Por Eros Ortega Ramos*
El caso del exmandatario panista al interior de la política mexicana me resulta muy interesante y digno de comentar hasta la fecha, debido a su riqueza en acusaciones, escándalos, polémicas, evasiones, reclamos, pero sobre todo éxitos. No estamos hablando de cualquier persona, no nos encontramos ante un improvisado con suerte, estamos hablando de un personaje astuto e inteligente que ha sabido cómo vivir de la política bajo el amparo de las instituciones y la “legalidad”. Hablaré de esto con más calma cuando lleguemos al registro de su partido político, por el momento me enfocaré en dos de sus escándalos más sonados cuando se encontraba al frente del Ejecutivo Federal.
La famosa “Estela de Luz”, construida entre 2010 y 2011 para la celebración del centenario de la Revolución Mexicana y el bicentenario de la Independencia de México, es un monumento conmemorativo ubicado al sur de la Ciudad de México. Pese a que la inauguración del monumento estaba prevista para septiembre de 2010, la obra fue concluida hasta finales de diciembre de 2011, para posteriormente después de más de 14 meses de retraso, ser inaugurado por el propio Calderón hasta principios de 2012 con un espectáculo de luces y sonido. La polémica y las acusaciones de corrupción se harían presentes por los turbios manejos del fondo destinado a la construcción del monumento en ese entonces administrado por la Secretaría de Educación Pública (SEP) al mando del difunto Alonso Lujambio.
Para la Estela de Luz inicialmente se había otorgado un presupuesto de 200 millones de pesos, pero poco a poco la cifra se incrementaría hasta alcanzar la suma de 1,575 millones de pesos. O sea que su costo total se calcula en más de 80 millones de dólares. Ante el escándalo de desvío de recursos durante los últimos meses de la gestión calderonista, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) llevó a cabo más de 25 auditorías a diferentes dependencias públicas, mismas que arrojaron varias irregularidades graves relacionadas con los sobrecostos en materiales y el misterioso retraso de la obra, entre otras. Debido a esto, diversos funcionarios públicos inmiscuidos en su construcción, así como parte del personal de las empresas constructoras que avalaron el proyecto, han sido investigados y sancionados tanto administrativa como penalmente hasta el día de hoy, a excepción, claro está, de Felipe Calderón.
Genaro García Luna es otro de los polémicos casos en donde Calderón ha evadido toda acusación de complicidad con el que fue uno de sus más cercanos colaboradores a lo largo de su gestión, mismo que fue detenido desde el año pasado en los Estados Unidos y posteriormente encarcelado en Nueva York por las acusaciones de tráfico de drogas y nexos con el Cártel de Sinaloa. Resulta sumamente difícil de creer que el entonces mandatario no se haya percatado siquiera de una mínima irregularidad respecto a con qué clase de persona se estaba relacionando, ya que de acuerdo con investigaciones de la periodista mexicana
Anabel Hernández, un grupo de militares le había advertido a Calderón al inicio de su gobierno que el entonces titular de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), nombrado así durante la gestión de Vicente Fox, mantenía una relación de negocios con dicho Cártel: “Los militares entregaron videos e interceptaciones telefónicas de miembros del equipo muy cercano de García Luna dialogando y negociando con narcotraficantes. Juan Camilo Mouriño, amigo entrañable de Calderón, un joven dueño de toda la confianza del presidente electo e integrante de su partido político de derecha, PAN, era entonces el responsable de integrar lo que sería el nuevo gabinete” (DW, 06/V/20).
Pese a todo esto, en febrero del año en curso el Instituto Nacional Electoral (INE) informó que la organización encabezada por Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala, de nombre “México Libre”, cumplió con todos los requisitos solicitados por la institución para recibir su registro como partido político. De igual manera, con base en el reglamento del INE, la organización rebasó el número de asambleas requeridas, así como de afiliados para aparecer, si no se presenta alguna impugnación de por medio, en las boletas electorales de las próximas elecciones a efectuarse en 2021: “Libertad y Responsabilidad Democrática registra 231 asambleas, que representan un avance de 115.5 por ciento. Respecto a número afiliados, suma un total de 239 mil 513, que significa un 102.4 por ciento” (ElFinanciero, 05/ll/20).
Es indudable que la rivalidad entre ambos políticos lleva años gestándose, principalmente desde que AMLO acusó públicamente a Calderón de fraude electoral en aquellas cerradas elecciones presidenciales de 2006. ¿Recuerda? Poco después vino el mega plantón en Paseo de la Reforma como protesta de inconformidad por parte de Obrador que duró varios meses y que debilitaría fuertemente su credibilidad ante Peña Nieto. Lo demás ya es una triste historia. Y ahora, después de doce años, cuando el tabasqueño está al frente del Ejecutivo Federal, no titubeó en llamarle “narco-estado” al cuestionado mandato presidencial del panista que desde los primeros días de gestión desató una guerra en contra del crimen organizado que dejó miles de muertos, tanto militares como civiles, de por medio.
Ante la fuerte declaración del tabasqueño, Calderón aseguró que se encontraba viviendo una “persecución política” por parte de este. Asimismo, condenó el “hostigamiento político” y las reiteradas “calumnias” que han sido referidas hacia su persona desde hace tiempo. En pocas palabras, para el panista nos encontramos ante una clara “revancha política” por parte de Andrés Manuel. Pero las réplicas no terminaron ahí, ya que también aseguró que, a pesar de las miles de víctimas inocentes que fallecieron a lo largo de su gestión, él fue el presidente que enfrentó al narcotráfico y al crimen organizado con valentía, perseverancia y coraje. Sólo le faltó agregar que fue un sacrificio que estuvo dispuesto a aceptar. Y por si esto no fuera poco, presumió que bajo ninguna circunstancia saludó a la mamá del Chapo a diferencia del actual presidente, ni tampoco liberó a su hijo, Ovidio Guzmán López, cuando fue detenido en Sinaloa. A esto, Obrador sostuvo que volvería a tomar las
mismas decisiones, ya que aseguró que se encontraban en riesgo la vida de cientos de personas. ¿Quién cree usted que haya tomado las mejores decisiones como presidente?
Lo cierto es que, hasta la fecha, Calderón sigue sorprendiendo por su astucia y fiel convicción a seguir al frente de su partido político junto con su esposa, sin importarle que por más sorprendente que parezca para gran parte de los analistas, catedráticos y la propia vox populi, jamás supo de la ignominiosa corrupción que crecía como espuma al interior de su gobierno.
Gracias por su lectura.
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*El autor es licenciado en Sociología por parte de la Universidad Autónoma Metropolitana y actual estudiante de la Maestría en Estudios Políticos y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México |
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