Por Eros Ortega Ramos*
El lunes 14 de junio del año en curso, una bomba estalló en las principales redes sociales, y es que de acuerdo con la interpretación de algunos internautas a los que les sobra el tiempo para desperdiciarlo en la web, la agrupación mexicana “Los Ángeles Azules”, llevan años promoviendo la pedofilia con su famosa canción “17 años”. Un indignante mensaje compartido en Twitter respecto a dicha apología se muestra a continuación:
Fuente: https://www.elfinanciero.com.mx/reflector/2021/06/14/piden-cancelar-cancion-17-anos-de-los-angeles-azules-por-normalizar-la-pedofilia/
Como usualmente sucede con este tipo de polémicas publicaciones infundadas y repletas de morbo, no tardaron en aparecer los asustados moralistas que, al igual que este señor, condenaron rotundamente el contenido de la canción con base en su personal y subjetiva interpretación: “Su letra habla de cómo un hombre viejo se aprovecha de una niña”, asegura el que, de acuerdo con los rumores que leí en varias publicaciones de Twitter, es psicólogo. Para mi mala suerte, por más de que analicé la letra de la canción detenidamente, no pude encontrar la acción que especifique que la menor de edad sufrió de algún tipo de abuso, quizás otras personas como esta, sí, pero bueno, el punto es que el indignado no sólo se muestra tremendamente preocupado debido a que la canción fomenta la pedofilia, sino que no se explica, por otra parte, cómo es que la gente tenga la desfachatez de seguir reproduciendo tan nefasta melodía en sus eventos.
Y es que ni una se les escapan a estos defensores de los buenos principios, no olvide que hasta Alejandro Fernández ha sido acusado de promover la violencia hacia las mujeres con su canción “Mátalas”. La metáfora también ha muerto con la
cultura de la cancelación. Más bien, a partir de la percepción de toda esta gente, el verdadero problema es que nuestro libertinaje y misoginia nos cegó al grado de bailar despreocupadamente en fiestas al ritmo de una canción que fue escrita por esta agrupación para promover la pedofilia. Quién hubiera imaginado que estos iztapalapenses escondían secretos tan oscuros en sus letras, ¿No cree? Saque sus propias conclusiones:
Amigo, sabes acabo de conocer
Una mujer que aún es una niña
Sabes, tiene los 17 aún
Es jovencita y ya es mi novia […]
Amo su inocencia (17 años)
Amo sus errores (17 años)
Soy su primer novio (17 años)
Su primer amor
Es callada, tímida, inocente tiene la mirada
Le tomo la mano y siente algo extraño
La abrazo, me abraza y empieza a temblar
A temblar de miedo diciéndome que nunca
Había sentido sensación así en su vida
Así en su vida…
Dejando de lado el sarcasmo que me inspira tan tremenda vacilada ¿Realmente quiere saber en dónde se encuentra la verdadera y explícita alusión a la pedofilia, e incluso al repugnante incesto? Permítale ilustrarle brevemente. En 1976, se publicó un libro de una de las principales fundadoras teóricas del feminismo radical, Shulamith Firestone, titulado: “La dialéctica del sexo”, el cual curiosamente ha sido considerado como un clásico del pensamiento feminista. En este, Firestone propone la abolición de la función reproductiva de la mujer, empleando tanto el aborto como diferentes tecnologías de reproducción artificial. Asimismo, critica vehementemente el mito del amor romántico y la construcción de la familia nuclear, considerando que el llamado “sistema de clases sexuales” es antecesor a cualquier otra forma de opresión hacia la mujer, por lo que la eliminación del sexismo únicamente será posible a partir de un reordenamiento radical de la sociedad mediante una revolución feminista-socialista. Igualmente, sostiene que hay que destruir aquellas distinciones culturales impuestas de <> y <> para conseguir la libertad de todas las mujeres y niños, principalmente en el ámbito sexual para su pleno goce y satisfacción. Es aquí en donde la autora propone eliminar el “tabú” del incesto y de la pedofilia, por más increíble y degenerado que parezca:
“El niño seguirá constituyendo relaciones amorosas íntimas, pero en vez de hacerlo con una <> y un <> prefijados, podrá ahora formar estos vínculos con respecto a personas de su propia elección, de cualquier edad o sexo” (Firestone, 1976: 299).
“Es posible que el niño establezca sus primeras relaciones físicas estrechas con gente de su propia talla por mera conveniencia física, al igual que hombres y mujeres –en igualdad de otros factores- se preferirán el uno al otro sobre los demás individuos del propio sexo por simple conveniencia física. Pero, de no ser así, si el niño escogiera la relación sexual con los adultos, aun en el caso de que escogiera a su propia madre genética, no existirían razones a priori para que ésta rechazara sus insinuaciones sexuales, puesto que el tabú del incesto habría perdido su función” (Firestone, 1976: 299).
“De esta manera, al carecer del tabú del incesto, dentro de pocas generaciones los adultos podrían retornar a una sexualidad polimórfica más natural y la concentración en el aspecto genital del sexo y en el placer orgástico daría paso a unas relaciones físico/emocionales totales que incluirían estos aspectos. Las relaciones con los niños incluirían la cantidad de sexualidad genital de que el niño fuera capaz –probablemente bastante más de lo que creemos en la actualidad-, pero al no ser ya el aspecto genital del sexo el foco central de la relación, la falta de orgasmo no supondría un problema grave. Los tabús sexuales adulto/niño y homosexuales desaparecerían, así como la amistad no-sexual” (Firestone, 1976: 299-300).
Por eso, la próxima vez que escuche o baile la canción de “17 años”, siéntase tranquilo por saber que la verdadera apología de la pedofilia (e inclusive del incesto) no está en tan pegajosa melodía, sino en libros considerados como <> del pensamiento feminista.
Gracias por su lectura.
Twitter: @erosuamero
Facebook: Eros Ortega Ramos
Correo electrónico: sociologia_uameros@hotmail.com
*El autor es licenciado en Sociología por parte de la Universidad Autónoma Metropolitana y actual estudiante de la Maestría en Estudios Políticos y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México |
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