Eros Ortega Ramos*
A principios del mes de mayo del año en curso, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, mejor conocido como UNICEF, se vio envuelto en una fuerte polémica al sugerir en uno de sus informes que no existía evidencia suficiente para asegurar que la exposición de los niños a la pornografía resultaba perjudicial. En dicho informe titulado “Digital Age Assurance Tools and Children’s Rights Online across the Globe: A Discussion Paper”, la UNICEF analiza de qué manera la política gubernamental puede ser utilizada para proteger a los niños del contenido abusivo, violento y nocivo que se encuentra en la web.
Su análisis fue sustentado en los resultados de un estudio de 19 países europeos pertenecientes a la Unión Europea (UE), en el cual se concluyó que, en la mayoría de estos, el mayor porcentaje de los niños no se mostraron “ni molestos, ni felices” al ver imágenes pornográficas. Inclusive, tal informe avalado por esta agencia perteneciente a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dijo en un comunicado que el 39% de los niños españoles se mostraron <> después de haber consumido pornografía.
Como era de suponerse, las reacciones en contra del informe no se hicieron esperar, un ejemplo de esto fue la declaración de la directora y vicepresidenta del Instituto de Investigación del Centro Nacional de Explotación Sexual de los Estados Unidos, Lisa Thompson:
“El informe de UNICEF ignora la gran cantidad de investigaciones que demuestran los daños de la pornografía a los niños. Al ignorar los daños reales que puede tener la pornografía, UNICEF está jugando a la ruleta con la salud y la seguridad de los niños […] La pornografía convencional contiene abusos sexuales horribles, violaciones, incesto, racismo, todo lo cual los niños no deben consumir […] La evaluación de UNICEF de los impactos de la pornografía hardcore en los niños no hace nada para desafiar la narrativa política de que la pornografía es benigna, y como resultado, pone a los niños en peligro” (C-FAM, 13/V/21).
Asimismo, la organización liderada por Thompson ha llevado a cabo investigaciones serias respecto al efecto que la pornografía tiene en el abuso sexual y en la explotación de niños y mujeres, por lo que ha descubierto que su consumo puede desencadenar en este tipo de desviaciones e ilícitos.
Pero hablemos un poco más del revelador estudio de la UE que la UNICEF respaldó sin objeción alguna. En este estudio realizado en línea en 2020 se llegó a la conclusión de que algunos niños y jóvenes “intencionalmente buscan contenido sexual” por diferentes razones, así como que el observar imágenes con contenido
sexual “podría representar una oportunidad” para otorgar respuestas a preguntas respecto a la pubertad y al desarrollo de la identidad sexual. Y no sólo eso:
“El estudio alentó a <> que llevan a los niños a buscar y ver contenido sexual en línea. UNICEF dice que cualquier esfuerzo para impedir que los niños accedan a la pornografía en línea podría infringir sus derechos humanos. UNICEF basa esta afirmación en una interpretación amplia del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. UNICEF también afirma que pedir una verificación de edad para acceder a la pornografía en línea puede negar a los niños el acceso a lo que llama <>” (C-FAM, 13/V/21).
O sea que, prácticamente, UNICEF está legitimando el uso de la pornografía en infantes como herramienta para su educación sexual. ¡Una equivocación garrafal! Misma que puede traer consecuencias muy trágicas tanto legales como de salud: ¿Se imagina usted que el contenido pornográfico que consuma el niño incluya escenas incestuosas entre padres e hijos o entre hermanos, o actos de sadomasoquismo en donde se produzca vejación y dolor en la persona sometida, u orgias, o simulaciones de violaciones, o el consumo de drogas para la desinhibición sexual, o prácticas sexuales con desconocidos, o con menores de edad, o en lugares públicos? Entre muchas otras cosas que la pornografía ofrece.
Ante la respuesta negativa que provocó el polémico informe, UNICEF se vio obligado a eliminarlo de su sitio web para posteriormente ser publicado con una edición estratégica que alteró importantes declaraciones referentes a la legitimación de la pornografía como herramienta para la educación sexual del infante, a pesar de que aún contiene las mismas posturas dadas a conocer desde el primer informe:
“La portavoz de UNICEF, Najwa Mekki, dijo al Friday Fax: "La posición de UNICEF es inequívoca: ningún niño debe estar expuesto a contenido dañino en línea". Pero Mekki no quiso comentar si UNICEF cree que la pornografía es dañina para los niños. UNICEF también se negó a comentar sobre las circunstancias que llevaron a la eliminación del informe de su sitio web” (C-FAM, 20/V/21).
Cabe resaltar que una propuesta dada a conocer en el desafortunado informe de UNICEF consiste en una <>, que serviría para clasificar qué contenido pornográfico sería el adecuado para que los infantes de “diferentes grupos de edad” lo consumieran. Dicha escala fue propuesta debido a que en el informe de igual manera se asegura que no todo el contenido sexualmente explícito debe de ser catalogado como <>, por lo que no debería de vulnerarse el derecho del niño al acceso de material pornográfico de su agrado, ya que puede considerarse como material beneficioso para su salud sexual y reproductiva, incluidas herramientas para la educación de la comunidad LGBTTTIQA+.
Tal parece que el discurso de la libertad y los derechos sexuales ha sido reinterpretado de manera peligrosa por el UNICEF, al pretender legitimar que los
niños, de ahora en adelante, puedan convertirse en potenciales consumidores de pornografía en aras de su <>. El camino de la promiscuidad, la perversión y el libertinaje elegido voluntariamente por los más pequeños se vislumbra más cerca de lo que pensamos, con la diferencia de que ahora serán los más grandes los que lo permitan y promuevan.
Gracias por su lectura.
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*El autor es licenciado en Sociología por parte de la Universidad Autónoma Metropolitana y actual estudiante de la Maestría en Estudios Políticos y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México |
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