Es diferente pasar a la historia como aquél que se aferró a sus dogmas y desgració a su país, que pasar a la historia como un estadista que siempre consideró primero el interés de México, por encima de cualquier asunto de ego.
Estimado don Andrés, recuerdo con tristeza que en diciembre, cuando usted decidió quienes serían los titulares de la secretaría de energía, de comisión federal de electricidad y de petróleos mexicanos, surgieron comentarios negativos respecto de la capacidad de las personas que usted seleccionó. En aquéllos entonces se comentaba que no conocían del tema. Hoy estamos seguros de que no conocen del tema, por lo cual, la emergencia que presenta México exige del presidente que actúe como estadista reconociendo su error para corregirlo, cambiando a los titulares por mexicanos no sólo comprometidos como ellos, sino también conocedores, y que se atrevan a decirle al presidente que se equivoca en sus apreciaciones, cuando esto suceda.
Por allá de enero, personal de petróleos mexicanos y de hacienda visitó la ciudad de Nueva York, dejando una malísima impresión. El subsecretario Herrera y el tesorero de Pemex dejaron el peor sabor de boca ante los especialistas petroleros y financieros. Herrera fue un buen tesorero en la ciudad de México, sin embargo tanto para él como para Urzúa las grandes ligas financieras están fuera de su alcance.
Cuando antes de asumir el cargo, usted informó que cancelaría la construcción del aeropuerto de Texcoco, justificando tal decisión con falsedades tan obvias como que ciertos grupos se harían de los terrenos del viejo aeropuerto Benito Juárez, y argumentos de corrupción hasta hoy no probados, muchos expresamos públicamente las consecuencias en la confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros. Hoy vemos que la inversión está totalmente detenida precisamente por desconfianza en su gobierno. Mientras tanto, usted, en lugar de reconocer el error y corregirlo, sigue afirmando falsedades tan obvias que generan aún más desconfianza, postrando aún más la economía del país.
No presidente, este año no vamos a crecer al 2% y será muy difícil que el crecimiento promedio del sexenio sea del 4%. Ya basta de mentir para tener contenta a la base electoral. Esas y miles de mentiras comentadas en las mañaneras generan aún más incertidumbre. Un presidente ya no está en campaña electoral, ya no puede continuar con sus dichos y comentarios, ya no puede afirmar falsedades para convencer a su base, pues quienes comprenden, entienden y captan que el presidente miente, pierden confianza en el país. Ya es tiempo de gobernar por el bien de México más allá de dogmas o de intenciones de continuidad de un proyecto político, México es primero.
Quizá reconocer los errores sería el primer paso para corregir el rumbo. Reconocer que el combate al huachicol no avanza, que fue un error abrir las fronteras a migrantes de todo el mundo, que el desabasto de gasolinas fue provocado por la novatez de los nuevos funcionarios, así como el desabasto de medicinas y el retraso en la impresión de los libros de texto, y como esos, tantos otros errores que se han cometido al inicio de su administración. Reconocer que los programas sociales no se pueden financiar a costa de reducir la calidad de los servicios públicos sería otro avance.
Los mejores mensajes que podría mandar su administración, serían reconocer que Santa Lucía es inviable, a pesar de la insistencia de Espriú o la ambición de Rioboó. Aceptar que dadas las condiciones HOY de Pemex, no se debe de gastar un peso en Dos Bocas, y reactivar las rondas de participación de la iniciativa privada, dedicando recursos para sanear a Pemex pero de extracción que no le cueste a México, que los privados corran los riesgos y los mexicanos obtengamos los beneficios. Olvidar los mitos de que los trabajadores de Pemex son honrados, cuando sabemos que si, debe de haber algunos honrados, pero hay muchísimos corruptos, a quienes no queremos los mexicanos seguir manteniendo en sus privilegios.
Evaluar a todo el personal del sector público para conservar a los capaces y recontratar a quienes deban de cubrir las plazas de los incapaces, sin importar si éstos ayudaron en la campaña o no. Recuerde que el cambio debe llegar escogiendo a los mejores por el bien de México y no continuar con el reparto del botín entre quienes apoyaron en la contienda electoral.
Presidente, la humildad de reconocer sus propios errores, aunque sea en privado. Reconocer que el rumbo y las frases mil veces repetidas eran errores, será el primer paso para que México recupere el camino del crecimiento y desarrollo.
Le cuento que hoy, ni siquiera se ha reducido la corrupción, que fue el motivo por el cual muchos votamos por ud. Las mismas ineficiencias y peores, los mismos errores y peores, los vemos los ciudadanos. Entiendo que ud sabe que tiene una base de simpatizantes muy amplia, pero esa se va a diluir conforme al situación económico se deteriore.
A la larga no habrá pretexto que valga si con un gobierno corrupto como el de su antecesor los mexicanos tenían mejor nivel de vida. Habrá algunos que sigan con fe considerando que todos los pretextos son válidos. Habrá otros que pierdan la fe, cuando les afecte en su persona, familia, bolsillo o nivel de vida. Del cuento no se puede vivir y México requiere políticas públicas y servidores públicos eficientes.
De usted depende convertirse en un estadista que pase a la historia como tal, o terminar muy mal su sexenio y pasar a la historia como la gran esperanza fallida.
www.josecobian.blogspot.mx elbaldondecobian@gmail.com @jmcmex |
|