José Miguel Cobián
Siempre, los tiempos de definición de candidatos, son tiempos de tragos amargos. Muchos candidatos y sus simpatizantes, que daban por hecho la gubernatura o la alcaldía, de repente se enfrentan a la realidad de que otro fue el seleccionad por su partido o coalición.
En estos años del AMLOato, ha habido un despertar ciudadano sin precedente, y ahora, también muchos ciudadanos sin afiliación política tienen a sus propios candidatos para las gubernaturas, diputaciones, senadurías, alcaldías, etc., pero conforme van saliendo los nombres de los elegidos, la frustración y el enojo afloran.
Me he divertido mucho leyendo en redes sociales las discusiones entre simpatizantes de uno y otro aspirante, enfrentados para convencer al otro de que su aspirante debe terminar siendo el candidato. Esto sucede sobre todo, entre los simpatizantes del Frente Amplio por México, quienes en su novatez e ingenuidad piensan que discutir en un chat de whatsapp va a resolver la candidatura a gobernador de su estado o alguna otra.
En el caso de los simpatizantes de morena, los tragos amargos han sido más grandes, es decir, los sapos que hay que tragar son enormes. Resulta que los aspirantes que ganaron la encuesta no resultaron elegidos. Tenemos dos casos emblemáticos, Veracruz donde ganó Manuel Huerta y la ciudad de México donde ganó Omar García Harfuch. En ambos casos, alegando la decisión del INE de que debían competir cinco mujeres y cuatro hombres, se decidió designar como candidatas a las favoritas del presidente de la república.
Para nadie es una sorpresa el que Nahle resulte la candidata en Veracruz, jugada que estaba cantada desde principios del sexenio. Resulta divertido escuchar a los morenistas de Veracruz hablar de democracia, de participación de las bases, de ser tomados en cuenta por el partido, etc., cuando en realidad solo son carne de cañón. Algunos han salido beneficiados con puestecitos y algunos ingresos extra que provienen de los programas sociales, pero la mayoría de los simpatizantes de morena en Veracruz, no han ganado nada, salvo la satisfacción de sentirse -por primera vez en su vida-, ganadores. Ahora se dan cuenta de que son usados por la dirigencia del partido. Nadie los toma en cuenta. Las historias de democracia interna fueron cuentos chinos. Hacen asambleas, se reúnen, platican entre ustedes, pero fuera de ustedes mismos, nadie en el partido les presta atención. Sólo los de arriba mandan y ustedes, queridos amigos, obedecen, como siempre ha sido.
En el caso de la ciudad de México, quedó claro que el bastón de mando que le dio el presidente a Sheimbaun fue uno de juguete, porque no manda ni en la ciudad que ella gobernó. Queda en evidencia que una es la candidata, y otro el que manda y seguirá mandando si es que ella gana.
Por el lado de la oposición. Esos ciudadanos que ahora por primera vez en su vida se interesan en la política, creen en su ingenuidad, que los partidos políticos van a tomar en cuenta a los ciudadanos para la toma de decisiones respecto de las candidaturas. Eso es absurdo, los partidos están integrados por políticos profesionales, que saben, conocen, entienden y viven de la política. No van a escuchar a neófitos, si ni a sus propios militantes escuchan, menos a gente de fuera. Los partidos van a repartir las candidaturas a conveniencia de los propios partidos. Si por alguna razón lo hicieran pensando en ganar el congreso federal y los de los estados, ya sería un triunfo para los ciudadanos, pero esperar tener derecho de Veto para rechazar o aceptar a una posible candidata, eso raya en el más profundo desconocimiento de cómo funciona nuestra política.
Veo también momentos de intolerancia, dónde la ciudadanía que apoya a la oposición, censura y elimina de sus redes, a personas que también son de la oposición pero que opinan diferente respecto de algún aspirante. No se dan cuenta que censurar es el primer paso hacia un autoritarismo que presuntamente combaten al simpatizar con la oposición.
Es tiempo desengañar ingenuos y tragar sapos. Ya que ambas coaliciones, si quieren ganar, tendrán que lograr que sus simpatizantes voten por sus candidatos, sin importar quiénes sean o de dónde vengan. En una, la de morena, será por disciplina y conveniencia, en la de la oposición será por convicción.
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