YUGO: Instrumento para unir a dos bueyes o mulas en una yunta, formado por una pieza alargada de madera con dos arcos que se ajustan a la cabeza o el cuello de los animales y que, sujeta a la lanza de un carro o el timón de un arado, permite que tiren de ellos.
En México se confunde el término Yugo con el de Yunta, y se utiliza la expresión ¨Lamer la Yunta¨, que en realidad debería ser ¨Lamer el Yugo¨, cuando una persona o grupo de personas defiende algo que lo domina, lo oprime o lo explota.
Desde que terminó la revolución mexicana, los ciudadanos nos sentimos oprimidos por un gobierno que tomaba todas las decisiones, que simulaba escuchar o representar a la población y que servía para enriquecer a unos cuantos.
Los mexicanos no teníamos la oportunidad de elegir a nuestros gobernantes, hasta 1997, cuando por fin se crea un órgano electoral independiente y ajeno al gobierno.
Otra opresión que sufríamos los mexicanos, era la de los burócratas privilegiados. Empleados al servicio del estado que gozaban de salarios, prestaciones y pensiones muy superiores al del resto de los mexicanos. Así, descubrimos que había mexicanos de primera, de segunda y de tercera. Siendo la mayoría de la población mexicano de tercera categoría.
Por ejemplo, un trabajador sindicalizado de PEMEX ganaba y sigue ganando un salario muy superior al de cualquier trabajador mexicano que no trabaje para el gobierno. Tan preciado era un puesto en PEMEX que su sindicato comenzó a vender las plazas, igual pasó con las plazas de maestro en la CNTE y en el SNTE, o con las plazas de CFE, por mencionar algunas.
Mientras un trabajador común tenía que cotizar 500 semanas para tener derecho a una pensión del IMSS, y cotizar 2,346 semanas (45 años) para tener una pensión medianamente decente. Un trabajador de CFE tenía que haber trabajado 20 o 25 años, para retirarse y vivir con una pensión muchísimo más elevada que la de cualquier mexicano.
Todos conocemos historias de trabajadores de PEMEX que terminaron millonarios, o de trabajadores de CFE que viven mucho mejor que cualquier otro trabajador mexicano. Y eso que en principio no es malo, porque debemos aplaudir el éxito, acaba siendo muy malo, cuando los trabajadores con pensiones raquíticas, con salarios muy pequeños, son los que mantienen con sus impuestos a los trabajadores privilegiados del gobierno.
Usted y yo sabemos que lo que es de todos, acaban siendo de nadie, y muy pocos servidores públicos responsables cuidan lo ajeno. Mire usted el estado de las carreteras del país, y en particular las de Veracruz, que son de las peores del mundo. Pregunte a un familiar que viva en Estados Unidos que tan fácil es realizar un trámite en un consulado. Acuda a una oficina pública a realizar un trámite. Observe las patrullas de la guardia nacional, de la secretaría de seguridad pública del estado, de sus policías, y verá que nadie cuida lo que no es suyo.
Ese fue el problema durante mucho tiempo para las finanzas del país. El gobierno era dueño de todo tipo de negocios, lo mismo teléfonos de México (que daba un servicio pésimo), que de equipos de futbol, teatros, fábricas de galletas, etc. Y todos, todos los negocios que manejaba el gobierno de México, tenían grandes sueldos, grandes prestaciones y enormes pérdidas. Incluso Ferrocarriles nacionales, cuyo servicio de pasajeros era de excelencia.
El tener pérdidas en empresas estatales, implica que nuestros impuestos irán para subsidiar esas pérdidas, en lugar de ir a salud, medicinas, vacunas, hospitales, educación, escuelas y su equipamiento, etc. Es decir, cada peso que pierde una empresa de gobierno, es un peso que pierde la sociedad mexicana, un peso que ya no se va a usar para atender las necesidades de los mexicanos.
Por lo tanto, cuando se realizaron las grandes privatizaciones, muchos lo celebramos. Entendimos que en México, éstas privatizaciones beneficiarían a algunos por encima de otros, pero dejar de perder dinero ya fue una gran ganancia, y si además mejoró el servicio, como en Telmex, pues ya salimos de gane. Hoy vemos al gobierno de México beneficiando con contratos a sus amigos, a quiénes financiaron la campaña de Morena, a quienes apoyaron al gobierno en turno, así que nada ha cambiado en la forma de ser y manejar el dinero de todos.
Pero cuando menos, con las privatizaciones, se liberaron enormes cantidades de dinero, de las cuales una buena parte se convirtió en beneficios para todos los mexicanos. Por eso, cuando escuchamos que se gastan miles de millones de dólares en Dos Bocas, nos preocupamos, no sólo porque nos engañaron diciendo que costaría 8 mil millones y no fue verdad, sino porque además del gasto de construcción, sabemos que PEMEX refinación es la fuente histórica de pérdidas de PEMEX, y esas pérdidas las pagamos todos los mexicanos, igual que pagamos las pérdidas de Comisión Federal de Electricidad.
Cada vez que alguien defiende el subsidiar a una empresa paraestatal, a una empresa del gobierno, se me viene a la mente el buey que lame el yugo. El que defiende el gasto en subsidios y sobre precios, defiende la corrupción, la ineficiencia, la pérdida de oportunidades para otro mexicano de obtener una medicina, o una mejor educación. Porque ese dinero va para los mexicanos más privilegiados, en lugar de ir para los que más lo necesitan.
El gobierno dice que primero los pobres, y ataca supuestamente a los ricos, mientras beneficia a sus ricos, los que hacen contratos con el gobierno, y a sus trabajadores que son ricos por ser privilegiados, en particular los de PEMEX y de CFE, las dos grandes empresas que más nos cuestan a cada uno de los mexicanos que somos de tercera categoría y las mantenemos para felicidad de quienes de ellas se enriquecen, y para alegría de los bueyes que lamen el yugo.
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