El pasado lunes 08 de octubre del año en curso, una noticia cimbró a gran parte de la sociedad mexicana por su grado de perversidad; síntoma inequívoco de la creciente descomposición social que se expande entre nosotros. Y usted podría pensar, estimado lector: ¿Qué podría sobrepasar la perversidad de lo que a diario se ve en encabezados de diferentes periódicos a lo largo del país? Ejecutados, decapitados, desmembrados, desollados, descuartizados, incinerados, etc. La lista es larga en el menú de la violencia que se degusta a diario por enfermos mentales que bien saben, han rebasado a un Estado incompetente que desde hace años pretende tapar el sol con un dedo en cuanto al tema de la seguridad se refiere.
Pero resulta que sí, esa perversidad ha conquistado nuevas formas de hacerse notar, ya que fue capturada una pareja integrada por Juan Carlos “N” y Patricia “N” relacionada con la desaparición y asesinato de varias mujeres en el municipio de Ecatepec de Morelos, en el Estado de México. Su captura se consumó gracias a un operativo que inició desde el 04 de octubre debido a la desaparición de un menor, y es que los esposos se encontraban tranquilamente paseando una carriola con restos humanos al interior de ella: “Juan Carlos y Patricia están bajo arresto. La Fiscalía los acusa de homicidio, delitos contra el respeto a los muertos y violación de las leyes de inhumación y exhumación. En caso de que se compruebe el asesinato de 20 mujeres, Juan Carlos sería el mayor asesino en serie de la historia de México” (BBC, 10/X/18).
Por otra parte, de acuerdo a investigadores de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México, la famosa pareja también guardaba restos de mujeres descuartizadas en neveras y en cubos repletos de cemento, inclusive, la misma fiscalía asegura que algunos restos eran comercializados, aunque no se sepa todavía quién o quiénes eran los compradores.
Lo que resulta peculiar de esta pareja es la complicidad con la cual cazaban a sus víctimas, ya que Patricia fungió como pieza clave durante seis años para el rapto de estas mujeres. Así, se presume que Juan Carlos dio inicio a sus crímenes desde el año 2012, y aunque él mismo confesó que terminó con la vida de 20 féminas, la Fiscalía cree que el número podría ser aún mayor.
Pero esa perversidad de la que he venido hablando desde el principio de este breve artículo de opinión no termina ahí, ya que un día después de su captura se dio a conocer un video en donde este presunto feminicida de Ecatepec, Juan Carlos “N”, en un formato semejante al de una entrevista le narra a la Fiscalía mexiquense las razones por las cuales asesinaba a las mujeres. En dicho video también se puede apreciar como el individuo no muestra arrepentimiento alguno, al contrario, ya que
aseguró que, si es que algún día puede recuperar su libertad, seguirá privando de la vida a otras mujeres.
De la misma forma, en su testimonio el apodado “monstruo de Ecatepec” aseguró que no padece de ningún trastorno mental y que sus actos se debieron a que tenía la tarea de –limpiar el mundo-. Pero hay un fragmento del video en particular en donde se puede apreciar el odio irracional y el resentimiento hacia las mujeres cuando narra el móvil mediante el cual interceptaba a sus víctimas para posteriormente asesinarlas. Tan es así que en esa misma parte de la grabación se pueden escuchar las siguientes palabras: “Prefiero que mis perritos coman carne de estas mujeres a que ellas sigan respirando mi oxígeno”.
Pese a la violencia en la que actualmente nos encontramos viviendo, al menos para un servidor, resulta difícil de creer cómo es que un hombre, en pleno siglo XXI, confiese con orgullo haber asesinado a varias mujeres de una manera tan inhumana. Asimismo, Carlos “N” le platica a su entrevistador cómo es que desde muy temprana edad comenzó a desarrollar severos traumas debido al comportamiento de su madre, ya que, según él, la observaba manteniendo relaciones sexuales con diferentes hombres.
No cabe duda de que nos encontramos ante un enfermo mental, un misógino que desde muy temprana edad comenzó a desarrollar una serie de trastornos debido a la socialización que experimentó en su niñez, y por supuesto que merece que se le castigue con todo el peso de la ley debido a los feminicidios que cometió a lo largo de estos años, pero lo más importante creo yo como sociólogo, es la –exposición- y consecuente –divulgación- que un crimen de esta naturaleza ha conseguido en los principales medios de comunicación el día de hoy.
Ya he escrito en diferentes ocasiones respecto al problema de violencia de género que vive el Estado de México actualmente, principalmente el municipio de Ecatepec de Morelos. No es nada nuevo el asesinato de mujeres en la entidad, por eso mismo, considero que nos encontramos ante una enorme oportunidad para que de una vez por todas informemos a la gente de esta preocupante situación que ha sido ignorada desde sus inicios por el Gobierno, tanto Estatal como Federal.
Esa misoginia que tanto se ha puesto en los reflectores de la opinión pública debido a las constantes protestas sociales de diferentes grupos, tanto feministas como de otras índoles, hoy pone sobre la mesa un nuevo “modus operandi” que no únicamente tiene que ver hombres, sino con mujeres también. Con esto quiero decir que el fenómeno del feminicidio de ahora en adelante tiene que analizarse desde una perspectiva multidisciplinaria mixta, que estudie las variables tanto psicológicas como sociológicas de hombres y mujeres que participen de manera directa e indirecta en este tipo de crímenes.
No es momento de repartir culpas y mucho menos de caer en radicalismos baratos que solamente tienen como objetivo minimizar el problema a una perspectiva
masculina totalizadora de la misoginia, porque así se estaría cayendo en una generalización absurda ahora que se tiene la oportunidad de brindarle un “giro de tuerca” a las posteriores investigaciones que se vislumbran posibles a partir de la pareja “N”. Con esto, el feminicidio se posiciona a partir de este momento como una problemática psicosocial de ambos sexos.
Gracias por su lectura.
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*El autor es licenciado en Sociología por parte de la Universidad Autónoma Metropolitana. |
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