Muchos hemos escuchado historias de primera mano o peor aún, las hemos vivido en carne propia, por ejemplo: Sufrimos un asalto en carretera y en poco tiempo pasa por dónde estamos un convoy del ejército. Inmediatamente les pedimos que se detengan y les explicamos lo que acabamos de sufrir. Al hablar con el superior al mando en el lugar, le preguntamos ¿Qué hacen allí? La respuesta es que están patrullando la carretera para impedir actos criminales. Pero resulta que no mueven un dedo para perseguir o atrapar a los delincuentes que nos acaban de asaltar.
En otras ocasiones hemos visto a miembros del ejército vigilar atentamente actos de violencia, sin mover un solo dedo para detenerlos o evitar daños a civiles o a bienes de la nación.
Incluso hemos sabido asesinatos de soldados y uno que otro oficial del ejército sin que hubiera consecuencias. Antaño el crimen contra un miembro de las fuerzas armadas jamás quedaba impune. Hoy es diferente.
En todos los casos, cuando uno le pregunta al oficial en turno la razón de su no intervención en un crimen, incluso en flagrancia, la respuesta es que no han recibido órdenes superiores.
Incluso, cuando hay soldados observando a la ciudadanía disponer de gasolina en tomas clandestinas, no intervienen sin una orden superior, lo cual ha causado la muerte de más de cien mexicanos en un solo evento en este sexenio como pasó en Tlahuelilpan en Hidalgo el 18 de enero de 2019.
Hoy vemos al ejército salir corriendo de cualquier lugar dónde sean perseguidos por delincuentes. Todos hemos visto a las fuerzas armadas humilladas, tirados al piso, desarmados, vejados, etc., en videos que han circulado profusamente en redes sociales. Algo que a todos los mexicanos nos duele, pues el ejército es de lo poco que nos podíamos enorgullecer en este país.
Hoy sabemos que el ejército ha sido utilizado como represor de migrantes, como albañil constructor de obras, como elemento para simular que se otorga seguridad a las comunidades rurales y a las ciudades. Y que los altos mandos del ejército han dispuesto como nunca de recursos públicos que pasan por sus manos, lo cual seguramente ha dejado la mancha de corrupción en el uniforme castrense.
Si la estrategia del gobierno es dejar en libertad a las bandas criminales para que hagan lo que deseen a lo largo y ancho del territorio nacional. Si la preocupación principal es que no haya masacres derivadas de enfrentamientos, y que se cuide la imagen pública del ejército. Si lo único que no puede hacer el ejército es combatir al crimen, incluso cuando en este sexenio se legalizó hasta 2024 el combate del crimen por parte de las fuerzas armadas. Si el ejército no va a
intervenir hasta seis horas después de que Ciudad Juárez arda en llamas y asesinen a 11 personas, entonces no hay razón ni para la existencia de las fuerzas armadas, y mucho menos para militarizar la seguridad del país, convirtiendo a la guardia nacional en un apéndice más del ejército mexicano.
En este sexenio el ejército ha estado a cargo, de facto, de la seguridad pública, y no vemos ningún avance, al contrario, se contabilizan más crímenes que con Peña, Calderón y todos los anteriores.
Una guardia nacional que no actúe salvo cuando reciba órdenes, será menos útil aún de lo que es la que ya tenemos.
Si a ello le añadimos que el ejército cuando viola derechos humanos, generalmente no responde a tribunales civiles. Y todos hemos visto el fracaso histórico en toda Latinoamérica cuando se le ha otorgado el control de la seguridad pública al ejército, creo que podemos afirmar que estamos ante un gran error del presidente López Obrador.
Recordemos al presidente y a la plana mayor de morena, gritando en contra de la militarización del país cuando eran oposición. Hoy Bartlett, Citlalli, Epigmenio, Zoe Robledo, Mario Delgado, Ackerman, Paco Ignacio Taibo II, y muchos más, han aprendido a tragar sapos sin hacer gestos, pues en las redes sociales hay evidencia de su oposición a la militarización de la seguridad pública, pero hoy la defienden.
El presidente saber perfectamente que su decreto va en contra de la letra de la Constitución. Y sin embargo sigue adelante. Más allá de cualquier razón política que pudiera tener, Andrés Manuel viola el estado de derecho que él mismo prometió defender. Con ello da un paso más hacia la anarquía y la ingobernabilidad en el país. Con ello lleva a México un paso más cerca del precipicio y el caos. Increíble que Andrés Manuel se esfuerce más en llevar a México al despeñadero que el propio ex presidente Peña Nieto.
Violar la ley para hacer su voluntad de aquí al fin de sexenio. Si la ley está a favor de lo que piensa se aplica. Si la ley está en contra de lo que piensa López Obrador, entonces se viola. El presidente no comprende que las leyes son el consenso de lo que los mexicanos queremos aplicar como reglas, y que si está en contra, debe de cambiarlas, y si no puede cambiarlas, como es el caso de la Constitución, eso se debe a que los mexicanos no queremos que las cambie.
El presidente si quiere cuidar su lugar en la historia, debe entender que México no es de su propiedad, y que no se manda solo, por mucho poder que tenga.
elbaldondecobian@gmail.com @jmcmex https://josecobian.blogspot.com/2022/08/no-sirve-mexico-militarizar-la-guardia.html |
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