Por: José Miguel Cobián
Imaginemos que ya estamos a fines de mayo 2020. Ya lo peor de la epidemia del coronavirus pasó. Ahora estamos evaluando las decisiones que se tomaron en diciembre, enero, febrero, marzo y abril. Los muchos que sobrevivimos nos enteramos de alguien que murió por esta enfermedad, o sospechamos que murió por ella, ya que sabemos que la información fluyó lentamente y sin veracidad.
Hoy en mayo sabemos que fue un grave error conformarnos pensando que somos un país del tercer mundo que no merece atención de salud de calidad. A lo largo de los días nos enteramos de renuncias de médicos y administradores en el sector salud nacional, como queja por la falta de insumos, incluso los básicos.
Hoy ya sabemos que la línea telefónica que estableció el gobierno no funcionó adecuadamente, por falta de capacitación de los jóvenes contratados para atender ese Call center.
La población está muy molesta, pues hubo medidas que se debieron de tomar y no se llevaron a cabo. Por ejemplo, la queja de que a pesar de tener un período de tres meses, el gobierno no equipó a los hospitales con lo mínimo indispensable. Eso de saber que no había cubrebocas suficientes, ni guantes, ni lo más elemental tiene a la población indignada.
Peor aún cuando se comprendió que muchos de los que murieron, pudieron haberse salvado si el gobierno desde enero hubiera dedicado recursos a adquirir respiradores artificiales y a equipar salas de terapia intensiva. A incrementar el número de camas de los hospitales, y a capacitar a todo el personal del sector salud. Eso de que la capacitación iniciara a partir del 12 de marzo habla de mucha irresponsabilidad e incompetencia.
Entendimos que el presidente tenía que cuidar la economía mientras se pudiera. Eso es algo con lo que la mayoría está de acuerdo. Pero no perdonamos los graves errores del experto subsecretario Hugo López Gatell, quien cometió otra vez, los mismos errores por los cuales fue despedido cuando diseñó la estrategia para enfrentar el AH1N1. Se confió demasiado. Pensó que no pasaría nada, o que el calor frenaría la transmisión del virus, cuando no hay una sola evidencia al respecto.
Sabemos que el gobierno no se preparó comprando millones de kits de detección del coronavirus… los pudo pedir desde enero, y no hicieron nada. Repartieron a un laboratorio por estado los pocos que había, y para el 15 de marzo, todavía no todos los laboratorios estatales estaban surtidos. Cuando debía de haber tenido la prueba disponible en todas las ciudades importantes para tomar decisiones inmediatas.
Lo que menos se perdona, es el haber jugado con la salud de todos un enorme volado. Eso de no haber establecido controles mínimos en los puertos de entrada al país. Para no molestar a los viajeros… Vaya, ni siquiera detectores de temperatura, a sabiendas de que era lo mínimo a realizar. La decisión de recibir visitantes de todos los países, y
convertir a México en el pabellón de cuarentena de los Estados Unidos también fue muy mal visto por la población.
Entendemos que no querían crear pánico, mismo que llegó cuando se decidió declarar la fase dos y luego la tres. Crearon más pánico aún, porque la gente no sabía cómo enfrentar la pandemia. Pocos fueron los enterados. Dejaron que los rumores e información falsa circulara por todos lados ya que no había información oficial disponible para todos. Los genios de la comunicación siguieron usando sus redes de bots para justificar al gobierno, en lugar de usar ese presupuesto para informar a la población
Cuando nos enteramos de que el virus afectaban no sólo los pulmones, sino también el corazón y los riñones ya estábamos más preocupados, sobre todo, porque hasta hoy no tenemos idea de si deja secuelas o no. Y luego saber que podía causar daños al sistema nervioso central, nos deja aún más intranquilos.
Entendemos que el virus llegaría de todas maneras, pero también vimos que nada se hizo para dar seguimiento a visitantes de países con la infección, y mucho menos se aisló a toda la cadena de contagio. Ya entendimos que el virus llegó mucho antes de que las autoridades dieran la voz de alarma con el primer sospechoso de contagio.
No perdonamos la falta de respiradores. Hoy que todos somos expertos, sabemos que la curva de infección puede ser acelerada, o lenta. Cuando es lenta o aplanada, nos infectamos igual, pero a lo largo de un período mucho mayor de tiempo, lo que permite a los servicios de salud, atender con mayor eficiencia a la población y sufriendo un colapso menor al que vimos.
Como nada se hizo en el momento adecuado, para reducir la velocidad de infección, los servicios de salud se vieron extremadamente rebasados por ese 15% de casos graves, y por ese 3% de casos mortales, que por las deficiencias en la atención llegaron al 5%, que es por encima de la media de otros países.
De los miles de infectados y de las decenas de muertos, ¿Cuántos se pudieron haber salvado con mejor atención e información? Eso jamás lo sabremos, sin embargo, queda en la memoria de todos, que se pudo hacer mucho más, y que no se hizo, ya sea por ignorancia, por incapacidad, o por desdén hacia los mexicanos.
Hoy ni siquiera sabemos cuántos infectados y cuántos muertos hubo. No había pruebas, y el COVID-19 por protocolo de la OMS no debe de diagnosticarse únicamente por medio de clínica, aunque al final fue lo que se hizo en México, pero siempre con la orden a los médicos del sector salud de reducir en lo posible el número de casos reportados. Para hacer quedar bien al gobierno y para no desatar pánico… hasta que alguien de tu familia se enfermara o se muriera.
Los decesos de adultos mayores, causaron también indignación, porque el sector salud demoró mucho en solicitar que no se mezclaran niños con abuelos, ya que la infección en los niños fue muy leve, pero contagiaban igual que un adulto, y si los uníamos a adultos mayores, entonces los niños se convirtieron en el factor de contagio de sus propios abuelos. Por falta de información y por negligencia del sector salud.
Pasaron muchas cosas que dejaron huella en el corazón de muchos mexicanos. Otros muchos no se infectaron y pasaron más tranquilos la emergencia. Que por cierto, también mucho enfermo no cumplió con aislarse en su casa, lo que provocó mayor contagio.
Esa política de quédese en su casa si está enfermo, solo era una justificación ante la incapacidad del sector salud de atener a los enfermos en hospitales, que de por sí, antes de la infección ya estaban saturados y en malas condiciones. Algo que también molestó mucho a la población.
En fin, ya estamos en mayo 2020, ya pasó lo peor, y hay que seguir adelante, recuperar lo que se perdió por los días de paro obligatorio y salir adelante como siempre, es decir, a pesar del gobierno en turno.
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