Escribo estas líneas con el paladar amargo, con el optimismo confrontado por la realidad cotidiana, la realidad mexicana expuesta a los sinsabores que el presente doloroso nos brinda. Las vivencias, las historias, la cultura, mucha de la gente que para mí le dan sentido en la mexicanidad, son cuestionadas por esas otras condiciones que fragilizan, que duelen, que arrebatan y ponen a flor de piel esa otra mexicanidad grotesca y realmente existente, la que avergüenza, que cancela ilusiones, que arrebata esperanzas.
El dolor de la violencia armada, de la violencia de la pobreza, de la polarización, de nuestras taras e ignorancias, la ofensa de gobiernos que poco o nada ayudan a una sociedad llena de contradicciones que sostiene aun sus ilusiones del México querido. Reconocerlo son acicates para el optimismo y el compromiso, para insistir en la necesidad de luchar mirando con estupor la vida cruda del México distante de la ensoñación, del buen pueblo que decimos ser.
Septiembre mes de la patria mexicana, septiembre de banderas y motivos nacionalistas que aparecen menos que antes adornando las casas, los negocios. Hace algunos años eran más visibles en ciudades y pueblos. Con la mal llamada austeridad se han reducido hasta los que obligadamente deben adornar los inmuebles oficiales. Pareciera abandonarse la adhesión, la satisfacción por las fechas y la pertenencia a esos símbolos de identidad nacional. Pareciera pero no.
El periódico El Financiero ofrece los datos de su encuesta levantada en las 32 entidades sobre el orgullo nacional. Resulta que 9 de cada 10 mexicanos se sienten muy orgullosos de serlo, punteando con 96% el estado de Jalisco, mientras el valor menor corresponde a la CDMX con el 86%, que tampoco es reducido.
La encuesta también mide el orgullo local y Yucatán lidera la lista con el 96% siendo nuevamente la CDMX como penúltima con 68%, solo por delante del Estado de México que es último con 65%. En esta medición de orgullos locales el promedio es de 82%.
Aquí se muestra que nos sentirnos orgullosos de ser mexicanos en lo general o en lo local; las listas de los porqués podrán ser largas o cortas y posiblemente tendrán variantes en cuanto a cada una de nuestras circunstancias. También sin duda, muchos haremos las listas de nuestras consideraciones negativas en cuanto al México que no nos gusta, que nos ofende o lastima, pero al final, hasta ahora y según esta encuesta los positivos dominan holgadamente.
Sin embargo, este México, el lugar en el que nacimos, al que pertenecemos, reclama mucho más que los gritos de una noche. Demanda y nos exige responsabilidades para ser ciudadanos todos los días, para que el civismo, la tolerancia y los esfuerzos por cambiar sean exigencias que superen las simulaciones de ocasión, el orgullo que solo refiere poses insustanciales. El reto de ser mexicano nos reclama la construcción de una patria en la que todos vivamos mejor.
LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA.
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