Por: José Miguel Cobián
Así como ud. sale todas las mañanas a realizar un ejercicio de catarsis muy útil para usted mismo, el cual es ignorado por la mayoría de los mexicanos ante su total inutilidad, salvo para manipular a sus seguidores, así yo, a pesar de la totalidad inutilidad de este acto, le escribo, no para que usted se entere, porque estoy seguro de que no se va a enterar de esta humilde opinión, sino para que mis escasos lectores conozcan lo que yo desearía decirle personalmente, pero que ante la imposibilidad de realizar ese ejercicio, realizo mi propia catarsis y le escribo sabiendo que no seré leído ni escuchado.
Señor Presidente: cuando usted ganó la elección, muchos de los que votamos su candidatura, sabíamos que poníamos a México en un riesgo enorme, sin embargo, el hartazgo por la injusticia y el escaso avance del país durante los años del priato y del panato, nos llevaron a asirnos de un clavo ardiente, una apuesta muy riesgosa y desesperada. Por eso llegó usted al poder. No crea que tiene 30 millones de votos en la bolsa. Históricamente usted y su partido (cualquiera en el que haya militado) no han obtenido más allá de 14 millones de votos, el resto, esos 16 restantes no somos fieles y ciegos seguidores. Así como señalamos los errores y faltas de los gobiernos príistas y panistas, así también vemos y señalamos los errores y faltas de su gobierno. No formamos parte de la horda de defensores pagados, ni de seguidores que por imitación de esos defensores pagados, defienden a capa y espada un gobierno que se ha caracterizado por decir mucho y hacer poco.
Cuando usted inició su gobierno, comenzamos a percibir que sería un gobierno de palabras, de saliva, de bla, bla, bla. Con muy pocos éxitos concretos, logros casi nulos, y mucha incompetencia e ineficiencia. Créame que si hubiera sabido antes de la elección que usted le faltó al respeto a México y eligió candidatos uninominales y plurinominales mediante tómbola, jamás hubiera pensado en votar por usted. Desde ahí reflejó lo poco que le importaba el país, pues sabía que muchos o pocos incompetentes e incapaces llegarían a puestos de elección popular gracias al arraigo que su persona ejercía en el electorado.
Posteriormente cuando comenzó a atacar los organismos independientes de control y contrapeso, comencé a pensar que su talante autoritario, se veía reflejado en esos actos. Sin embargo cuando comenzó a colonizar esas mismas instituciones con personajes impresentables, sin las debidas credenciales para participar en ellos, comencé a sospechar que no sólo deseaba controlarlos, (deseo comprensible en nuestra presidencia imperial), sino que también se burlaba de México en pleno y de los mexicanos. Esa es una de muchas faltas imperdonables con las que usted deliberadamente ha dañado a mi país. Le puedo perdonar la impericia, la falta de experiencia, la ignorancia incluso, pero no le puedo perdonar que dañe deliberadamente a mi país.
Puedo aceptar que usted en un acto de soberbia cancelara inversiones como el NAIM y otras más, puedo suponer –aunque sin conceder-, que no sabía el daño que le haría a los mexicanos generar
desconfianza en los inversionistas extranjeros y nacionales. Lo que no puedo perdonar es que siga dañando a México y a los mexicanos una y otra vez, ahora sí de manera deliberada y sistemática.
Y no me refiero a la destrucción de instituciones, pues entiendo que lo que había no era del gusto de las mayorías, aunque hoy no me queda más que reconocer que era menos malo que lo que hoy tenemos. Sin embargo, no aspiro a regresar al pasado. El votar por un cambio, implicaba la necesidad de cambio, de paradigma de gobierno, de visión institucional, y sobre todo, eso en lo que muchos creímos, ¨Primero los pobres¨. Muchos como yo, sabíamos que México no era viable a largo plazo con las políticas de empobrecimiento del sector laboral del país. Entendíamos que reducir deliberadamente los salarios como política económica solo empobrecía a las mayorías sin generar una verdadera competitividad en la mano de obra mexicana. Veíamos que el gobernar, desde un municipio, un estado, el país, era utilizado para robar, sí, con todas sus letras, los príistas robaron, los panistas robaron y hoy la gente de morena sigue robando. Nada ha cambiado. Hay y hubo muchos servidores públicos honestos, así como había y sigue habiendo muchos servidores públicos deshonestos. Su promesa de combate a la corrupción es solo eso, una promesa vana, como las que cada sexenio nos ofertaban los candidatos, misma que sigue siendo una añoranza para la gente honesta (que la hay) que puebla este país.
