Por: José Miguel Cobián
Esa cantidad de dinero es lo que representa dejar de crecer al 2.5% para crecer al 0% en la economía nacional. Es la destrucción de riqueza mexicana que políticas económicas equivocadas e ideologizadas, han generado. No sólo políticas equivocadas, sino funcionarios incompetentes o incapaces, -que no es lo mismo-. Un funcionario incapaz es quien no está capacitado para un puesto, un funcionario incompetente es aquél que teniendo la capacidad y conocimiento, no los aplica la manera adecuada en su toma de decisiones.
Las lecciones de economía que seguramente serán parte de libros de texto en el futuro, como el mejor ejemplo de lo que NO se debe de hacer, están siendo generadas día con día por el gobierno actual. Esto no quiere decir que los gobiernos anteriores fueran una lumbrera, la gran diferencia es que hoy hay cierta preocupación por el bienestar de los gobernados, aunque para variar, también mal resuelta, y la economía está paralizada.
Todo inicia cuando el gobierno desconoce que el crecimiento económico es multifactorial, siendo uno de los aspectos más importantes, la seguridad jurídica y la confianza en que un gobierno toma las decisiones correctas en el momento correcto. Esto los lleva a cancelar la construcción –ya avanzada- de un aeropuerto de primer mundo, mediante absurdos como una consulta amañada, o acusaciones infundadas de corrupción (hoy no demostrada), que llevan a concluir que únicamente la voluntad del presidente es la que decide proyectos tan importantes de infraestructura y desarrollo como lo era ese aeropuerto, el cual esperamos que el próximo sexenio reanude su construcción, por el bien de México. Lo peor es cuando se sustituye por ideas no aprobadas por técnicos y expertos, como la creación de un sistema aeroportuario que incluye a Santa Lucía, lo cual no es viable desde el punto de vista aeronáutico, ni benéfico desde el punto de vista de conectividad o economía de tiempo y dinero del viajero. Con estas decisiones el nuevo gobierno se muestra autoritario, e ignorante en su toma de decisiones. El daño económico de esta decisión es incalculable, aunque de entrada al país le cuesta más de 270 mil millones de pesos.
La segunda gran lección es la de parar la distribución de gasolinas. El mundo sabe que se debió a falta de planeación en las compras al exterior. El gobierno miente de manera descarada para conservar el apoyo popular, y afirma que es para acabar con el robo de hidrocarburos, lo cual hoy se ha demostrado que es falso, pues las propias cifras de PEMEX no muestran un aumento significativo en la venta de gasolina y diesel legales, sin que se haya contraído la demanda de estos combustibles. La imagen del gobierno mexicano se deteriora aún más, por la falta de seriedad, y sobre todo por el ridículo que representa enviar a varios secretarios de estado de compras a Estados Unidos para adquirir pipas que en su número total a la fecha nadie ha visto.
La tercera gran lección, es la falta de planeación en la adquisición de medicinas para enfermedades muy serias, por parte del sector salud, y la absoluta incapacidad del gobierno para enfrentar y prevenir pandemias, como la que hoy sufre medio país con la presencia de Dengue. Un país que es incapaz de continuar con la adquisición puntual de medicinas y que hoy busca chivos expiatorios en la iniciativa privada, en lugar de sancionar a los malos funcionarios no inspira confianza para nadie. Niños y adultos murieron, otros tantos enfermaron o su situación se tornó más grave, por la incompetencia de los funcionarios del nuevo gobierno, que además gasta una fortuna para convencer a la población de que el problema no es auto generado, cuando quienes saben y conocen, perciben que ni las medicinas, ni las medidas preventivas y adquisición de insecticidas que no dañen a las abejas como el PBI se adquirieron y aplicaron en tiempo. En mucho por razones de ideología, ya que quienes llegan a puestos de poder no comprenden como funciona el mundo y siguen en la idea de que la IP es enemiga de México, cuando es el único motor que saca gente de la pobreza y genera bienestar.
No obstante haber cometido graves errores en el abasto de gasolinas, el gobierno toma la mala decisión de rechazar la puesta en marcha de los gasoductos que ya estaban listos para abastecer de gas natural al país. El costo de esta decisión es incalculable, pues no sólo incluye el que el gobierno cediera meses después con tratos desventajosos para el país por su mayor costo, sino que también generó apagones en una cuarta parte del territorio nacional, con las pérdidas económicas brutales que ello implica, y además de ello, redujo en un 30% el abasto de gas a las industrias mexicanas por varios meses, generando desde el propio gobierno, pérdidas económicas y de empleos. Las empresas redujeron su producción y empleo en proporciones similares al 30% de desabasto de gas.
La última gran lección es la de generar un sub ejercicio del gasto publico, conocido a la fecha de elaboración de este análisis, de 232 mil millones de pesos. La ignorancia de los nuevos funcionarios les hace creer que dejar de realizar gasto público implica ahorro. El presupuesto público por ley se debe de gastar en lo que se estableció en el presupuesto de egresos de la federación, estados y municipios. No gastarlo implica privar a la población de satisfactores, infraestructura, bienes y servicios públicos… pero eso, no lo sabían los integrantes del nuevo gobierno.
Cualquier estudiante de primer grado de economía, sabe que la industria de la construcción representa en México el 1% del PIB, y conoce que el efecto multiplicador en toda la economía es del orden de 7 a 1, es decir, por cada peso que se invierte en construcción, circulan 7 pesos en otras actividades económicas relacionadas o no con esta industria. Pues iniciando el nuevo gobierno, se paralizó la industria de la construcción, destruyendo sesenta mil empleos formales y más de medio millón de empleos temporales, sobre todo en el sector más débil del eslabón en la cadena productiva de la industria: el de los albañiles.
Con todos los errores cometidos, el sólo hecho de no haber frenado a la construcción nos tendría creciendo al 1% en lugar de al 0%. Tan sencillo de leer y tan difícil de entender.
Aquéllos que piensan mal y aciertan, piensan que: Se suspende el aeropuerto de Texcoco porque los moches ya se habían entregado, y no había para el nuevo gobierno los contratos ya estaban asignados y empresas como las de Riobóo o Tres hermanos no tenían una tajada lo suficientemente grande. Se suspende la compra de gas, porque los acuerdos de los gasoductos fueron otorgados por la administración anterior y no hubo moches para la actual. La compra de gasolinas al exterior se suspendió porque no hubo moches para los actuales administradores. La industria de la construcción se suspendió porque no había moches por las licencias ya otorgadas.
El problema es que en muchos casos no hubo moches jamás. Quienes llegaron pensaron que en todo había corrupción y quisieron su parte (conforme a esta teoría). El tiempo les demostró que no había moches, o les permitió obtener esos moches, todo sin importar haber tenido al país de rehén.
Si lo anterior es falso, llegaron incompetentes a puestos a los que jamás debían de haber llegado… Si lo anterior es cierto, llegaron corruptos como siempre los ha habido en el gobierno de México.
De cualquier manera México perdió 650 mil millones de pesos en 2019, sólo por malas decisiones del gobierno actual. Esta cifra representa el 2.5% de crecimiento del PIB que no se tuvo en 2019.
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