Por Eros Ortega Ramos*
Lia Thomas, quien actualmente tiene 22 años, se convirtió en una nadadora transexual de la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos. Es importante señalar que Lia nació con un sexo biológico disidente con la identidad de género que decidió adoptar en la actualidad para convertirse en la exitosa nadadora que hoy ostenta varias marcas de la mencionada universidad y de la Ivy League, o sea; masculino (macho biológico). Asimismo, obtuvo el mejor tiempo de la temporada de Estados Unidos en las 200 yardas libres después de autopercibirse como una mujer, en comparación con sus demás compañeras, ya que bajo el nombre de Will Thomas compitió durante tres años en el equipo de esta misma universidad como varón hasta 2019. Para la temporada 2020-2021, Thomas se ausentaría para iniciar con su tratamiento de supresión de testosterona durante un año, tal y como la normativa de la competencia lo marca para posteriormente poder transitar sin ningún impedimento hacia su identidad femenina, con la cual se uniría más tarde al equipo conformado por mujeres. Es aquí en donde la polémica iniciaría, generando el descontento de algunos entrenadores que ven en ella una latente amenaza hacia el deporte femenino. Veamos a continuación por qué.
Resulta que la jueza de nombre Cynthia Millen, quien era integrante de la Federación USA Swimming, renunció a su cargo como forma de protesta por la integración de Thomas en las competencias femeninas de natación, argumentando lo siguiente:
“No pretendo criticar a Lia, pase lo que pase, es una hija de Dios, una persona preciosa, pero es un cuerpo masculino nadando contra el femenino. Ese cuerpo masculino nunca puede cambiar. Ese cuerpo masculino siempre será un cuerpo masculino” (INFOBAE, 29/XII/21).
Pero, al parecer, ella no es la única inconforme con la integración de Lia a las filas femeninas de la competencia ya que un grupo de padres de diferentes nadadoras del equipo de Pensilvania le envió una carta a la Asociación Nacional Deportiva Universitaria (NCAA) en la que expresaron su descontento por el caso de Thomas, ya que la consideraron como una <> para el deporte femenino:
“El precedente que se está sentando, en el que las mujeres no tienen un espacio protegido y equitativo para competir, es una amenaza directa para las atletas femeninas en todos los deportes” (INFOBAE, 29/XII/21).
Ya ha habido otros casos de deportistas transexuales, e incluso transgénero, en donde la polémica se ha suscitado por la misma razón que Thomas; la inclusión de mujeres transexuales con una identidad de género femenina, pero con un
sexo biológico prenatal masculino, a competencias deportivas de mujeres NO transexuales, o sea, con una identidad de género de igual manera femenina, pero con un sexo biológico prenatal también femenino, no masculino a diferencia de las nuevas competidoras. ¿Me explico? Quizá pueda resultar un poco rebuscado o confuso para el lector, pero es sumamente importante el correcto uso de los términos al momento de analizar este tipo de temas ya que me he percatado de que constantemente se publican notas periodísticas con contenido sesgado e intelectualoide en donde irresponsablemente se confunden y equiparan conceptos como el de sexo biológico, género, identidad de género y orientación sexual, los cuales, pese a que presentan interrelaciones entre sí, no significan lo mismo. Pero por ahora no profundizaremos en ellos, ya que no es la finalidad del presente artículo de opinión, sólo quiero que la idea quede clara para poder entender qué hay detrás de la polémica de esta competidora transexual.
Lo explico en términos coloquiales y de fácil comprensión: la inconformidad se ha presentado porque cada vez son más los casos en los que varones de nacimiento (con base en su sexo biológico) que se autoperciben mujeres (con base en su identidad de género), mediante procedimientos de “cambio de sexo”, consiguen incluirse en deportes femeninos en donde únicamente compiten mujeres (o hembras biológicas) de nacimiento. De ahí que, explícitamente, tanto jueces como padres de familia y algunas de las propias competidoras critiquen estas nuevas medidas inclusivas que, de acuerdo con su criterio, resultan peligrosas y excluyentes para aquellas mujeres que no nacieron siendo varones como es el caso de Will, quien ahora es Lia Thomas:
Fuente: https://celebritynews.pk/lia-thomas/
Hasta este punto, yo me planteo las siguientes preguntas: ¿Una competidora transexual, quien nació siendo un varón, realmente no tiene ventaja alguna, por mínima que sea, ante las demás competidoras quienes nacieron siendo mujeres (hembras) biológicas? ¿Basta con que la o las deportistas transexuales que deseen
competir en la categoría femenina se sometan durante un año a un tratamiento de supresión de testosterona para eliminar cualquier indicio o característica propia o específica de su sexo biológico masculino? ¿La adopción de una identidad de género femenina (autopercepción) por parte de un varón de nacimiento suprime a su biología, fisiología, anatomía y genética en su totalidad, con la cual, posiblemente, no esté conforme?
¿Es suficiente con que un varón se sienta mujer para que sea una mujer o tendríamos que diferenciar necesariamente entre una mujer <> o <>, según sea el caso, y una mujer (hembra) <>? Y en caso de que baste con que un varón se sienta mujer para entonces serlo, independientemente de su sexo biológico prenatal: ¿Este podría viajar en los espacios exclusivos hechos para mujeres en el transporte público si argumenta que es una mujer? ¿O ahora tendríamos que crear espacios exclusivos para mujeres trans, con la finalidad de diferenciarlos de aquellos espacios exclusivos creados previamente para mujeres (hembras) biológicas?
¿Podría también una mujer transexual (o transgénero) evadir el servicio militar, solicitado únicamente a los varones de nacimiento, en caso de que le sea requerido, con el argumento de que si se siente mujer entonces lo es? ¿Podría, por otra parte, un varón de nacimiento acusado de haber cometido algún ilícito argumentar que de acuerdo con su identidad de género femenina tiene que ser enviado a una prisión de mujeres y no a una de hombres? ¿O tendríamos que construir prisiones exclusivas para mujeres y hombres trans? ¿No sería más factible que con todas las inconformidades y debates que se han presentado a partir de la inclusión de deportistas trans a las categorías femeninas, de ahora en adelante se organicen competencias exclusivas para este tipo de deportistas con identidades de género disidentes?
Gracias por su lectura.
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Correo electrónico: sociologia_uameros@hotmail.com
*El autor es licenciado en Sociología por parte de la Universidad Autónoma Metropolitana y maestrante en Estudios Políticos y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México |
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