Por: José Miguel Cobián
Es un verdadero privilegio poder observar el actuar del presidente de la república y de sus asesores en el manejo de la opinión pública. Día a día convence a sus correligionarios, que por cierto le creen todo lo que dice, pero también maneja a quienes no están (estamos en muchas ocasiones) de acuerdo con su desempeño como gobernante, o con las políticas públicas que implementa.
Andrés Manuel es dueño y señor de la agenda pública. Su decisión de opacar al grado de desconocimiento público, a sus secretarios de estado nos ha regresado al presidencialismo de los años 70´s. Había antecedentes, en su gestión de gobierno al frente de la ciudad de México, y en Veracruz conocíamos ese estilo personal de gobernar, desde los tiempos de Fidel Herrera, quien resolvía cualquier problema estatal, ya fuera en la banqueta, en una comida, o donde se encontrara, teniendo a su equipo de apoyo, pero jamás cediendo un ápice los reflectores y las decisiones. También cuando Miguel Ángel Yunes fue gobernador tuvimos el mismo manejo de la administración pública, así que no podemos afirmar que AMLO fue innovador, tan solo ha perfeccionado el modelo a un grado que ningún otro político mexicano en la era moderna había logrado.
A Andrés no le gusta la crítica. Así se adueñó de la CNHD que a la fecha no ha emitido una sola recomendación que pudiera molestar a quien le otorgó la beca. Pero no solo allí, en el tribunal federal electoral AMLO es amo y señor, en la cámara de diputados igual, en la suprema corte de justicia también pues no pasará ninguna acción de inconstitucionalidad salvo las más obvias, o las que le convengan al propio Andrés simulando jugar en su contra. Los organismos reguladores de energía, y muchos más, han sido cooptados desde la presidencia imperial, a ciencia y paciencia de una sociedad civil que no ha sabido reaccionar, porque rara vez había participado en los asuntos públicos, y con la complicidad de los partidos políticos, no solo los satélites de Morena, sino también los opositores de Morena, que en un afán de conservar sus privilegios y cotos de poder, no han actuado como lo haría la oposición en una democracia moderna y madura. Aquí, todo es simulación.
Hace pocos días salió el informe de la Auditoría Superior de la Federación, señalando como siempre lo ha hecho, una cantidad enorme de anomalías que debido a que es un informe preliminar, habrán de ser aclaradas o confirmadas por las dependencias señaladas en dicho informe. Sin embargo, Andrés, viejo lobo de mar, sabedor de que las cifras preliminares son las que quedan en el inconsciente colectivo, en lugar de las definitivas, de inmediato politizó el asunto, y reclamó las cifras de pérdidas económicas por la cancelación del aeropuerto de Texcoco.
Con eso, el gran distractor, logró que no se comentara ante la opinión pública el mal manejo y la distracción de recursos detectada en los programas estrella como son Jóvenes Construyendo el Futuro, o Sembrando Vida, por mencionar nada más dos. También logró que no apareciera ante la
opinión pública el desvío de más de tres mil millones de pesos en la nueva conasupo, o las diferencias y faltantes detectados en las obras de Dos Bocas, Tren Maya y aeropuerto de Santa Lucía.
Imponiendo agenda día con día, son tantos los temas que hay que comentar y desmentir, son tantas las tonterías que a veces salen a la luz, tantas nuevas noticias, como la infección López Gatell o del secretario de la defensa, la denuncia y desafuero contra Cabeza de Vaca, los linchamientos mediáticos de los 10,000 trolls (cifra real) que maneja el gobierno para controlar la opinión pública, que a fin de cuentas, lo importante deja de ser noticia para dar paso a lo inmediato. Y ahora con el tema de vacunas, también hay una nueva arma en el arsenal. Primero que se registren por internet, que no sirve el portal, que te avisan que van a llegar, que te dicen cómo será el procedimiento, que hay molestia por esperar diez horas, que ya mejoró el proceso, en fin, las vacunas como fuente inagotable de distracción, hasta extremos como que no hay suficientes congeladores, que mejor se mandan a gobierno opositores que tienen con que manejarlas porque los gobiernos afines no han movido un dedo. Que si se compraron, que no se compraron, que nos las regalaron, que son muestras médicas, que se las pedimos a Biden. Puff.
Y mientras tanto, quién no comprende cómo funciona la ASF deja de prestar atención a lo importante. Veamos, se hace la revisión, y si no se permite revisar es un escándalo, que la secretaría de la función pública evitó, pero que indica el nivel de corrupción en esa secretaria a cargo de la esposa de John Ackerman. Una vez que se tienen las conclusiones, se envían a la propia dependencia, para que emita su opinión preliminar, y alegue a su favor. Haya o no aclarado cualquier diferencia detectada, se emite el informe preliminar, que fue el que dieron a conocer, pero no son cifras definitivas. Todavía hay 30 días para poder realizar aclaraciones. Por eso todos los gobiernos anteriores no prestaban atención a los informes preliminares. Pero AMLO no quiere que la opinión pública se quede con esos datos, por eso dijo que tenía otros datos.
Estamos en plazo de aclaración. El auditor superior cometió un error garrafal al desmentirse a sí mismo sin probar su propio desmentido, quedando como sometido al poder ejecutivo y dejando al presidente como un bravucón amenazante al que no solo el ex ministro le teme, sino también el propio auditor superior. Pero el logro de Andrés es innegable. Ya no se mencionan los miles de millones de pesos posiblemente desviados, e incluso la discusión no es que se tiró dinero al cancelar el NAIM, lo cual debería de indignar a cualquier ciudadano, sino que fueron cien, doscientos o trescientos mil millones de pesos los que se tiraron en esa cancelación.
El pueblo bueno, recibe unos centavitos cada mes o cada bimestre. No comprende que ese dinero tirado a la basura, más todo el dinero desviado, más las ineficiencias del gobierno en turno, le privan de mejores servicios médicos, de mejores escuelas, de mejores policías, de mejor justicia, y sobre todo, privan a los pobres de una más fácil movilidad social, para que dejen de ser pobres, gracias al crecimiento económico nacional. Y por eso, Andrés tiene elevados índices de popularidad, aplaudido por esos mismos a quiénes más daño les causa. Bien lo dijo a lo largo de
dieciocho años: ¨Primero los pobres¨. Y vaya que ha dañado primero a los pobres en el ejercicio de su gobierno.
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