La violencia en Veracruz aterroriza, sobrecoge la vida cotidiana. Incontenible, se ha adueñado de lo que es una horrible verdad, nadie está a salvo. Pero también se hace presente en la percepción ciudadana, convirtiéndose en una psicosis social que modifica conductas, que altera las conductas del colectivo dentro y fuera de casa, dentro y fuera del trabajo, incluidos los patrones de recreo o diversión personal o familiar. La inseguridad que provoca la violencia deprime la actividad económica y acorrala las oportunidades de calidad vida.
Sin remedio visible, la respuesta social es diversa. Con tantas y tan profundas afectaciones, es difícil procesar la violencia presente. Para bien de la salud pública, aun logramos sorprendernos e indignarnos por la violencia y la inseguridad. Ayuda que no se tome la violencia con desparpajo, que se vuelva el lugar común donde se acomode la vida a ella, pero no todo es juicio sereno.
En el sur del estado, pese a los miedos, una sociedad harta se moviliza, reclama la acción institucional para detener la sangría. En la zona serrana hay ciudadanos desesperados, furiosos que deciden tomar la justicia en propia mano, agotados ante el abandono, aplican la autodefensa como forma de remediar sus problemas de inseguridad, asumiéndose jueces y verdugos.
En este contexto, el fenómeno de la migración por violencia vivido en otras entidades del país, ahora se muestra más en nuestro estado. Huir, huir de los espacios que ponen la vida en juego, huir de los espacios sociales y públicos donde las zonas de recreo del conjunto social, ahora son lugares de riesgo, sitios en los que solo se puede estar asumiendo los peligros.
Hacen sinergia los hechos violentos con la psicosis social derivada. Pareciera no haber alguna forma de contención; las estrategias de gobierno para garantizar la seguridad no hacen diferencia. Claro que el trabajo no es fácil, contempla quehaceres que no tienen resultados inmediatos, la complejidad de la situación reclama alcances mayores en la forma de enfrentarla.
Aún aprobada la Guardia Nacional como el instrumento base para enfrentar los problemas de la inseguridad en el país, falta esperar que opere cabalmente y se perciban los resultados. Veracruz se alineará a esta estrategia, pero mientras se construye y opera urge que se manden mensajes de que también existen ejercicios estatales y municipales de gobierno frente a este problema. Esperar lo que llegue de la federación no alcanza para estimular la confianza en estos momentos.
Se requiere empezar y disponerse a una coordinación ejemplar de las áreas operativas desde los actores estatales, entendiendo que no puede superarse la actual crisis de seguridad con conflictos interinstitucionales o confrontas personales, partidarias o ideológicas. Los problemas que nos cercan reclaman altura de miras, voluntad, más allá de la discusión política, construcción de líneas de acción que pongan en un mismo riel a las instituciones de Veracruz para superar el flagelo. Trabajo arduo el que se presenta, pero urgente.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Crisis ambiental en el Pico de Orizaba. Alerta roja a nuestro ecosistema.
mquim1962@hotmail.com twitter: @mquim1962
|
|