Una y otra vez veo y escucho a diversos grupos de ciudadanos, tratando de participar por primera vez en su vida en cuestiones políticas. Sin embargo el propio desconocimiento de sus responsabilidades ciudadanas, la nula cultura cívica y la desesperación propia de un momento en el cual la infodemia genera un desconocimiento de la realidad, lleva a un caos brutal, y con ello, las fallas normales de cualquier intento de organización dentro de la propia sociedad civil.
Los ciudadanos desconocen totalmente las obligaciones del presidente municipal, del diputado local, del diputado federal, del senador, del gobernador y del presidente de la república. Al desconocerlas, se vota por simpatía, por promesas vanas, por moda, porque se siente bien el ciudadano perteneciendo a cierto grupo social que vota por determinado candidato o partido. Los ciudadanos desconocen las plataformas políticas de los partidos. Los ciudadanos gustan de recibir promesas sin importarles si las promesas se cumplen o no. Es más, cuando un candidato gana y no cumple sus promesas, al propio votante ya se le olvidaron y le resulta irrelevante el cumplimiento o no de dichas promesas. Si el ciudadano es un poco más beligerante, no tiene la más remota idea de cómo exigir que se cumplan las prometas de campaña. Porque incluso, la ley no obliga a los candidatos a cumplir lo que prometen.
El votante promedio espera escuchar promesas que le llamen la atención. Desea escuchar algo que avive su esperanza de vivir un poco mejor, de mejorar su triste realidad, sin importar su clase social. Y para ello aplaude y se deja convencer por promesas de sus candidatos que en el puesto al que van a llegar no está en sus manos cumplir. Así le piden obra pública al diputado, y a veces hasta le piden cambios de leyes al alcalde.
Resulta terrible escuchar los análisis de los ciudadanos mal informados. Un gran éxito de muchos gobiernos y en particular del actual ha sido el desacreditar a los diferentes comunicadores que señalan los errores del sistema. Por poner un ejemplo, platicando con algunas personas sobre la escases de medicamentos para niños con cáncer, su respuesta varía desde que es un invento y que los padres que protestan están trabajando para los opositores al régimen, o se va por el lado de que siempre ha habido faltantes de medicamentos, por lo cual no es de extrañar que ahora haya faltantes, sin entender la diferencia de que falte un paracetamol a que falte un medicamento del cual depende la vida de un niño. Pero los detalles los desconocen porque se niegan a leer o escuchar a quienes en su cerebro ya fueron denigrados y denostados por la manipulación política. Así, en lugar de analizar el mensaje se rechaza al mensajero. Te pongo dos ejemplos, si escuchas a Loret ni por error perderías el tiempo para escuchar a Lord Molécula, o viceversa.
Así, pasamos de una sociedad muy poco informada y sin capacidad para comprender sus procesos electorales, a una sociedad que recibe la información que decide recibir. Los algoritmos de las redes sociales, envían noticias y enlazan personas que piensan exactamente lo mismo. Es decir,
cada noticia que se recibe refuerza la idea de que se tiene razón, sin comprender la realidad, y mucho menos enterarse de la verdad, más allá de lo que el ciudadano desea escuchar.
La sociedad civil esta desorganizada en grado superlativo. La izquierda que tantos logros tuvo en gobiernos pasados, modificando leyes y presionando a transparencia en licitaciones y en programas sociales, hoy se ha convertido en aplaudidora de un régimen que va destruyendo poco a poco muchos de los logros de la propia izquierda, gracias al gran simulacro que el presidente López ha manejado, en el sentido de hacer creer que un gobierno populista de derecha es un gobierno progresista de izquierda. Para muestra la destrucción de la comisión nacional de derechos humanos, la falta de transparencia y abundancia de licitaciones directas, y la destrucción de enorme cantidad de programas sociales que no atendían a la clientela electoral del actual gobierno.
La derecha por el otro lado, está desesperada, ha sido informada de las regresiones contra los avances de libertad económica ha llevado a cabo el actual gobierno, pero también le tocan una y otra vez, fibras muy sensibles, con información falsa, amarillista y diseñada para exacerbar el temor contra las acciones de gobierno.
La parte moderada de la sociedad o está desinformada y se desentiende de todo asunto de la vida pública, o al estar informada se asusta por lo que comprende es una destrucción deliberada de instituciones, sin que a la fecha se pueda ver cuál es la meta a la cual desea llegar Andrés Manuel. Lo cual genera una enorme incertidumbre sobre su propio futuro, ya que los fracasos en seguridad, economía y salud, no generan ningún tipo de garantía de revertir la tendencia en un futuro.
Lo más curioso es que he visto a amigos asistir a una o varias conferencias donde claramente se explica la función del INE, o los derechos ciudadanos, las obligaciones de los ciudadanos, y sin embargo, a los pocos días, en cualquier comentario, demuestran que no comprendieron absolutamente nada de lo que escucharon.
Hay descontento y amor ciego por la política del actual régimen, sin embargo, ante la orfandad, la falta de experiencia, porque jamás hemos sido ciudadanos, hay una enorme desesperación por participar en la vida pública, cuando los partidos oficiales y los partidos de oposición no permiten que los ciudadanos invadan su monopolio de poder y de negocios. A los partidos lo que menos les importa es México, y cada vez más, los ciudadanos lo van comprendiendo, por eso, la sociedad civil desorganizada, lucha enconadamente por avanzar en poco tiempo, todo lo que ha perdido en cuanto a tiempo y conocimientos a lo largo de muchos años de apatía.
Curiosamente los oficialistas son los que más han luchado y hoy renuncian a su lucha por conservar la amistad con el poder.
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