El día lunes 3 de septiembre del año en curso se suscitó un enfrentamiento entre estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) plantel Azcapotzalco y presuntos porros, en las inmediaciones de Rectoría, en Ciudad Universitaria (CU). Alrededor de las 13:00 horas tiempo del centro, aproximadamente unos 200 estudiantes del mencionado plantel se dieron cita en este punto de encuentro. Poco tiempo después de manera intempestiva apareció un colectivo de 60 presuntos porros que en un acto de represión brutal agredieron sin distinción alguna a los jóvenes manifestantes.
Dicho enfrentamiento dejó más de 13 jóvenes heridos, de los cuales cuatro fueron trasladados de emergencia a un hospital debido a la gravedad de sus lesiones. Ante esto, de acuerdo a información proporcionada por la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) capitalina, los cuatro jóvenes trasladados sufrieron heridas causadas por armas punzocortantes, por lo que aunque su estado de salud se reporta como estable, se encuentran en constante monitoreo ya que ante heridas de esta naturaleza siempre es recomendable el seguimiento de la recuperación.
Tiempo después de los hechos ocurridos en CU, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) mediante un comunicado oficial condenó los actos de violencia de los cuales habían sido víctimas los estudiantes, y más aún porque estaban llevando a cabo una manifestación pacífica que en ningún momento dio pauta a la agresión física: “Estas agresiones irrumpen de manera injustificada en la vida universitaria y en el proceso interno para la solución de las diferencias entre los universitarios” (Proceso, 03/XIX/18). De la misma manera, en el comunicado se aseguró que se presentarían las denuncias correspondientes a los que resultaran responsables de tales agresiones, al mismo tiempo que se abriría un procedimiento interno sancionador.
Es importante recordar que la problemática de inseguridad en ésta casa de estudios se ha venido agravando en los últimos años, a tal grado que inclusive han sido denunciados casos de feminicidio y narcomenudeo. Un penoso ejemplo de ello fue el asesinato de “Lesvy”, encontrada sin vida a las afueras del Instituto de Ingeniera el 3 de mayo del año pasado. En un comunicado emitido por la UNAM se informó que el cadáver de la joven de 25 años de edad aproximadamente fue hallado amarrado a una caseta de teléfono público, por lo que primeramente se manejó la versión de que se había suicidado enfrente de su novio, Jorge Luis Hernández González. Dicha versión causó la indignación de gran parte de la sociedad mexicana, principalmente del sector estudiantil debido a su incongruencia y falta de credibilidad, por lo que a un año del suceso, más específicamente el día 10 de abril
del año en curso, un juez determinó que Hernández González, su pareja de aquel entonces, fuera acusado por el ilícito de feminicidio agravado.
Otro lamentable pero verídico ejemplo es la venta de droga a plena luz del día en Ciudad Universitaria. Los distribuidores de droga, mejor conocidos como “dealers”, se ubican en diferentes puntos estratégicos para su comercio, algunos de los más conocidos son: “El frontón”, “Las islas”, “Los bigotes” y las Facultades de Ciencias Políticas y Filosofía y Letras. Ya el periódico de circulación nacional –El Universal-, desde el mes de julio del año pasado había realizado una investigación de ésta problemática, exponiendo el modo de operación que tienen los narcomenudistas en esta zona. Asimismo, se expuso que la venta de droga se llevaba a cabo con todo y las patrullas de vigilancia que durante el día están rondando los alrededores de la UNAM, ridiculizando la supuesta seguridad que la casa de estudios ha enarbolado por años pero que, con base en pruebas contundentes, ha resultado una farsa.
Por eso mismo, ante esta falta de seguridad hacia los estudiantes, han sido los propios estudiantes en su mayoría, pertenecientes a las principales casas de estudios del país, los encargados de organizar marchas y manifestaciones en diferentes puntos de la Ciudad de México. Como mencioné al principio de este artículo de opinión, el enfrentamiento entre estudiantes del CCH Azcapotzalco contra presuntos porros fue el evento que desencadenó el descontento entre el sector estudiantil. Pero no es la única problemática a la que se le exige una solución eficaz, ya que de igual manera se está exigiendo la garantía de una educación pública gratuita y de calidad y la expulsión inmediata de cualquier grupo de choque encabezado por porros.
Es importante visualizar que respecto a la agresión porril ocurrida hace unos días en CU, no estamos hablando de un caso aislado, más bien nos encontramos ante un hartazgo generalizado que condena la violencia e inseguridad que se ha consolidado en la que se hace llamar una de las mejores universidades de América Latina. Y aclaro, no estoy poniendo en tela de juicio la eficiencia de la UNAM respecto a su sistema educativo, lo que pretendo decir es que la problemática de violencia se les ha salido de las manos de forma lamentable. De la misma manera, estoy consciente que no faltarán aquellos que aseguren que se trata de una exageración asegurar que dicha problemática se ha salido de control, así hayan sido expuestos en diferentes medios de comunicación los casos que a lo largo de este breve análisis he mencionado.
La pregunta aquí es: ¿Qué más tiene que ocurrir para que las voces de la protesta sean escuchadas? Desde mi muy humilde punto de vista, considero que jóvenes heridos de gravedad por porros, la venta y consumo de drogas y el hallazgo del cadáver de una mujer brutalmente asesinada son motivos suficientes para que de una vez por todas se ponga un alto a esa inseguridad y violencia que de manera preocupante se está apoderando de los espacios de recreación y preparación de los estudiantes. No sé usted que piense, estimado lector, pero lo que sí sé es que
de no implementar acciones contundentes ante estas problemáticas que ya no se pueden ocultar por más tiempo, en un futuro seguiremos lamentándonos por más casos lamentables como estos, en un país que ya ni siquiera puede garantizar la paz en sus escuelas.
Gracias por su lectura.
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*El autor es licenciado en Sociología por parte de la Universidad Autónoma Metropolitana. |
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