José Miguel Cobián
Pensé hacer una reseña de los foros de Durango y Monterrey. Comencé a verlos, el primero me brinqué a Santiago en todas sus participaciones y a los moderadores, que hablaron más que los ponentes. En el segundo llegué a la mitad y terminé brutalmente aburrido.
Es verdad que las corcholatas no dan nota, son extremadamente aburridas, pero también es cierto que los foros del frente no generan mucha pasión, y la mejor prueba son los números de audiencia, casi tan pequeños como los de cualquier mañanera del presidente.
Entiendo que los foros tengan que ser así, pero por favor que no les llamen debates. Son foros donde cada aspirante explica en muy poco tiempo, temas que deben de llevar mucho tiempo de análisis y explicación de posibles soluciones. Están diseñados para que se diga muy poco en uno, dos o tres minutos.
También están diseñados para que nadie lastime a nadie. Beatriz, Xóchitl y Santiago saben que se necesitan los unos a los otros, saben también que necesitan a sus simpatizantes, porque al final, será un gobierno de coalición y todos tendrán un lugar importante en dicho gobierno, si es que se logra el triunfo, y para lograrlo se requiere que los simpatizantes de los dos que no ganen, se sumen al proyecto del Frente Amplio por México.
Esto que parecería muy claro, ha sido casi imposible de explicar a un enorme sector de la población opositora, y no estamos hablando de personas sin experiencia en política, también me refiero a políticos y politólogos reconocidos en la academia o en sus partidos.
Si bien, puedo entender, aunque no justificar, que un militante de toda la vida del PRI sienta cierta reticencia por votar a favor de un candidato que emane de las filas del PAN y viceversa, no acabo de entender, cómo es posible que gente versada en temas políticos actúe como un fan de nuevo ingreso en estas lides, y se apasione al grado de tratar de descalificar a quienes a partir del cuatro de septiembre serán sus aliados.
Si ya de por sí, será difícil realizar la operación cicatriz con los bandos perdedores, no tanto con sus líderes, sino con su primer círculo que ya se consideraba en ciertos puestos de poder, procurar generar heridas entre los simpatizantes de los tres aspirantes, previo a la selección del día tres resulta delirante.
Hay personas que quieren demostrar en sus grupos que simpatizan con alguien y mandan y mandan información que afecta y agravia a otro aspirante. No comprenden el daño que hacen, su único interés es demostrar que son fieles a una causa que generalmente ni los toma en cuenta, salvo entre sus familiares y amigos.
El adversario del Frente Amplio por México es la coalición de partidos encabezada por morena. No es un adversario pequeño. Sabemos que sin el menor escrúpulo utilizan los
recursos públicos para sus fines electorales, como bien ha denunciado y apuntado el propio Marcelo Ebrard, violando una ley que el propio presidente López Obrador promovió en 2017. Además de todos los recursos del estado, se sabe que hay zonas como la franja de estados que colindan con el océano pacífico, en la cual el crimen organizado participa activamente en elecciones. Así que el adversario es formidable, más ahora cuando se ha colonizado el INE y se observa el talante autoritario y antidemocrático del presidente de la república y de los funcionarios que lo acompañan, cebados ya por los recursos del erario público.
Resulta, por lo tanto, ridículo y absurdo observar a personajes con o sin conocimiento de política, atacar a los aliados previo a la gran batalla electoral. No acaban de entender que se convierten en tontos útiles, ya sea de Morena, o de sus aliados, tanto en la ultraderecha del tipo de Verastegui o Frenaa, o de otros grupos radicales, interesados en la continuidad de los gobiernos de Morena ya que reciben enormes prebendas y beneficios económicos, jamás vistos con otro gobierno.
Los registrados en el frente están muy interesados en lo que pasa en los partidos, pero no alcanzan a entender que está dentro de las reglas del juego la posibilidad de registros individuales, registro mediante un promotor y registros mediante un partido político. Ahora resulta que se trata de generar diferencias e intereses en función de quién recibió más registros de apoyo en función de su origen.
Todo ello puede debilitar la frágil alianza entre los partidos políticos de oposición y los ciudadanos. Promover la desunión implica anteponer el ego personal a el beneficio colectivo que representa el FAM. Pero en un mundo de egos e intereses personales, resulta muy difícil que se anteponga el interés por México antes que los propios. Quien lo logre, llegará a la meta de las elecciones en el 2024 participando con la oposición. Quien no lo logre, servirá con su abstención o su voto a MC, como apoyo a las políticas de Morena y del presidente López Obrador.
No es fácil, pero los ciudadanos no tenemos muchas opciones. Solo nos resta reflexionar y anteponer el interés de México por encima de filias y fobias personales, de grupo o de partido.
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