José Miguel Cobián
Leo y veo en redes sociales, a profesionistas que han crecido económicamente durante el periodo democrático de México del año 2000 al 2018, escucho a empresarios cuyas familias han crecido económicamente desde 1960 a la fecha, gracias a las pocas o muchas libertades económicas que poco a poco se han ido logrando para los mexicanos. Escucho amigos que llevan militando 30 o 40 años en la ¨izquierda¨ mexicana, amigos que han luchado por sacar a los militares de las calles, por un estado de bienestar dónde los servicios públicos sean mejores, y la cobertura social llegue a los que menos tienen, izquierdistas que han luchado por instituciones independientes que limiten y vigilen a el poder público, en especial el presidencial. Leo declaraciones de aquéllos que yo consideraba ideólogos de la izquierda como Pablo Gómez y comienzo a comprender la razón por la cual mi México dejó de estar en las primeras economías del mundo como estuvo entre el año 2000 y el año 2006. Por fin puedo entender una duda que he cargado desde hace más de 40 años ¿Por qué México no progresa al ritmo que debería hacerlo?
Todos ellos, los profesionistas, los empresarios, los izquierdistas, los ideólogos y filósofos de la izquierda, todos los que hoy defienden con maromas y pretextos sin sustento todos y cada uno de los errores y abusos cometidos por el régimen del presidente López Obrador tienen varios factores en común, aunque no comparten todos las características, pero sí algunas de ellas, que son las que los identifican.
Todos, a pesar de su éxito económico o social, tienen una característica común: tienen un enorme complejo de inferioridad. Todos y cada uno de ellos, son personajes que sin lucrar directamente por relaciones con la 4T, consideran que el gobierno actual está funcionando como un justiciero vengador, que permite que ellos se sientan parte de un todo que lastima a aquéllos que siempre han envidiado. Hablan en plural, y afirman cosas como: ¨Estamos combatiendo la corrupción¨. Cuando en realidad ellos no participan en ninguna acción de gobierno, si acaso, entre su grupo de frustrados y acomplejados, hay otros como ellos, y así, unos a otros se levantan el ánimo. Por eso se niegan a reconocer el fracaso de AMLO en el poder, porque si lo reconocen, se quedan sin nada, y tienen que reconocer una vez más que los engañaron, que se equivocaron, y su escasa autoestima no se los permite, se quedarían vacíos existencialmente, así que es mejor defender lo indefendible, y sentirse parte de un gran fracaso para México, antes de admitir su soledad personal.
Hay otro grupo en el que cabe perfectamente el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, alguien que cuando era oposición, tenía muy buenas críticas, señalamientos y
análisis, pero que ahora por un puesto, y por un jugoso salario, pierde su lugar en la historia, a cambio de negarse a sí mismo y a los ideales que pregonó durante toda su carrera política.
Así, hay muchas personas que sin el menor escrúpulo, acostumbrados a hacer negocios y a tener prebendas de los gobiernos, justifican el actuar de las autoridades actuales por el simple beneficio económico de miles o de millones de pesos. Esos son mexicanos convenencieros que se adaptan. Seguramente piensan que si Slim y Salinas Pliego fueron los favoritos desde Salinas hasta López, ellos también tienen derecho a una migaja del pastel. Mexicanos sin escrúpulos, que venden su conciencia por unos cuantos pesos. Su silencio vale mientras obtengan beneficios de los gobiernos en turno.
Hay un tercer sector, que yo llamo las sanguijuelas. Personajes que jamás han logrado el éxito económico y que hoy gracias a su pérdida de dignidad, aplaudiendo todo lo que hace el poderoso en turno, lograron tener un poco de lo que jamás soñaron. Allí se incluyen desde los patiños de la mañanera, hasta todos los que lograron un puesto o un convenio o negocio con las administraciones, federales, estatales y municipales que hacen un mal papel, mismo que no señalan. Porque es legítimo hacer negocios, aún con el gobierno, lo que no es legítimo es vender la conciencia a cambio de esos negocios.
Por último está el sector que yo denomino desesperado. Personas que por los errores del modelo económico que se ha aplicado en México desde la colonia (incluidas todas sus adecuaciones y modificaciones), jamás han tenido la oportunidad de mejorar su vida. Personas para quienes mil o dos mil pesos al mes de apoyo por parte del gobierno representan la diferencia entre comer o no comer. O entre poder tener un sobrante para pagar la mensualidad de algún satisfactor como una tele o un celular, y no poderla pagar. Ese sector, en el que debo incluir a muchas personas de la tercera edad que no tienen acceso a una pensión, y están en situación desesperada, es el sector más frágil y manejable por parte de quienes manejan los programas sociales del gobierno. Ellos están disponibles lo mismo para ir a votar a una consulta, que para acudir a un acto o manifestación, ellos necesitan ese dinero. Y ellos, no se preocupan por el México de dentro de dos o diez o cincuenta años, se preocupan únicamente por su situación hoy y mañana. Por eso, quizá son los menos dignos de crítica en cuanto a su defensa de un régimen que tanto daño le está causando a México. Sin embargo, en la soledad de las urnas podrán en su momento, actuar con amor a la patria.
Hay un pequeño grupo, pagado mediante programas sociales, (por eso no aparece en la nómina pública), o pagado mediante contratos y convenios, cuya única finalidad es defender lo indefendible, y manipular a personas de el resto de los grupos mencionados, o incluso algunos mexicanos de buena fe, haciendo creer que estamos mejor. Es claro para
todo México que no veníamos bien de las administraciones de PAN, PAN, y PRI, pero la realidad se está encargando de mostrar que hoy estamos peor que con ellos.
Defender actos autoritarios, renunciar a ejercer la libertad ciudadana, aplaudir la defensa y elogio que a tiranos asesinos y torturadores hace el presidente, forma parte de lo que es el México de hoy. Jamás se había visto tal defensa de políticas equivocadas en el país, y eso demuestra que el dinero compra todo, hasta las conciencias de muchos mexicanos.
No debemos aspirar a volver a un pasado que no funcionó. Debemos buscar lo que si funcionó y repetirlo, también definir y detallar todo lo que no funcionó y no repetirlo. Ese será el gran reto de los partidos de oposición para el 2024. www.josecobian.blogspot.com elbaldondecobian@gmail.com @jmcmex |
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