Por: José Miguel Cobián
Una de las mas grandes traiciones al pueblo de todos los gobernantes, es el cumplimiento al pie de la letra de la regla que ordena mentir para mantener el control político y social incluso a costa de la vida de los gobernados.
El ejemplo clásico, es la propaganda de guerra. Aquélla en la cual a pesar del avance de las tropas enemigas, y de que es manifiesto que la guerra está perdida, insiste en hacer creer a la población que todo marcha bien en el frente de batalla.
Hoy vivimos otras guerras en otros frentes de batalla y la actitud del gobernante es la misma. Mentir para mantener la paz social y el control político. En Veracruz lo vivimos cada año, sabemos que se reportan menos casos de muertes por dengue o por influenza. El gobierno supone que así se mancha menos por un problema que no es causado por ellos, pero que tampoco se ha enfrentado de la mejor manera, debido tanto a incompetencia como a falta de recursos.
Lo mismo está sucediendo en México con el asunto de la epidemia de coronavirus. Imagina por un momento estar en los zapatos del presidente. Tienes una epidemia incontrolable, un virus que se contagia muy fácilmente, es decir, literalmente será inevitable que afecte a la mayor parte de la población de tu país. De ese virus sabes que quienes enfermen gravemente van a colapsar tus instituciones de salud, pues no cuentas con la capacidad hospitalaria suficiente para atender a los casos graves, esos que requieren estar en terapia intensiva y con respirador artificial. Y además, no cuentas con los recursos para crear esa capacidad, pues has decidido que tu presupuesto irá a otros rubros, y no a enfrentar esta mortandad que se acerca.
Por otro lado, sabes la mejor manera de enfrentarlo es dosificar la infección, es decir, emitir medidas preventivas para que la infección avance más lentamente, con el fin de que no sature tus servicios de salud, pero eso tendrá un costo económico, y eres un presidente que no quiere que la economía caiga aún más, ya que muchos mexicanos te acusan, te señalan, afirman que tus malas decisiones han llevado a un estancamiento y debilidad económica al país.
Así que ante el riesgo de que se propague más rápido, y ante el riesgo de que los servicios de salud se colapsen por el número de casos que requerirán tratamiento médico, tomas la decisión de hablar a tu población y decirles que no se preocupen. Total, los que mueran, ya no van a votar, y los que sobrevivan, en muchos casos pensarán que tuvieron un catarro leve, y la enfermedad pasará sin que se note mucho, siempre y cuando, tu sistema de salud no reporte el crecimiento exponencial de casos.
También conoces a tu pueblo, sabes que las necesidades económicas obligan a trabajar diariamente. Nadie aceptaría estar aislado en su casa a partir del momento en que tiene síntomas, hasta que éstos desaparezcan… Y lo peor, sabes también que el virus te contagia hoy, y comienzas a tener síntomas entre siete y catorce días después, es decir,
durante la primera parte del período de infección, tu población se va a dedicar a contagiar a otros.
Todas estas decisiones, si salen bien, van a llevar a los mexicanos a presumir que el coronavirus les hizo lo que el viento a Juárez. Unos cuantos, sobre todos los que tengan cierto conocimiento de los síntomas, sabrán que su familiar murió por falta de atención y previsión, pero esos, serán el 3 o 4% de la población. El resto, afirmará al estilo valentón de las películas de Jorge Negrete y Pedro Infante, que mata más el miedo que la enfermedad.
Pero, si algo sale mal, si el crecimiento de casos graves es exponencial, quedará de manifiesto que el no tomar medidas preventivas para ralentizar el avance de la epidemia, costó vidas humanas. Muchos mexicanos verán que las prioridades del gobierno en cuanto a gasto de presupuesto, no se orientaron hacia la vida y salud de los mexicanos. Sobre todo, cuando ya ha quedado de manifiesto, que el sistema de salud, de por sí mediocre, ha sido debilitado aún más, por decisiones presupuestales, que en nada toman en cuenta la opinión de los expertos en salud pública.
La apuesta del presidente es muy arriesgada. Corea del Sur ha detectado a muchos infectados por el virus, gracias a que posee el sistema de salud más robusto del planeta. No hay ninguna posibilidad de que en otros países el número de infecciones sea menor. La única realidad es que simplemente no se tiene capacidad técnica para investigar los casos posibles de COVID-19 como es es el caso de los países africanos, o no se han tomado las medidas adecuadas y se cuenta con kits de detección insuficientes y defectuosos como es el caso de Estados Unidos… o peor aún, es una mezcla de decisión gubernamental de ignorar la enfermedad, falta de infraestructura hospitalaria tanto para atender los casos graves, como para atender las necesidades de aislamiento, falta de kits suficientes para realizar las pruebas para determinar si alguien es portador o no del tipo de coronavirus que hoy nos ocupa, y sobre todo aprovecharse de la ignorancia de una población que se considera inmune a una amenaza de salud global.
México, está al nivel de Haití o de los países africanos más atrasados, en cuanto a medidas de prevención. Eso a pesar de contar con especialistas epidemiólogos y médicos capaces de detectar y enfrentar cualquier tipo de epidemia, siempre y cuando reciban la orden de aplicar las medidas adecuadas. Nuestro sistema de salud no es de lo mejor del mundo, pero a pesar de ello, es suficientemente bueno para enfrentar este tipo de emergencias, como ya se hizo con la AH1N1. La diferencia en cuanto a cómo enfrentar un problema que costará vidas humanas, está en la decisión política. Calderón se arriesgó con la información que tenía y tomó decisiones equivocadas, que a fin de cuentas no afectaron a su gobierno. Hoy López Obrador toma un camino diferente, el tiempo nos dirá si tomó la decisión adecuada o si a fin de cuentas causó algún efecto político su decisión… Porque en salud pública estamos seguros de que habrá consecuencias.
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