Por: José Miguel Cobián
Una y otra vez escucho a personas humildes o de poca preparación agradeciendo el apoyo que les llega vía programas sociales, quienes generalmente personalizan el agradecimiento en la persona del presidente.
Comprendo que la situación económica en México es desesperada, y en particular para personas de la tercera edad, razón suficiente para que muestren su agradecimiento incluso asistiendo en calidad de bulto a reuniones políticas, como la del zócalo el pasado primero de diciembre.
Me preocupa que se olviden de que ese dinero proviene de todos y cada uno de los mexicanos. Es dinero de los contribuyentes. Todos pagamos impuestos, algunos estamos dados de alta en el Servicio de Administración Tributaria y mes a mes presentamos declaraciones y pagos de impuestos. En esto estamos juntos empleados, obreros, dueños de comercios, industrias, etc. Pero en realidad, todos los mexicanos pagamos impuestos. Incluso aquéllos que jamás han presentado una declaración pagan impuestos y en cantidades considerables.
Cada persona en el momento de comprar algo ya está pagando impuestos dentro del precio que paga por un producto. Si es cliente de una empresa formal, paga IVA en cada producto que compra, salvo alimentos y medicinas. Si compra alguna golosina para también el Impuesto Especial de Producción y servicios, que por cierto, también aplica a tabaco y combustibles.
Como casi todo se transporta por tierra en México, el costo del flete incluye los costos de la gasolina o diesel, y cada litro de gasolina lleva aproximadamente cinco pesos de IEPS, y dos pesos con 50 centavos de IVA. Es decir, casi el 40% del precio por litro de gasolina son impuestos.
El gobierno no genera riqueza, no genera dinero. Incluso las empresas del gobierno, esas que en manos privadas generarían impuestos y utilidades, en manos del gobierno generan las peores pérdidas de la historia, como es el caso de CFE y de PEMEX, que en lugar de ayudar al gasto público de México, nos cuestan a todos los mexicanos.
¿A dónde quiere llegar Cobián te preguntarás? Pues a que el dinero que manejan nuestros empleados públicos, comenzando con el presidente y de allí para abajo, es
dinero de nosotros, es dinero de los contribuyentes. A ellos les pagamos para que manejen ese dinero acorde a lo que el pueblo quiere que se haga. Y en teoría, es a través de nuestros diputados como le decimos a todo el gobierno cómo queremos que apliquen nuestro dinero. Es a través de cada diputado cómo el pueblo debería decirle al gobierno cuánto quiere el pueblo pagar de impuestos y en que queremos que se utilice NUESTRO DINERO. Pero México tiene diputados agachones, sometidos al ejecutivo y pueblo agachón que no exige a sus diputados ser un poder independiente.
En nuestro país, desde la colonia, cuando quién recaudaba impuestos pagaba por el puesto, siempre se ha considerado que esos impuestos son botín del que gana la elección. Dicho de manera cruda: ¨ Una pandilla de ladrones compite para ganar la elección y con ello disponer del dinero de los contribuyentes, disponer del dinero de los mexicanos como si fuera de su propiedad¨. En México sólo es posible hacerse rico escogiendo una de dos vías, ser criminal sin nombramiento (criminal común), o ser criminal con nombramiento (servidor público).
Los mexicanos no hemos podido entender que el dinero que manejan los gobernadores, los alcaldes, el presidente, y todos sus empleados, es dinero de todos los mexicanos, dinero que con mucha dificultad, con nuestro trabajo, con el sudor de nuestra frente, hemos ganado usted y yo, y que ponemos en manos de ellos para que sirva a toda la sociedad. Y que si se lo siguen robando, será muy difícil que las próximas generaciones puedan ganar su dinero más fácilmente que nosotros, porque no hay crecimiento económico ni oportunidades de trabajo para todos.
Por eso permitimos y en muchos casos aplaudimos que el gobierno en turno no sea transparente en el manejo de ese dinero. Hasta el día de hoy, sigo escuchando a mexicanos que en su ignorancia aplauden el decreto del presidente, por medio del cual no va a informarnos a nosotros, a los ciudadanos, qué hace con nuestro dinero en las obras que ha propuesto como prioritarias.
Los mexicanos no acabamos de entender que si le damos dinero a alguien para hacer algo, por ejemplo, comprar un árbol de navidad, tenemos que verificar si nos traen el cambio, si compró el árbol a precio de mercado, o nos trae una factura que señala un precio diez veces más alto, si el árbol de navidad es del tipo, tamaño y calidad que le pedimos a quién enviamos a comprarlo, etc.
Tal parece que los mexicanos ante lo difícil que es vivir y sobrevivir en México hemos renunciado a nuestro papel de ciudadanos. Queremos que el gobierno no dé, que haga
obra, que proporcione seguridad, salud, educación, etc., pero por otro lado, permitimos que cada periodo de gobierno, nuestros empleados, esos que elegimos en las urnas para que manejen nuestro dinero, se lo roben.
A tal grado está mal cada mexicano, que a pesar de que sepamos que nuestros empleados públicos han manejado tal mal la pandemia de COVID, que son ejemplo mundial de lo que NO SE DEBE HACER, que llevan más de 600,000 muertos que podían no haber fallecido, aun así no exigimos ni vigilamos que hacen con nuestro dinero. Permitimos que se roben los recursos en lugar de exigir TODOS, que haya medicinas y salud para TODOS.
Sabemos que mueren mexicanos todos los días, cuando sus muertes se pueden evitar, ya sea en salud como en seguridad. Y nos quedamos callados. La justicia es una palabra hueca, porque sabemos que no hay justicia en México, y nos quedamos callados.
El problema de México, el principal, es que no hay mexicanos que amen a su patria. Sólo hay mexicanos patrioteros. Por eso, los mexicanos vemos como normal que alguien llegue a un puesto y robe, porque es lo que haría la mayoría de los mexicanos si tuviera la oportunidad de llegar a ese mismo puesto. Y por eso permitimos que cada trienio, cuatrienio o sexenio, los ladrones que llegan a esos puestos se lleven el botín de manera impune y disfruten de nuestro dinero ellos y sus próximas diez generaciones.
Mientras los mexicanos no cambiemos, México seguirá siendo un país del tercer mundo, atrasado, sin salud, sin educación, sin seguridad, sin justicia. Un país de tercera. ¿Eso quieres para tu patria?
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