Hoy leí un artículo que me deja desolado (https://www.razon.com.mx/negocios/cierran-cortina-definitiva-320-mil-mipymes-crisis-405588 ) 320,000 pequeñas y muy pequeñas empresas cierran sus cortinas para siempre. Dos millones trescientos mil mexicanos se quedan sin empleo. Cuando al inicio de esta crisis por COVID se le pidió en todos los tonos que utilizara NUESTRO dinero, ese que pagamos con NUESTROS impuestos, para defender la supervivencia de esas mini empresas y de esos empleos. Usted en su soberbia o en su ignorancia decidió no hacerlo. Lo mismo ha sucedido con el desabasto de medicinas, usted tiene una idea, sin sustento en experiencia o conocimiento previos y decide cambiar el método por el cual se surten las medicinas en el sector público, y como ya sabemos, falla, comete errores, y hay mil seiscientos niños que murieron por cáncer por falta de medicinas. ¿Cuántos han fallecido por falta de otros medicamentos como los enfermos de HIV? ¿Cuántos médicos, enfermeros, personal sanitario y enfermos han muerto por la falta de equipo de protección personal, de medicamentos, de capacitación, de equipo, etc. En todo el país? ¿Cuántos muertos reales tenemos por COVID y por la falta de atención a otros padecimientos debido a la crisis de COVID? ¿Cuántos muertos por inseguridad, esa que el estado está obligado a proporcionar y que su gobierno no ha sabido proporcionar? Hoy revisando el curriculum de los responsables de la seguridad nacional y estatales, observamos que son recomendados o son amigos, ni siquiera en el caso de vidas humanas decidió usted nombrar expertos. Ni siquiera en el caso de la salud. Ni siquiera en el caso de la economía.
Señor presidente, estábamos hartos del mal gobierno. Hoy su gobierno comienza a hartarnos. Quizá usted no lo percibe rodeado de aduladores, y en sus giras rodeado de personas que por hambre y necesidad lo vitorean. Sin embargo, esos mismos que le aplauden por necesidad, saben que están siendo humillados y acarreados aprovechándose de esa misma necesidad. Eso genera un hartazgo igual o superior al que se sentía respecto a los gobiernos anteriores.
Incluso, sus más fervientes defensores, cuando se les reta a dejar de denostar, cuando se les pide argumentar, pruebas de que las cosas han mejorado en algo, fallan ostensiblemente, debido a que no hay logros que mostrar. La mayoría de las apuestas que su gobierno ha realizado en cualquier tipo de decisión lo único que han logrado ha sido dañar a México y a los mexicanos. Tal parece que es un apostador compulsivo y un perdedor nato.
Yo hubiera querido felicitarlo por sus logros, sonreír alegre porque tenemos pocos muertos de AMLO, ya sea por COVID o por crimen. Yo hubiera deseado a estas alturas ver un horizonte brillante para México. Hoy solo veo nubarrones, tormenta aproximándose. La mayoría todavía no la percibe. Están distraídos por los buenos oficios de los publicistas del gobierno. Otros, en su absoluta falta de empatía se alegran del daño causado a millones de mexicanos, en su salud, en su economía, en su seguridad. Al final, todos sufriremos las consecuencias de su incapacidad para gobernar y de su incapacidad de rodearse de gente capaz de ayudarlo a gobernar.
México no volverá a tener el mismo PIB hasta un año entre 2025 y 2035. Su gobierno será un sexenio perdido. Tendremos que reconstruir el país una vez que usted cumpla su período de gobierno. Será recordado como un destructor, como un presidente tanto o más dañino como los otros López, Portillo y de Santa Anna. Quisiéramos que cuando menos le llegara a los talones a López Mateos, pero vemos que eso es imposible. Usted ya se colocó en la historia de México, sin importar lo que digan sus lamesuelas, esos que saben que su ego es tan primitivo que recomiendan poner su apellido a su estado, o mencionan perversamente que gente como usted nace una cada cien años. Lo manipulan, lo halagan, lo sacan de la realidad y le dan otros datos, que no son los que vemos todos los mexicanos. Usted se rodea de esa clase de gente, porque es lo que disfruta. Los mexicanos lo escogimos, los mexicanos lo sufrimos, los mexicanos borraremos del mapa los daños que le cause a México.
El pasado nos orilló a votar por usted. Tal parece que usted nos está orillando a votar por el pasado.
www.josecobian.blogspot.com elbaldondecobian@gmail.com @jmcmex |
|