José Miguel Cobián
El nivel de hipocresía en redes sociales, tertulias y pláticas de café es enorme. Todo mundo critica a los demás sin asumir la propia responsabilidad. ¡Ya chole con eso! No engañan a nadie, aunque practiquen el mexicano y centenario arte de hacerse pendejos.
Todos los días, leo y escucho a plañideras, presumiendo su superioridad moral, e intelectual. Uy, esos genios de la oposición, fueron vencidos de una manera arrolladora en las urnas por supuestos seres intelectualmente inferiores. Hacen el mismo ridículo que aquéllos que insisten en que los Aztecas eran la suma de la civilización de su época, y cien mil pelaos fueron derrotados por 400 castellanos de lo peor. Queridos amigos opositores, perdimos en las urnas, porque el adversario fue infinitamente superior, ya es tiempo que lo reconozcan.
No voy a listar una vez más todos los errores de la oposición, solo daré algunos ejemplos: cinco años callados y sumisos. Los auto denominados activistas ciudadanos dedicados a compartir lo mismo en las mismas redes de siempre, jamás se atrevieron a discutir con un amlover en su propio territorio, sólo perdieron el tiempo y presumieron ante sus congéneres que ¨eran de oposición¨. Los partidos de oposición, más preocupados por instalar en las pluris a sus cuates, y conservar el negocio de sus franquicias políticas que en ganar una elección, ni siquiera cubrieron todas las casillas para defender el voto, mucho menos gastaron un peso en movilizar a sus simpatizantes, siguiendo el aforismo de ¨Lo caído, caído¨, los liderazgos regionales y nacional no gastarían en apoyar a sus candidatos, de Xóchitl para abajo, sino que decidieron quedarse con todo el dinero que pudieron…. Hicieron lo mismo de siempre en circunstancias diferentes. Escogieron a héroes para sus candidaturas uninominales, que sin apoyo se la rifaron ante una maquinaria electoral muy bien aceitada, y en su mayoría, perdieron. Pusieron a mucho impresentable en las pluris, lo que logró desanimar aún más el voto de la oposición. Y que decir de ese 40% del padrón electoral que decidió no salir a votar, que aceptó que quién ganara, decidiera los destinos del país sin opinar; si no opinaron entonces, no entiendo porque les apura opinar ahora.
Sabemos que los diputados locales y federales de morena y aliados no representan al pueblo de México, sino que obedecen a una sola voluntad, la de AMLO. Esto no es nuevo, lo sabíamos desde hace seis años. Y no hicimos nada para evitar que tuvieran una mayoría en el congreso. Los que pensamos que el nivel de sobre representación es excesivo, tampoco hicimos nada para evitarlo. Una marcha, una protesta digital, sabíamos que no bastaba para detener la ambición de un grupo que se veía desde el día de la elección, dueño total del presupuesto del país, para su beneficio personal. Y aun así, no vimos movimientos masivos.
Hoy vemos que están a punto de desgraciar aún más un sistema de justicia que tiene muchos defectos y que se puede mejorar. Sólo que el estilo de Morena ha sido destruir sin mejorar, ya lo vimos con el aeropuerto de Texcoco, o con el Seguro Popular, por mencionar dos ejemplos nada más. La voluntad de AMLO es destruir, aunque perjudique el futuro de los mexicanos. Lo más sorprendente es que cuando menos un 60% de los mexicanos aplaude esta destrucción.
Pensamos que el mexicano es manipulable y manejable. Negamos una realidad, que implica que el mexicano sabe muy bien lo que hace. Decide en función de su interés cotidiano, si acaso podemos afirmar que no tiene visión de largo plazo, lo cual es justificable, pues cuando el país ha crecido, más del 60% de la población no se ha visto beneficiada, así que ¡No importa el crecimiento o las variables económicas!, mismas que no le han servido para nada.
Muchos mexicanos vimos que los beneficios del período neoliberal no llegaban a todos… y nos quedamos callados. Muchos vimos que la educación pública no generaba mexicanos pensantes y analíticos…. Y nos quedamos callados. Muchos vimos que el aparato burocrático se enriquecía día con día a costa de los más pobres…. Y nos quedamos callados. Hoy no tenemos derecho a quejarnos de que un porcentaje de la población no entienda el alcance y los riesgos de las reformas constitucionales propuestas por el presidente López Obrador. No se vale, decirle ignorante al que verdaderamente lo es, aunque sí se vale señalar, al que a sabiendas manipula a los demás con información falsa. Aunque no sirva de nada.
Toda la vida, los senadores y diputados se han comprado, con amenazas o con dinero. Si la oposición resiste en el senado ante la reforma judicial, será porque así se decidió en las más altas esferas de poder, no porque sean muy honestos los senadores señalados como los más presionados. Y si alguno de ellos cambia de bando, como ya lo hicieron los dos del PRD, tampoco debería de extrañarnos.
México sigue siendo propiedad de una persona. Ahora con el presidencialismo exacerbado, es todavía más claro que tiene dueño y hasta el 30 de septiembre es AMLO. A partir del 1 de octubre veremos si sigue siendo AMLO o ya será Claudia, o quizá se convierta en una copropiedad. Morena y sus aliados repartirán puestos públicos a gente sin experiencia, que no servirá de nada para resolver los problemas del país, tal como hoy vemos en el gabinete federal, con los secretarios de estado Floreros, o con cualquier municipio gobernado por Morena, donde raro es el alcalde que se preocupa por resolver los problemas más importantes, y mejor se la pasan navegando y cobrando jugosos salarios con los cuales jamás soñaron. Alcaldes y ediles muy mediocres cobran como si fueran los ejecutivos más preparados del planeta, sin resolver ni siquiera tapar un bache.
A veces el dueño de México trata de buscar el bien de los mexicanos. Otras veces, como en el caso de AMLO, solo usa la figura de bienestar para obtener más poder, sin importar el futuro de México, al grado que ya se especula que podría ser su hijo el próximo presidente después de Claudia y él mismo, el súper asesor de todos los próximos presidentes hasta el día de su muerte.
Lo que hoy vive México y su destino en el futuro cercano, es obra de todos y cada uno de los mexicanos, no nada más de los amlovers o de Morena y sus aliados. Reconozcamos primero la realidad, y si no nos gusta, hagamos algo para cambiarla o sigamos de apáticos y dejemos que las cosas sucedan. Dejar de llorar hoy lo que no supimos defender en las urnas, es el primer paso hacia una ciudadanía eficiente y funcional.
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