Durante el reinado de Enrique Peña, el gobierno comprendió que no había recursos suficientes en el sector público para atender las demandas de inversión que se requerían para incrementar la oferta de energía eléctrica en el país. Siendo CFE quién tiene el monopolio de transmisión, y el mayor vendedor de electricidad, se decidió que pudiera generar electricidad para su venta a CFE el sector privado. Aunado a ello, el compromiso con el acuerdo de París exige que cada año, un mayor porcentaje de la energía que se consuma en el país provenga de energías limpias.
Se desarrollaron varios proyectos con inversiones multimillonarias en términos de dólares y México comenzó a aprovechar su potencial solar y eólico, así como aprovechar el gas barato de Texas, con la construcción de plantas de ciclo combinado, que si bien no es energía limpia, se considera de transición hacia energías limpias, pues es mucho menos contaminante que producir electricidad quemando petróleo, carbón o combustóleo. Así CFE ganaría con la venta de energía, sin tener que invertir un solo peso en la infraestructura para generarla.
Esto mejoraría la posición financiera de la empresa, sus utilidades y la posibilidad de reducir su deuda y sus pérdidas anuales. Además, se promovió la construcción de redes de conducción de electricidad desde las zonas donde se genera a la zona de consumo. Pues la red eléctrica nacional es deficitaria en cuanto a estas redes de distribución. Sobre todo en el la península de Yucatán en cuanto a consumo y en la zona de la ventosa en cuanto a producción y transmisión hacia el centro del país.
Así estábamos cuando llega el nuevo gobierno, y lo primero que hacen es cancelar un proyecto de construcción red eléctrica que llevaría la energía generada en la zona del Istmo de Tehuantepec hacia el bajío, que es la zona industrial con mayor crecimiento en México. Aparentemente el nacionalismo implica que CFE gaste dinero que no tiene para construir algo que los privados podrían construir y luego cobrar una renta por ello. Se esperaba que el nuevo gobierno negociara el monto de la renta pero en lugar de ello, simplemente cancelaron el proyecto.
Recordemos que también hubo un conflicto con unos ductos para traer gas a México, que al terminar la negociación resultó que en términos de valor presente se elevó el costo en aproximadamente 500 millones de dólares.
Viviendo entre apagones inéditos por su frecuencia y pretextos absurdos como la quema de pastizales debajo de las líneas de transmisión, llega el momento en que México ya no puede vender un residuo de la refinación de petróleo para que sea consumido en barcos, ya que la producción de México es altamente contaminante en azufre, supera en diez veces el límite establecido para usarse en alta mar. Este residuo contaminante que es dañino para la salud y para el medio ambiente se llama combustóleo.
México al refinar un barril de petróleo obtiene alrededor de un 34% de combustóleo. Las refinerías americanas obtienen alrededor de un 4%. El combustóleo mexicano debido a las deficiencias en las refinerías tiene un 5% de contenido de azufre, que se podría reducir, pero no se cuenta ni con la tecnología ni con las inversiones necesarias para hacerlo, así que no queda más remedio que guardarlo o quemarlo con el consiguiente daño a la salud y al medio ambiente.
Al acumularse el combustóleo llega la genial idea de usarlo para producir electricidad. Pero hay un inconveniente. Las plantas de producción de electricidad vía carbón o vía combustóleo, genera una electricidad cara. La reforma de Peña Nieto obliga a CFE a consumir la energía más barata que le ofrezcan, ya sea la propia o la que produzcan particulares, y resulta que la energía generada por método solar, geotérmica o eólica le cuesta a CFE menos de la cuarta parte que le cuesta producir con carbón o combustóleo. Así que por ley, debería recibir y comercializar primero la producida con energías limpias.
Esto provoca la acumulación de combustóleo en las bodegas de Pemex. La decisión equivocada que se toma es que se reabran las plantas que lo utilizan para reducir inventarios. Pero también había que cambiar la ley, dañando inversiones a largo plazo, violando tratados comerciales y engañando a la población diciendo que se recupera el control de la producción de electricidad para la nación.
La soberanía bien entendida implica utilizar la energía más barata producida en territorio nacional. A CFE le conviene comprar energía barata y venderla a precio de mercado, lo cual incrementa su margen de utilidad bruta. Pero eso no le conviene a PEMEX, que no ha invertido en coquizadoras y refinadoras para reducir el contenido de azufre del combustóleo mexicano y poder venderlo para su uso en barcos. Cabe aclarar que una parte si se exporta a Estados Unidos para ser procesado en sus propias refinerías.
La ley cuando llegue a la Suprema Corte de Justicia será declarada constitucional, debido al número de jueces que controla el ejecutivo. De ahí, iniciarán litigios internacionales que le costarán mucho dinero a México, mientras el combustóleo se quemará en territorio nacional, en lugar de invertir y procesarlo como se hace en todo el mundo, con lo que se dañará la salud de los mexicanos, y nos convertiremos en un país más contaminante en tiempos en que urge reducir el calentamiento global.
Las cortes internacionales darán la razón a los inversionistas, nacionales y extranjeros y México tendrá que pagar enormes indemnizaciones. CFE producirá electricidad más cara, tendrá más pérdidas que pagaremos todos los mexicanos, ya sea con subsidios o con aumentos de precio.
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