El día 12 de abril del año en curso se dio a conocer la desafortunada noticia del fallecimiento de María del Valle González López de 23 años, en el centro de salud Perrupato ubicado en la zona este de la provincia de Mendoza, en Argentina. María del Valle, también conocida simplemente como “Mari”, perdió la vida debido a la mala práctica de una “interrupción legal del embarazo”, mejor conocida como aborto. Cabe destacar que la víctima era la presidenta de la llamada “Juventud Radical de la Paz”, una agrupación política y feminista radical a favor del aborto, asimismo, tenía una pareja sentimental y se encontraba cursando la carrera de Trabajo Social en la Universidad Nacional de Cuyo:
“La joven se presentó el miércoles 7 de abril en el único nosocomio público de su pueblo, el Hospital Arturo Illia. El motivo de la consulta era la solicitud de la interrupción voluntaria de su embarazo. En base a los trascendidos que publicaron los medios locales, se presume que le suministraron un misoprostol de medicación. Dos días después, el viernes 11 de abril, empezó a sentirse mal. El sábado se internó en el Hospital Perrupato y el domingo falleció como consecuencia, en principio, de un cuadro de septicemia” (Infobae, 12/IV/21).
Con base en el medio de información “Mendoza Post”, las fuentes judiciales consultadas iniciarían una investigación por “mala praxis”, misma que, se presume, desencadenó el fallecimiento de la militante:
“Las causas del fallecimiento de “Mari” quedarán esclarecidas en la necropsia que realizó el domingo el Cuerpo Médico Forense y cuyos resultados deberían estar durante este lunes. El fiscal en turno de Santa Rosa Héctor Gustavo Rosas inició una investigación para determinar las causas del fallecimiento: la carátula es “averiguación de muerte” (Infobae, 12/IV/21).
Pero la polémica no termina ahí ya que, de acuerdo con este mismo medio, dicho centro de salud no quería entregar la historia clínica de González López, pero debido a la insistencia de sus familiares terminaron accediendo. Es hasta este punto en donde surgió la polémica con la hipótesis de una mala praxis debido a que los encargados del caso revelaron que le habían suministrado un comprimido para que la militante se deshiciera del producto que llevaba en su vientre: “De acuerdo con "La Nación", la joven había recibido atención bajo los protocolos de la nueva ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en el hospital paceño Arturo Illia, donde se le prescribió el medicamento misoprostol para iniciar la práctica. Al parecer empezó a sentir fuertes dolores abdominales y tras haber consumido analgésicos fue internada en el Hospital Alfredo Ítalo Perrupato, de San Martín, donde finalmente falleció” (ElSoldeMéxico, 13/IV/21).
Cabe recordar que el pasado diciembre del 2020 con 38 votos a favor, 29 votos en contra y una abstención, en una histórica votación parlamentaria el Senado de Argentina legalizó el aborto hasta la semana 14 de gestación. Y es que, con base en información dada a conocer por el Ministerio de Salud de Argentina, se concluyó que en el año 2005 fueron practicados entre 370,000 y 520,000 abortos legales y no legales, posicionando de esta manera al aborto como la principal causa de mortalidad materna hasta dicho año.
Empero, la inexactitud estadística salió a la luz cuando, de acuerdo con el propio Ministerio de Salud argentino, los nacimientos en dicho país son aproximadamente de 700,000 personas de forma anual, por lo tanto, esto quiere decir que: si anualmente son practicados más de 500,000 abortos en Argentina, más del 70% de los embarazos terminan en la interrupción legal. ¿O sea que 7 de cada 10 embarazos terminan interrumpiéndose en la Argentina? Muy difícil de creer ya que ni Estados Unidos, que legalizó el aborto en la década de los setenta del siglo pasado, presenta tasas de mortalidad infantil tan elevadas.
Pero bueno, el punto aquí es que el eslogan “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir” que se reprodujo miles de veces por toda la Argentina como parte de la campaña nacional por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, no se cumplió, al menos de forma parcial. Tomar misoprostol para terminar con una vida no es como tomar omeprazol para disminuir la acidez estomacal. Es alarmante pensar, al menos para un servidor, que con la legalización del aborto las mujeres, independientemente de la edad que tengan al momento en el que decidan poner fin a la vida del ser humano que se está gestando en su interior, puedan llegar a asegurar que la toma de este medicamento esté libre de contraindicaciones o reacciones alérgicas, más aún con información como la que proporciona la organización internacional abortista IPAS que trabaja en 4 continentes en más de 15 países diferentes:
“El misoprostol es un medicamento absolutamente seguro, indicado y autorizado por la OMS para interrumpir el embarazo. Al tomar misoprostol se producen contracciones en el útero y se provoca la dilatación del cuello uterino, esto permite la evacuación del producto del embarazo en los días siguientes. El procedimiento no es invasivo -es decir, no requiere de instrumental clínico, ni debe realizarse en un hospital, centro de salud o por un profesional de la salud- y el riesgo de complicaciones es mínimo” (IPASMéxico, 03/XI/20).
Yo creo que no estaría de más que con la muerte de Mari, IPAS reemplazara, al menos por respeto a la memoria de la fallecida, el “absolutamente seguro” por un “casi siempre seguro” para que todas aquellas mujeres que decidan abortar estén enteradas de que existe un ínfimo margen de probabilidad de que sea su propia vida la que también esté en riesgo de terminar, a pesar de que el colectivo global de los pañuelos verdes les haya prometido lo contrario.
Gracias por su lectura.
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*El autor es licenciado en Sociología por parte de la Universidad Autónoma Metropolitana y actual estudiante de la Maestría en Estudios Políticos y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México |
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