos del horror allí están, más lacerantes ante la impunidad de los agresores, con la desconfianza social ante las autoridades policiacas y de impartición de la justicia, que son consideradas en más del 75% como corruptas, ineficientes y cómplices. México, dice Niño de Rivera, se encuentra entre los tres primeros países con mayor número de casos de violencia sexual infantil.
Y frente a ese cúmulo de circunstancias y delitos nefastos, no se observa una decisión de compromisos institucionales, sino la ausencia y en ocasiones la negación de los problemas y con ello, el abandono.
LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
¿Es legal y moral que la ansiedad de ganar likes le permita a la pareja gobernante de Nuevo León lucrar con los niños huérfanos? |
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