José Miguel Cobián
A muchos les ha extrañado el silencio de los grandes grupos empresariales, y cúpulas ante la expropiación que sufrió recientemente una de las concesiones del señor Larrea, en lo personal considero muy claras las razones. Sólo quienes pensaron que sería un buen argumento en contra del presidente, defendieron al indefendible. Otros, unos cuantos, solo defienden la causa de la libertad económica, pero son los menos.
Larrea, como muchos otros multimillonarios mexicanos, hizo su fortuna y continúa incrementando su patrimonio, aprovechando relaciones con los gobiernos en turno. Las grandes fortunas de los ¨capitalistas de compadrazco¨ comienzan en tiempos del presidente Miguel Alemán, en el caso de Larrea, su padre tuvo contratos con el gobierno federal, y después pudo asociarse con el hombre más rico de México en aquél entonces, Buno Pagliai.
Ya para 1965, adquiere su primera mina de cobre, la Caridad. Para llegar en 1988 a adquirir a un precio bajísimo la mina Cananea, la compañía de cobre más grande del país. Para esas fechas ya contaba con una fortuna importante, pero gracias a concesiones y negocios con los gobiernos desde Miguel Alemán, Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos, Gustavo Diaz Ordaz, Luis Echeverria, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, y ya siendo heredero de su padre, Germán Larrea logró llevar al conglomerado industrial heredado, a convertirlo en el segundo hombre más rico de México y en el 48 a nivel mundial.
Los mexicanos entienden que su fortuna se debe a sus relaciones con cada uno de los presidentes mencionados, y seguramente a negocios realizados con dichos mandatarios. Larrea y los grandes empresarios de México, esos que en otro tiempo se denominaban ¨La Mafia del Poder¨, han sido concesionarios y extractores de rentas de todos los mexicanos. Todos y cada uno de ellos están acostumbrados a negociar con el poder en turno para obtener beneficios adicionales para sus empresas. Y todos y cada uno de ellos negocian siempre a nivel particular y personal, en reuniones privadas, ¨en lo oscurito¨ y con acuerdos que jamás se hacen del conocimiento público.
De ahí, que lo que el diablo otorga, el diablo lo quita. Es decir, si su fortuna proviene de sus relaciones con el gobierno, de abusos a trabajadores, de baja seguridad en sus empresas, de daños al medio ambiente, etc., a la mayoría de los mexicanos nos tuvo sin cuidado que le expropiaran 120 kms de vías férreas.
Posteriormente se supo, que hubo infinidad de reuniones con el presidente ¨en lo oscurito¨, y que éste quería comprar, pero no se arreglaron en el precio. AMLO sabe que Larrea depende de las concesiones del gobierno. AMLO sabe que ha hecho grandes negocios gracias a acuerdos incluso con NAPITO para aprovecharse de malas condiciones de trabajo de los mineros. AMLO sabe que Larrea no se va a pelear con el gobierno, pues tiene mucho que perder, y siendo AMLO un hombre
caprichoso pero que conoce muy bien el terreno que pisa, decidió expropiar porque así conviene a su proyecto del tren transistmico, decidido a castigar a Larrea por no haber accedido a sus peticiones. Al grado de que cuando se escriben estas líneas, AMLO ya avisó que no habrá indemnización, pues no hay dinero en las arcas nacionales, sabedor de que no habrá ninguna acción legal de Grupo México en contra de sus acciones.
Todos los empresarios otrora conocidos como La Mafia del Poder, que hoy trabajan hombro con hombro con el gobierno de AMLO, han cedido a todas y cada una de sus pretensiones y solicitudes. Para ellos, tener contento a un presidente berrinchudo y autoritario, implica comprar millones de pesos en boletos de la rifa del avión, a cambio de obtener cientos de millones de pesos en negocios que dependen del gobierno, ya sea construcciones, o concesiones. Larrea no entendió y pagó las consecuencias.
En México hay tres tipos de millonarios, los primeros y más dignos, son los pocos emprendedores que han encontrado caminos para hacer crecer sus negocios y empresas en el sector privado, y la mayoría en el sector exportador o importador, habiendo encontrado nichos de mercado. Hay un segundo grupo de familias que fueron ricas desde el porfiriato y que terminando la revolución mexicana se acomodaron muy bien con los poderes en turno y siguieron conservando e incrementando su fortuna. Hay un tercer grupo, que surge de hacer negocios con el gobierno, obtener monopolios gracias al gobierno, obtener concesiones gracias al gobierno, obtener bienes públicos a precios de remate gracias a sus relaciones con el gobierno. A éste tercer grupo pertenece la mayoría (si no es que todos) los miembros del consejo de hombres de negocios muy cercanos a AMLO, y en particular a este grupo pertenece Larrea y su familia.
Por eso sólo los que pensaron que sería una muy mala imagen ante la inversión extranjera una expropiación de este tipo, como lo fue en su momento la de Vulcan en la Riviera maya, fueron los que alzaron la voz, no en defensa de Larrea, sino en defensa de la libre empresa.
Otro grupo, el de los ingenuos, defendió al indefendible Larrea, únicamente porque consideraron que era un acto autoritario del tirano con el cual no están de acuerdo.
La mayoría de los mexicanos sabemos que esos hombres de negocios, esas grandes fortunas se han construido disponiendo de dinero que legítimamente nos correspondía a todos y cada uno de los mexicanos. Ya sea cobrando a precios monopólicos bienes y servicios como el cobre, que en México se vende un 25% más caro que en el resto del mundo. O vendiendo cualquier otro producto a precios exorbitantes. Basta ver que una economía como la americana, con ingresos por persona siete u ocho veces superiores a los de México, tiene productos mucho más baratos que los que encontramos en el mercado nacional, hablemos de intereses, renta de autos, ropa, o muchísimos otros productos, en los cuales los sucesivos gobiernos mexicanos, desde Miguel Alemán hasta López Obrador les han otorgado ventajas competitivas de cualquier tipo. Baste recordar que Monreal promovió un proyecto de Ley para reducir las tasas de interés tan brutales que cobran los bancos y financieras mexicanas, pero cuando se enteraron los ¨amigos oligarcas¨
de AMLO, inmediatamente el proyecto pasó a dormir por tiempo indefinido. La orden fue que nadie moleste ni a los banqueros ni a los amigos dueños de empresas aboneras, cuyo negocio real, no es vender un producto, sino cobrar altísimos costos de financiamiento en los pagos en abonos, aprovechando la ignorancia financiera del mexicano promedio.
Nadie en su sano juicio puede defender a mexicanos indefendibles.
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