Comentar la visita del presidente López Obrador a Washington es hablar también de la venganza, sutil en el caso de Biden, y radical en el caso de Marcelo Ebrard.
Primero hablemos de los americanos. Ellos analizan la psicología de los mandatarios del mundo y saben cómo reaccionarán ante cualquier tipo de situación. Así que buscaron hacer que la visita del presidente de México fuera lo más incómoda posible para AMLO y al parecer lo lograron con creces.
De entrada no fue una visita de estado, como la que realizó Felipe Calderón. Ubicar la visita de AMLO como algo inferior a la visita de Calderón ya en sí mismo es ofensivo para el ego de don Andrés. No ubicarlo en un lugar acorde a su investidura, sino en un hotel de tres estrellas, aunque va con la narrativa de austeridad del habitante del palacio virreinal más fastuoso de México, también indica el lugar de gobierno de tres estrellas para Biden.
La reunión privada previa dejó a López Obrador desencajado y fuera de la jugada. Es un hombre que no sabe disimular, y su molestia fue reflejada en la reunión pública, tanto en su lenguaje corporal como en su descuido incluso hasta para abrirse el botón del saco, a pesar de lo incómodo que se percibía con el botón apretado. El rostro de AMLO mostraba preocupación y desencanto.
Se desaprovechó los preciosos minutos con Biden. En lugar de hablar de temas importantes para los mexicanos, cometió el brutal error –que hoy ya es burla mundial- de dedicarse a darle una lección de historia americana a Sleepy Joe. Quién por cierto, mostraba discretamente su aburrimiento y su constante lucha para evitar mostrar un bostezo ante las cámaras.
Humillante sutileza, interrumpir el mensaje para mencionar el aguante de una reportera de Imagen ante la absurda perorata de AMLO. Y recalcarlo al final de la reunión.
Que a AMLO lo recibiera el jefe de protocolo de la casa blanca en lugar del presidente fue un desaire muy claro. El que Biden tuviera que viajar a Israel y Arabia Saudita durante la estancia de AMLO en Washington fue otro. El no acompañarlo a la reunión con empresarios fue muy significativo también. Le dio trato de segundón.
Marcelo por su parte, pudo explicarle al presidente que su esposa no debía presentarse con zapatos abiertos a una reunión de ese nivel. Pudo comentar que el vestido no era el más apropiado para una primera dama. Pudo haber explicado que una lección de historia sería una pérdida de tiempo cuando lo ideal era tratar los asuntos importantes que impactaran en la opinión pública mexicana. Pudo solicitar que la reunión fuera en otra fecha, también supo anticipadamente que en la puerta de la casa blanca sería el jefe de protocolo quien recibiría a AMLO y reclamar. En fin, tal parece que el silencio de Marcelo fue con toda la intención para que AMLO notara su inexperiencia y pequeñez en asuntos internacionales. La cancillería convirtió al presidente de México en un meme y en fuente de risas y burlas en noticieros y programas de comedia en todo el mundo.
A pesar de la retórica triunfalista del gobierno y sus aplaudidores, AMLO cometió errores graves y cedió de más. El error más grave que cometió fue ser dos veces corregido por Biden, un político de mucha mayor altura y conocimiento. Una vez cuando señaló que China era la fábrica del mundo, y Biden le tuvo que explicar que Estados Unidos tiene una mayor producción que China, y el otro, que tendrá graves consecuencias, fue atacar a los conservadores, léase partido republicano, y recibir como respuesta que Biden espera que sean más conservadores y se entiende que menos trumpistas.
Los republicanos son muy radicales en sus críticas y ataques a México. Enemistarse con ellos para tratar de congraciarse con Biden, no es una buena idea, y menos considerando que en las próximas elecciones en Noviembre, se espera que la cámara de senadores y la de representantes queden con mayoría republicana. Si además de ello, se suma la arenga de AMLO a los texanos a no votar por el actual gobernador, también republicano, por sus políticas anti inmigrantes, vemos que activó a todo un partido político en contra de México y en contra de los mexicanos de allá y de acá. Él, el presidente que afirma que hay que respetar la política exterior de los demás países.
Salió con la tontería de que los americanos pueden comprar gasolina más barata en México. Le faltó decir, ¨por ahora¨, pues siempre ha sido más barata en Estados Unidos. Claro, gasolina que viene de petróleo que le vendemos a los americanos, que ellos refinan, que nos venden a precios internacionales, y que nosotros subsidiamos con impuestos de todos los mexicanos. Comprará un millón de toneladas de fertilizantes, y comprará leche en polvo sobrante de los inventarios americanos. Además va a invertir mil quinientos millones de dólares para fortalecer la seguridad en la frontera, permitiendo la supervisión americana vía laboratorios Sandía. Algo a lo que Peña Nieto siempre se opuso.
Quién desee pensar que fue un éxito la gira, de dos horas, puede hacerlo, solo que la realidad es la realidad, y esa no se puede cambiar con historias, aplausos, el apoyo de Maduro o narrativas llenas de mentiras.
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