José Miguel Cobián
Cada vez que me siento frente al teclado, debo decidir el tipo de texto a utilizar, ¿Descriptivo?, ¿Narrativo?, ¿Argumentativo?, ¿Expositivo?, ¿Científico? o ¿Literario?. También tengo que escoger si voy a usar Metronimias, Paronimias, o algún Retruécano.
A lo largo de la construcción de la idea, usaré todo tipo de conectores lógicos: copulativos, disyuntivos, adversativos, consecutivos, causales, condicionales, finales, continuativos, concesivos, comparativos o temporales.
Y a partir de allí a desarrollar la historia. Preocupado siempre por que el texto no sea anodino, panegérico, calmante, sedante o sedativo del lector. Buscando exorcizar los demonios de el sesgo objetivo, conjurarlos, desendemoniar la mente, desechizar la magia negra, expulsar las malas ideas y bendecir el teclado. También debo ser muy cuidadoso de usar ideas propias para evitar ser acusado de bucanero, pirata, corsario, filibustero, contrabandista o bandido de las luces ajenas.
No quiero un texto yerto, tieso, rígido, helado, inmóvil, inerte que no despierte interés en el lector. Por ello trato de manejar ideas de manera furtiva, subrepticia, oculta, disimulada, escondida y clandestina el texto.
Buscando de manera utópica que al lector le parezca la lectura grácil, sutil, delgada, fina, delicada, esbelta y de buen gusto. Huyendo de la posibilidad de aberrar en la idea a expresar, evitando desviarse, descartarse, extraviarse, perderse y pervertir el objetivo inicial.
A veces busca uno calcinar, incinerar, carbonizar, quemar, socarrar o torrar a algún adversario ideológico. Ocupando epítetos, apelativos, calificativos adjetivos, apodos, o nombres que expliquen claramente las ideas que se pretende combatir.
Buscar que el adversario ideológico en su desesperación comience a imprecar, maldecir, blasfemar, condenar, apostrofar o insultar, evidenciando así su incapacidad argumentativa. Y sobre todo cuando halaga al poderoso en turno, muestra su Gazuza, hambre, apetito, gana, apetencia, carpanta de obtener los dones que le pueda otorgar.
Pero sobre todo, cuando me mueve la molestia contra el adversario, trato de demostrar que es Nesciente, Ignorante, Ignaro, lego, iletrado, profano, respecto del tema sometido a discusión.
En cuanto a los AMLOvers, ellos consideran que su líder es Egregio, Famoso, Ilustre, Célebre, Afamado y Celebérrimo, pero yo insisto en que sus argumentos son Pamplinas, Tonterías, Bagatelas, Futesas, Naderías o Zarandajas. Pero ellos creen q ue el gobierno actual es una Panacea, un curalotodo o un sanalotodo, remedio, elíxir o bálsamo para los problemas del país.
Entiendo que en estos debates, enfrente tengo a un adversario Zafio, Tosco, Basto, Inculto, Grosero, Rústico, pero a pesar de ello, invariablemente, trato de lograr una Avenencia, Convenio, Concierto, Conciliación, Transacción, o Arreglo. Para ello en muchas ocasiones el triunfo en el debate debe ser Obtruso, Vago, Impreciso, Indeterminado, Inconcreto e Indefinido. Con el fin de que el ego del contrario no sufra por el Acerbo, lo Áspero, lo Desapacible, Cruel y Rigoroso o incluso Doloroso de su derrota.
Entiendo que vender al país por unos cuantos pesos de ayuda social, o por conveniencia política muestra Abyección, Bajeza, Envilecimiento, Servilismo, Humillación y Abatimiento de quien así actúa. Lo cual lo condena a ser Réprobo, Condenado, Maligno, Malvado, Pérfido y Hereje de la doctrina de amor a la Patria. Pero es un necio Inverterado, Arraigado, Antiguo, Viejo, Ancestral y Habitual, por lo cual es incapaz de reconocer que su Adalid, Caudillo, Jefe, Cicerone, Guía y Conductor lo ha engañado y daña a México.
Entre el dispendio, desembolso, gasto, derroche, despilfarro de recursos públicos, no les da el Cacúmen, su Agudeza, Perspicacia, Penetración, Ingenio y Talento, para ver el daño al país. Al contrario, ellos ven a su líder como alguien Galano, Elegante, Garboso, Gallardo, Emperejilado y Pulcro. No lo perciben como el resto de los mexicanos, Saturnino, Mohino, Taciturno, Tristón, Triste, Sombrío, o peor aún como Pérfido, Traidor, Alevoso, Desleal, Infiel e Insidioso, ya que muchos vemos su gobierno como algo Ominoso, Abominable, Execrable, Rahez e Indigno de la Patria.
Con Afecto Para mi Maestro Gino de Gasperín, quién me enseñó a leer, a escribir (medianamente por culpa del alumno) y analizar textos literarios.
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