No son sólo los efectos de que el gobierno controle la producción y distribución de energía, lo cual es razonable, ya que en teoría, el gobierno es el único que tendría interés en cuidar lo que a la población convenga, más allá de los intereses económicos de cualquier empresa.
El problema tiene varias aristas. Una, la más obvia, es que el gobierno no produce en México energía más barata que los particulares. En 2017 México fue el país que obtuvo la energía eléctrica más barata de todo el mundo mediante subastas de adquisición de energía por parte de CFE.
Por más que nos digan Rocío Nahle o Manuel Bartlett que CFE puede tener campos de producción de energía solar como el que planean construir en Sonora, o que insistan en que son mejores para producir energía eólica que los particulares, la realidad es que cómo bien ha dicho el presidente López Obrador, el gobierno es un elefante reumático. Se mueve mal, está muy pesado por su nómina y sus sindicatos y no es ágil para reaccionar a las nuevas situaciones de Mercado.
De entrada, la reforma eléctrica lo que promueve es que exista menor oferta de energía, menor crecimiento de esa oferta en el futuro, más costos para nuestro dinero convertido en impuestos y luego en gasto público, y menores oportunidades de crecimiento económico para el país. El problema es que Nahle no sabe de energía, no es técnica, ella propone decisiones al presidente desde un punto de vista ideológico, al que no le importa volver al tiempo de los apagones. Mientras que Manuel Bartlett tiene una visión rentista del estado, al que considera botín de quienes ocupan el poder, y por lo tanto un negocio para ellos, en lugar de administrar para beneficiar a los mexicanos y con ellos al país que lo vio nacer.
Seguramente en el gobierno piensan que lo más difícil será convencer o chantajear o amenazar o comprar a los diputados y senadores de oposición, para que voten a favor de la reforma propuesta por el presidente López Obrador, quien por cierto, también es un ignorante absoluto en el tema energético, y se deja influenciar muchísimo por las tendencias bolivarianas de su esposa y de su grupo de amigas, entre la cual se encuentra la secretaria de energía.
Sin embargo, el verdadero problema para el gobierno vendrá una vez que aprueben la reforma, con o sin modificaciones. Podrán convencer al gobierno americano y canadiense, que verán la oportunidad de recibir en sus países a las empresas que salen de China y ya no vendrán a México, e incluso a las empresas que hoy están en México y que van a salir del país. ¿Qué hará el gobierno con los millones de desempleados adicionales que va a generar la aprobación de la reforma eléctrica?
De haber continuado la tendencia de crecimiento de empleos del gobierno de Peña, hoy tendríamos millón y medio de empleos adicionales a los que se han creado bajo las políticas
económicas de este gobierno. Pero, simplemente no los tenemos. De continuar la tendencia, éste gobierno nos quedará a deber tres millones de empleos al terminar el sexenio. Sin importar los datos triunfalistas con los que inundan a la prensa y las redes sociales, este es un dato duro que muestra el fracaso económico del sexenio.
Una vez que el mundo cambie a electricidad en automóviles, México será un país paria, atrasado, sin infraestructura de electrolineras, que tendrá un parque vehicular viejo y contaminante. La industria automotriz mexicana se reducirá al mínimo, y con ello los empleos directos que son cientos de miles y los empleos indirectos que son millones. Dejaremos de ser potencia en fabricación de automóviles.
La industria mexicana perderá competitividad. Todo lo que se fabrica requiere electricidad. Al no existir mayor oferta, volveremos al tiempo de los apagones de los años 70 y 80´s. Las industrias no podrán instalarse por falta de energía. Se perderán empleos posibles. Recuerde ud que en la zona centro de Veracruz no entran empresas grandes porque no hay energía eléctrica suficiente, ya que aunque ahora se produce más gracias a los particulares, CFE no ha invertido en distribución, una rama en la que es monopolio.
En lugar de buscar generar energía eléctrica cara, de mala calidad y contaminante, CFE debería invertir en distribución y en vigilar precios y calidad de la energía que producen las plantas particulares instaladas y promover la instalación de más. Promover la competencia implica continuar con precios de compra bajos, y con un precio de venta alto como el que ha mantenido CFE, puede eliminar en unos años sus pérdidas. Pero a ellos no les interesa CFE, les interesan sus negocios personales y la acumulación de poder. Si se pregunta si les interesa el futuro de México, la respuesta clara y contundente es: NO.
Conforme los precios de energía aumenten por las ineficiencias de CFE, más y más empresas buscarán instalarse en países donde los precios de energía eléctrica sean competitivos y en los cuales se garantice el abasto. Ninguna empresa vendrá considerando que no habrá disponibilidad suficiente del principal insumo de la industria: La Energía.
Esto implica no solo arriesgar el futuro económico de México para los tres próximos años, sino para las futuras generaciones. Condenarlas a la pobreza. De ese tamaño es la decisión que los serviles diputados federales de Morena están dispuestos a aprobar, y de ese tamaño es el capricho del presidente y de quienes lo asesoran.
De ese tamaño es la ignorancia respecto de las consecuencias económicas de quienes apoyan esta reforma a cambio de recibir unos centavos cada mes. Ni modo, así es México. Los mexicanos somos expertos en perder oportunidades de convertir a México en un gran país.
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